La conexión emocional y los resultados con los niños y niñas y adolescentes —en muchos casos migrantes y refugiados— rescatados de las redes de trata y explotación sexual en La Guajira hizo merecedora a Mayerlín Vergara Pérez del Premio Nansen para los Refugiados de Acnur en su edición 2020.
Mayerlín es una heroína anónima que ha acumulado más de 20 años de trabajo en defensa de esta población vulnerable con la Fundación Renacer, una ONG que desde el año 1988 desarrolla en Colombia procesos de atención de niños, niñas y adolescentes víctimas de explotación sexual.
En cada jornada de búsqueda de estos pequeños en las comunidades, ella siempre va dispuesta a ganarse su confianza, les habla con empatía. Los escucha, y muchas veces ha sido su hombro de apoyo para que se desahoguen de los malos momentos.
Vergara es oriunda de Córdoba, actualmente es la coordinadora de la Fundación Renacer en La Guajira. Hace un año abrió una casa hogar en Riohacha para brindar atención, programas rehabilitación e inserción a la sociedad a estos niños y adolescentes. Llegó a esta zona en 2018 para hacer una caracterización y se encontró con una realidad muy dolorosa, con niños y niñas traídas desde Venezuela para explotarlos sexualmente en La Guajira.En lo corrido del año han atendido 75 casos, más de la mitad de ellos son migrantes, refugiados venezolanos y colombianos retornados.
Lo primero que reconoce Mayerlín para desempeñarse tan bien en este trabajo es salir cada día con el corazón dispuesto. Los resultados no serían los mismos si la gente cree que este cargo es para cumplir funciones y entregar evidencias, contó la activista al Proyecto Migración Venezuela.
Ella asegura que Dios la llevó por este camino cuando hace más de dos décadas se desempeñaba como maestra de segundo de primaria en la ciudad de Cali. Allí observó el entorno de una comunidad muy vulnerable, y comenzó a orientar a sus alumnos en problemas familiares. Se dijo a sí misma que necesitaba hacer algo más en la vida que enseñar matemáticas y sociales.
Años después vio en la ciudad de Cartagena cómo dos niños pequeños consumían pegamento de zapatos, y a su mente volvió a saltar la idea de ayudar a esta población vulnerable. Pasó el tiempo y del periódico recortó un clasificado donde solicitaban a una psicopedagoga para trabajar en el horario nocturno en la ONG Fundación Renacer. A pesar de que no tenía esa profesión Mayerlín llevó su hoja de vida. “Muy segura le dije a la persona que me entrevistó que esos niños y niñas necesitaban a alguien que los escuchara”, recuerda como si fuera ayer el día que la contrataron como educadora nocturna en Barranquilla el 23 de junio de 1999.
Desde ese entonces, Maye —como le dicen todos— no ha parado de trabajar y de soñar con un país líbre de niños, niñas y adolescentes víctimas de trata y explotación sexual. Durante la pandemia, cuando se incrementó este delito, tampoco se quedó de brazos cruzados: rescató a niñas que se habían quedado encerradas con sus abusadores. Para ella, esta situación no tiene fronteras ni nacionalidad. La atención de esta población no permite esperas.
Todas las historias que llegan a la fundación le mueven la fibra. El día que no le pase eso es porque realmente estarían mal las cosas. Lo que más le ha impactado ha sido la afectación de los niños migrantes y refugiados. Le parte el alma escuchar a las niñas decir que no quieren su cuerpo o abrir sus ojos para vivir. “Es un dolor grande, impotencia, el proceso de recuperación es más difíciles para lograr que salgan de esos estados”, dice Vergara con la estatuilla del premio en sus manos.
Son muchos los testimonios de cambios de vida que le reconfortan el corazón a Maye. Es feliz cuando al pasar los años la llaman los egresados de los programas para que asista a sus matrimonios o actos de grado. Ella sabe que cumplió su misión de vida, que siempre será la familia de estos pequeños y fue parte de su renacer.
¿Cómo los ayudan?
La Fundación Renacer ha desarrollado una estructura de intervención que inicia en las calles, bares o prostíbulos, mediante atención en centros ambulatorios.
Continúa con el ingreso del niño o la niña a hogares de primer nivel para su evaluación, desintoxicación, exploración de problemas y preparación de planes de tratamiento.
Después, los atendidos van a hogares residenciales para su proceso de tratamiento y rehabilitación; posteriormente viene la reinserción social o el reintegro a la familia del niño o la niña y finaliza con el seguimiento y post-cuidado durante dos años o más después de su egreso.
Renacer es una ONG reconocida nacional e internacionalmente como una organización pionera en la erradicación de la explotación sexual comercial de niños, niñas y adolescentes.
Por: Milagros Palomares @milapalomares