Tras los disturbios del 23 de febrero en los Puentes Internacionales Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander, el paso por esos puntos fue cerrado “para preservar la seguridad de la población”. Aunque este miércoles en la mañana Migración Colombia volvió a permitir el paso de personas, las autoridades venezolanas continúan con la restricción. Hasta ahora es difícil saber cuándo cambiará la situación fronteriza, pero entre tanto, un numeroso grupo de venezolanos está atascado en el lado colombiano sin poder volver a sus casas y sin un lugar digno donde dormir.
El drama comenzó cuando el presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó, aseguró que la ayuda pasaría “fuese como fuese”, y solicitó la ayuda de los ciudadanos para lograrlo. Los habitantes del estado Táchira cruzaron la frontera con Colombia para asegurarse de que la ayuda pasaría y que volverían a sus casas en el lado venezolano esa misma noche. Lo cierto es que, cuatro días después, se quedaron sin lo uno y sin lo otro, no recibieron ayuda y ahora duermen en cambuches improvisados cerca a los puentes. Además, reciben alimentos de fundaciones o particulares. “Es impresionante como están los venezolanos que no tenían intención de quedarse pero no pueden pasar por el cierre de la frontera. En la fundación estamos ayudandolos. Solo el domingo, después de todo lo que pasó el 23F, repartimos 3 mil almuerzos”, Marialena Castaño, voluntaria de la Fundación Casa Venezuela en Norte de Santander.
En redes sociales, los venezolanos que están ‘atascados’ en el lado colombiano se han quejado de como se manejó la gestión del fin de semana, pues no solo sienten que no fueron respaldados después de los disturbios, sino también les quedó la sensación de ser carne de cañón. “Dijeron que iban a poner el pecho, pero ¿quienes dieron la pelea? Nosotros. Nos tienen olvidados aquí. (..) El pueblo colombiano es el que ha venido a traernos refrescos y comida”, denunció uno de los afectados en un vídeo que circula en Twitter.
Su paciencia se está agotando. Algunos han decidido actuar por cuenta propia y se han enfrentado a las autoridades venezolanas para intentar que por la fuerza habiliten el paso fronterizo. En el Puente Simón Bolívar lanzaron piedras y atacaron uno de los contenedores con los que militares venezolanos pretenden bloquear el paso.
Foto: Diana Rey Melo / Revista Semana
La angustia no solo está relacionada con no poder volver, sino también con volver. Hay un grupo de los ‘bloqueados’ que asegura que aunque abran la frontera no podrán volver a Venezuela. Temen la respuesta de la guardia venezolana y de los ‘colectivos chavistas’, que ya dieron muestras de represión en medio de los disturbios. Creen que al regresar los encarcelaran por “traición a la patria”, un delito por el que actualmente hay más de 200 políticos presos en las cárceles venezolanas, según denuncias de organizaciones defensoras de derechos humanos como Grupo Justicia Venezolana.
Desde Venezuela también quieren cruzar
Además de los venezolanos que quieren pasar el puente para migrar definitivamente, un fenómeno que no se detiene ni siquiera en estas circunstancias, también están los migrantes pendulares, aquellos que van y vienen entre las fronteras todos los días. Se trata de miles de ciudadanos que cruzan para estudiar, hacer compras o ir al médico. Ellos también están en ascuas.
El martes en la mañana un grupo de estudiantes en Ureña (estado Táchira, Venezuela) se detuvo del lado venezolano en el puente Francisco de Paula Santander con un cartel en el que se leía: “Queremos estudiar. Déjenos pasar”. Los menores están preocupados porque han perdido varios días de clases por la restricción fronteriza. “Mi hija menor se preocupa mucho. ‘Mami, quiero ir a estudiar; mami, tengo un examen’ (…) ¿Qué hace uno?”, se preguntó Kelly Pinto, madre de dos niñas de ocho y diez años.
Niños venezolanos piden reabrir frontera para ir a la escuela#Internacional #Venezuela pic.twitter.com/WZ2TbSJFfL— Panamá Xpress (@PanamaXpress) 27 de febrero de 2019
La decisión, como es lógico, afecta inmediatamente el comercio. Se sabe que hay cientos de venezolanos cuya fuente de ingreso es la venta de productos colombianos al otro lado de la frontera. Son otros de los más afectados.
La última vez que la frontera colombovenezolana fue cerrada, entre 2015 y 2016, como respuesta a un ataque armado contra una patrulla militar venezolana, la medida estuvo vigente durante casi un año. En ese tiempo, además de dispararse el tránsito por trochas, el comercio en la frontera tuvo un decrecimiento considerable y según gremios regionales solo el 20% de la industria y el comercio de Ureña y San Antonio sobrevivió a la medida.
¿Qué hacer?
Por ahora, la única forma de pasar es por trochas, caminos ilegales, que nunca han dejado de usarse. Aunque la policía está controlando permanentemente la zona, hay en su mayoría jóvenes cobrando entre 10 mil y 15 mil pesos colombianos para ayudar a cruzar la frontera ilegalmente. Pero no todos pueden pagar el trayecto y se ha vuelto cada vez más peligroso. Quienes cruzan por esos caminos se exponen a ser interceptados por grupos armados organizados o delincuentes comunes. Este martes ya se habían conocido videos de caminantes que fueron atracados o extorsionados.
Las cosas que ocurren en las trochas, mientras los venezolanos huyen de la miseria que ha dejado el régimen. #frontera pic.twitter.com/X0ABdLbZaf— Sergio Novelli (@SergioNovelli) 26 de febrero de 2019
Principalmente por seguridad, tanto venezolanos como colombianos piden que se quite la restricción, al menos para las personas enfermas y los niños venezolanos que estudian en Colombia. El martes, una delegación informal de vecinos se acercó a los militares que custodian el puente Santander en Ureña para intentar negociar el paso, pero no tuvieron suerte. “Nos dijeron que están en proceso de apertura, pero sin fecha, sin hora, sin nada”, contó Gladys Celis, una de las personas que pudo hablar con los uniformados.
Por la coyuntura política de ambos países, es poco probable que se desate el nudo que se creó en la frontera. El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ordenó romper relaciones políticas y diplomáticas con Colombia, y en la Organización de las Naciones Unidas, que se veía como una oportunidad para intermediar, no se discutieron soluciones concretas. Mientras tanto, los migrantes venezolanos, los comerciantes, los estudiantes y los colombianos con relaciones al otro lado de la frontera continuarán como desde el domingo: atascados.
Por: Proyecto Migración Venezuela @MigraVenezuela