33 muchachos de ambas nacionalidades cumplieron el sueño de formarse como jardineros en Cali y desde ahora se convierten no sólo en ejemplo para su generación sino en la prueba de que, si se aprovechan las oportunidades, las puertas del progreso de abrirán de par en par.

Los jardines caleños ya no tienen de qué preocuparse. Este grupo de vecinos, panas y parceros cuidará de ellos de ahora en adelante, porque, aunque parezca raro, estos chicos derribarán el mito de que en la edad de la rumba es posible pensar en una vida apacible.

Formados en una de las ciudades donde la algarabía fluye a diario en las calles, ellos apostaron por un oficio que requiere paciencia, sabiduría y una sobredosis de amor únicos.

Para ello, se formaron dentro de un proyecto de inclusión socioeconómica liderado por Acnur, en llave con la ONG Cuso International y la empresa Soluciones a Tiempo, que les brindaron todas las garantías para comenzar a forjar su futuro profesional y personal.

La graduación de estos 33 jardineros tiene una sabor especial, porque es la prueba de que, lejos de lo que muchos piensan, los jóvenes si están aprovehcnado las oportunidades y saben lo que se están jugando cuando se empoderan y labran su propio destino.

Pero, además, el hecho de que sean panas y parceros, venezolanos y colombianos, es una prueba contundente de que la integración no tiene reversa porque los sueños jamás tienen límite, y menos cuando se tiene a los amigos al lado.

Verlos graduarse juntos es sentir que ese tejido social que construyen las personas venezolanas y las comunidades de acogida está floreciendo tan a prisa, que a la vuelta de unos años, todos sabrán que esos panas que recibieorn su diploma hoy son tan colombianos como las orquídeas que comenzarán a cuidar.

Por: Proyecto Migración Venezuela @MigraVenezuela