Aunque en Costa Rica se ha sentido acogida, Natalie Acevedo no logró conseguir trabajo en lo que había estudiado en Venezuela, pero ahora tiene una sala en donde ofrece sus servicios de spa.
Por Sandra Flores – periodista Te lo Cuento News
Nada queda de la Venezuela libre, pujante y próspera que Natalie Cecilia Acevedo Marcano conoció desde su niñez hasta la llegada de la dictadura, así que haber salido de Venezuela es un triunfo. La estabilidad económica y la tranquilidad que ha alcanzado en Costa Rica, con su familia, le corroboran que no se equivocó en la elección de país.
Ahí ha encontrado oportunidades, aunque las dificultades que enfrentó para ejercer la docencia en el país que la recibió la motivaron a convertir su “plan B” en el “plan A”.
Y lo ha hecho con una actividad que no es nueva en su vida. Desde muy joven, cuando estudiaba para maestra en la Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL) ya daba sus primeros pasos en el área de la estética, con clientela que provenía de su círculo de familiares y amigos.
Ahora, dedicada a ella de lleno, ha ido sembrando poco a poco una buena reputación con su spa, que hoy por hoy es su actividad económica principal en territorio tico.
Dificultades y contratiempos
Natalie cuenta que su primera aspiración en lo laboral era seguir en la docencia: “Era lo que había hecho prácticamente toda mi vida, era lo que sabía, era en lo que yo me sentía muy segura y a lo mejor hasta por costumbre”.
Sin embargo, no era tan simple como llegar y empezar a trabajar en una escuela. El proceso de revalidación le demandaba dos años de estudio y ella, en su calidad de migrante, tenía necesidad de generar un ingreso. Cuando buscó empleo en el área de la estética, lo consiguió sin dificultad y supo que ese sería su camino.
En la actualidad, el esposo de Natalie tiene 57 años, y sus hijas 21 y 14, pero no salieron juntos de Venezuela. En 2017, ella se fue de avanzada con su hija mayor de 16 años, entonces, y diez meses después las alcanzaron su esposo y su hija menor de 8 años.
Esa primera etapa en Costa Rica no fue fácil. No consiguió trabajo de inmediato, así que vendía arepas y limpiaba casas y oficinas, junto con su hija menor de edad. También se desempeñó como capturista, introduciendo información en bases de datos, y trabajó en tiendas de ropa. Para cuando llegaron su esposo y la menor de sus hijas ya había alquilado una casa con lo mínimo necesario para vivir.
Emprendedora con grandes aspiraciones
Cuando la docencia demostró ser un plan inviable en su situación de migrante, Natalie echó a andar el “plan B”, en el área de la estética. “Conseguí empleo con otros extranjeros, unos asiáticos, y ellos conmigo fueron tan especiales que me dieron la oportunidad de aprender muchas cosas, o sea, me ayudaron muchísimo que yo dije: ‘por aquí es’”, comenta.
Sin dejar ese trabajo, compró su camilla y empezó a forjar una cartera de clientes con la oferta de servicio exprés. Más tarde estableció un área de atención en su casa para hacer limpiezas faciales y masajes, y en la actualidad tiene alquilada una cabina (estudio o sala) en una clínica donde ofrece sus servicios como Natalie Business Spa.
“De momento estoy allí, compartida, dos días en la clínica y los otros dos días en mi espacio, pero con la aspiración de quedarme ya solo con lo mío”, puntualiza con decisión la emprendedora que se abre camino en Costa Rica.