En el 2021 se ha presentado un aumento de ciudadanos venezolanos que cruzan la frontera entre Colombia y Panamá con la esperanza de llegar a Estados Unidos. El flujo más alto se registró en agosto, con 568 personas del vecino país.
¿Qué tantos obstáculos tiene que pasar un migrante para poder encontrar el país de sus sueños, un lugar en donde se sienta seguro, donde pueda trabajar y desempeñarse profesionalmente? El desespero por huir del hambre y las crisis humanitarias que azotan a los países de Suramérica ha llevado a cientos de migrantes de varias nacionalidades a caminar largos tramos, atravesar montañas difíciles con bajas temperaturas y peligrosas selvas que amenazan sus vidas.
Muchos de estos refugiados buscan llegar a países desarrollados como Estados Unidos y Canadá. Y para conquistar este sueño se arriesgan a transitar por la selva del Darién, un paso peligroso entre Colombia y Panamá, que los expone a caer en manos de grupos narcotráficantes y en redes de trata. Este camino se encuentra minado de un sinnúmero de peligros, e incluso, la muerte.
A pesar de que la mayoría de los migrantes que atraviesan esta zona son haitianos, por la crisis social que vive este país después del asesinato de su presidente y el aumento de las pandillas criminales, este año ha aumentado el número de migrantes venezolanos que logran pasar la selva del Darién. Según las cifras de Migración Panamá, desde enero hasta septiembre han cruzado por el Darién 1.529 venezolanos, siendo esta la quinta nacionalidad que más atraviesa esta frontera de forma irregular.
El éxodo de haitianos continúa siendo el que más adopta esta ruta para llegar a Estados Unidos, sumando más de 56.676 migrantes, seguido de Cuba con 12.870, luego Chile con 7.757 y Brasil con 4.330 personas.
Este ente migratorio ha registrado un incremento particular de migrantes venezolanos en lo corrido de este 2021, ya que en enero solo se reportaron tres venezolanos, nueve en febrero, y extrañamente en abril no habría cruzado ningún venezolano. Las cifras comenzaron a dispararse desde mayo cuando pasaron 113 personas de esta nacionalidad hacia Panamá. En junio casi se duplicó el registro con 205 migrantes venezolanos, seguido de 248 en julio. Y se el pico más alto lo contabilizaron en agosto, con 568 venezolanos. A cierre de septiembre el flujo bajó a 380.
Arles Pereda, presidente de la organización Colonia Venezolana en Colombia (Colvenz), sostiene que este flujo de venezolanos ha tomado la determinación de llegar a Estados Unidos por esta ruta, motivados por el alto número de personas que se están juntando para atravesar la peligrosa selva.
Argumenta que la necesidad los hizo migrar de Venezuela, muchas veces caminando, a otros países, pues también harán hasta lo imposible por llegar hasta Estados Unidos. “Ellos no se atreverían si vieran que hay poca gente, pero por supuesto ahora que viendo que hay haitianos, cubanos, entre otros, pues se animan”, dice Perea.
Para este directivo de Colvenz, los migrantes venezolanos que cruzan esta frontera lo hacen porque “no tienen nada más que perder”, ya que han abandonado sus casas, algunos sus familias, y han dejado atrás la vida que habían construido. “Uno pensaba que llegar a Colombia caminando era duro, verdad, pero ya lo lograron, muchos han caminado incluso hasta Perú. Entonces cuando le dicen: ¿Harías lo mismo para llegar a Estados Unidos? Pues dicen que sí lo harían”, apunta Perea.
Entre tanto, la Gerencia de Fronteras de la Presidencia de Colombia precisa que actualmente hay alrededor de 400 migrantes en Necoclí, Antioquia, por lo que aseguran que la emergencia humanitaria en esta zona habría llegado a su fin, ya que hace dos meses se represaron más de 22.000 migrantes en este municipio.
Lucas Gómez, gerente de Fronteras, explicó al Proyecto Migración Venezuela que esto se debe a la habilitación de flujos migratorios, es decir, que las personas que se encontraban represadas han podido continuar sus caminos hacia Panamá. Otro de los motivos serían los anuncios del gobierno de Estados Unidos, quienes pretenden hacer más rigurosos los controles fronterizos, lo que habría frenado la migración haitiana.
En relación con los migrantes venezolanos en el territorio, Gómez indicó que es una población mínima y que se está trabajando con ellos para que se acogieran al Estatuto Temporal de Protección, sin embargo aclaró, que aquellos que decidían continuar con su camino eran libres de hacerlo.
Según cifras de la Defensoría del Pueblo colombiana, en lo corrido del año al menos 95.000 migrantes, de las cuales 19.000 son menores de edad, han atravesado la selva del Darién.
La situación para estas personas, incluso familias completas, es agotadora. La entidad colombiana explica que llegan muy cansadas al Urabá luego de atravesar el país, muchos con menores de edad y cuya situación se agrava al quedarse varados en este punto, porque deben costear estadía, comida y salud, gastos que no tenían contemplados. Al ser migrantes en condición irregular están expuestos a la trata y tráfico de personas.
Según la Defensoría, han tenido denuncias en Necoclí sobre unos supuestos ‘paquetes turísticos’ que los migrantes podrían adquirir desde Ipiales, en Nariño, para llegar hasta el otro extremo del país donde comenzaría su paso a Panamá.
Esta entidad tiene documentada la presencia de los llamados ‘Coyotes’, quienes llevan a las personas por la selva hasta Panamá y en ocasiones las violentan, las roban y hasta llegan a abusar sexualmente de las mujeres. La Defensoría del Pueblo aseguró a Proyecto Migración Venezuela que los sobrevivientes de un naufragio ocurrido el 10 de octubre denunciaron amenazas en su contra por parte de los traficantes ilegales de personas, esto para que no den detalles de cómo accedieron esas embarcaciones ilegales, los puntos donde abordan, sus identidades o cómo contactarlos.
Ante este panorama, la Defensoría insistió a las autoridades de Colombia y Panamá, para que desplieguen un puente humanitario que ayude a estos migrantes a seguir su tránsito de manera segura. La entidad ha rastreado al menos siete rutas por las cuales los migrantes que llegan a Colombia estarían llegando hasta Necoclí o Juradó, en el Chocó, con destino a Estados Unidos.
Principalmente, atravesarían el país desde Ipiales, en Nariño, pasando por la costa pacífica en donde se tendrían dos opciones, la primera es continuar por esa costa hasta Juradó y pasar por ese lado de la selva, o tomar la ruta que pasa por el interior cruzando por el Valle del Cauca, Risaralda, Huila, Tolima, Caldas y culminando en el Urabá antioqueño.
La ruta que comienza en Medellín, pasa por Montería, Córdoba y termina de nuevo en Antioquía, hasta llegar a Necoclí. Sin embargo, las personas que ingresan por el norte de Colombia lo hacen desde Maicao, La Guajira, y hasta Necoclí.
Luego de esto, la Defensoría explica que los migrantes tienen la opción de tomar lanchas legales hacia algún puerto panameño, sin embargo, las listas de espera para obtener un puesto en estos botes podrían llegar hasta los dos meses. “Ante este colapso es que los migrantes desesperados se aventuran a hacerlo desde embarcaderos clandestinos, inseguros, sin control y en horas de la noche, actividad que es muy peligrosa y ya ha dejado varios naufragios”, aseveró la entidad.
No obstante, también está la alternativa de caminar en medio del paisaje montañoso conocido como el Tapón del Darién, en el que acechan las bandas criminales, los traficantes de personas, por lo que sería probable caer en redes de trata, narcotraficantes, e incluso se encuentran las enfermedades típicas de los climas tropicales. Como si fuera poco, los mismos animales salvajes y terrenos inhóspitos se convierten en una amenaza para estas personas; es por esto que muchos han muerto intentando llegar a Panamá. En lo que va de año, Medicina Legal de Panamá ha rescatado 50 cuerpos en el Tapón del Darién.
Recientemente, Unicef Panamá registró la historia de una familia migrante venezolana que luego de ocho días en medio de la selva, cinco de los cuales no pudieron ni siquiera probar bocado, lograron cruzar la frontera y llegar hasta Panamá.
El padre de familia contó que enfrentaron ríos, resbalaron en montañas, cruzaron peñas agarrados para no caer al vacío y cada día llegaban los sentimiento de desfallecimiento. Sin embargo, él animaba a su familia para que los esfuerzos valieran la pena.
Ahora llora al recordar esos momentos, porque para este migrante, ha sido la peor pesadilla que ha vivido en su vida. “Una que no le deseo a nadie”, aseguró este hombre al Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.
El relato de este migrante venezolano es estremecedor. Para él, la parte más cruda del viaje fueron los cuerpos diseminados en los senderos de las personas que no pudieron completar su travesía.
“Migrantes de varias nacionalidades nos aferrábamos las manos para cruzar un río, vimos a un brasileño ser arrastrado hasta la muerte y a centenares de migrantes a quienes asaltaron y despojaron de todas sus pertenencias en el camino. A nosotros no nos quitaron nada porque no teníamos nada”, describió lo que vivió en medio de la travesía.
Durante este largo caminar, nada más el domingo 7 de noviembre un adolescente de 14 murió mientras intentaba llegar a Panamá por la selva del Darién, luego de sufrir un paro cardiorespiratorio. La Defensoría de Pueblo de Colombia aseguró que este joven era un sobreviviente a un naufragio que ocurrió el 10 de octubre en aguas de Necoclí, infortunadamente en ese episodio murió su mamá.
El cuerpo del menor que se encontraba caminando con su familia por esta ruta no ha podido ser recuperado por lo que sus familiares han tenido que buscar ayuda con entidades no gubernamentales, todo esto para que se pueda sepultar en un campo santo y no en una fosa común como ocurrió con el de su madre.
Esta es la cruel realidad que vive esta población migrante por el Darién, que con la intención de buscar un mejor futuro se llenan de valor y emprenden un camino en el que no se garantiza siquiera llegar con vida hasta el siguiente país. Y aunque muchos lleguen hasta esta parte del camino, lo que falta para llegar al norte del continente son más de 3.839 kilómetros, distancia en la que todavía tiene que cruzar la frontera con México y muy probablemente, pasar al menos un mes en un centro de reclusión en los límites con Estados Unidos.
Por: Debbie Gámez Proyecto Migración Venezuela @MigraVenezuela