Doce años después de su trabajo por las mujeres rurales de las montañas del Himalaya, en Asia, Cristal Montañez Baylor se dio cuenta de que esa no era la misión principal que le había encomendado Dios. Tenía un reto aún mayor: ayudar a sus paisanos venezolanos en Colombia.
Lo supo en agosto de 2018, de pie, en frente de una fila de caminantes que escapaban del hambre y la miseria del país que en 1977 la eligió como reina de belleza, y le otorgó la corona de Miss Venezuela.
Entonces, de visita en Norte de Santander, esta mujer dulce y recia decidió explorar lo que ocurría con la migración venezolana en Colombia y crear Hope for Venezuelan Refugees, un proyecto civil humanitario que cuenta con el respaldo de los clubes rotarios de Cúcuta y Houston, en Estados Unidos, y financiado por la organización internacional contra el hambre Rise Against Hunger.
Hasta la fecha, esa iniciativa ha brindado más de 647.000 raciones de comida a migrantes y colombianos retornados que transitan por el mortal paso del Páramo de Berlín, entre los Santanderes.
En Pamplona todos la conocen como “la miss que ayuda a los caminantes venezolanos”. Mide 1,74 metros y habla con tono de seguridad, un temple adquirido de su madre que le ha servido para enfrentar crisis humanitarias en dos continentes.
Su historia es similar a la de cualquier reina, solo que al revés: el compromiso con los más vulnerables no le vino después de la corona. Más bien, desde los 17 años, supo que si se convertía en reina, se le abriría un mundo de posibilidades para ayudar. Y trabajó en eso.
Su primera acción solidaria ocurrió cuando era apenas una jovencita de clase media en Caracas. En aquella época, jugaba tenis en clubes privados de una zona llamada Montalbán, algo que no todos podían hacer. “Qué grandioso sería que todos los muchachos del barrio pudieran jugar”, se decía. Entonces, comenzó una campaña con autoridades locales para hacer canchas públicas; y obtuvo frutos. A esa iniciativa se sumaron otras con adultos mayores y víctimas de desastres naturales.
Precisamente, después de ganar la corona, cuando vivía en Estados Unidos, Cristal volvió a Venezuela tras la tragedia del estado Vargas, que dejó más de veinte mil muertos en el año de 1999. Ahí, activó un equipo de voluntarios, perteneció a la junta directiva de la Unicef y creó ‘Bear Hugs for Venezuela’, para ayudar a los niños afectados por ese deslave.
Cristal Montañez creó el proyecto Hope for Venezuelan Refugees para brindar alimentos y una mano solidaria a los caminantes venezolanos que transitan a pie por la ruta de Cúcuta y Pamplona, entre los páramos de los Santanderes.
Liderazgo
Más que filantropía, la generosidad y la solidaridad son para Cristal una forma de vida. Cree firmemente que está en el “círculo de dar”, “porque el que mucho ha recibido tiene más responsabilidad de dar”. Para ella, los errores son el baluarte de la sabiduría; es una obsesionada de los datos precisos, de los proyectos tangibles, cuantificables y sostenibles en el tiempo.
No en vano su nombre fue tenido en cuenta por la Fundación Hashoo, en Estados Unidos, que la contrató como directora ejecutiva desde el año 2006 hasta el 2018 para implementar proyectos sociales en Pakistán.
Esta experiencia la enriqueció espiritual y profesionalmente. Ahí lideró el equipo humanitario que llegaba hasta el remoto poblado de Gilgit —frontera de China, India y Afganistán— con la misión de empoderar a las mujeres a través de la apicultura. De ese modo, evitaban la penetración de las fuerzas terroristas en las zonas seguras del Himalaya y lograban que los hijos de estas mujeres estudiaran y que ellas tuvieran oportunidades de empleo.
“Cuando estuve en 2018 en la primera reunión con el Banco Diocesano de Alimentos, en Cúcuta, entendí por qué Dios me puso en Pakistán. Lo hizo para que yo pudiera ayudar a mis hermanos venezolanos y a los colombianos vulnerables con la implementación de un proyecto”, dice esta activista venezolana, que hoy tiene 60 años y que sonríe cuando habla de lo que aprendió en Asia y pone en práctica en Colombia.
La filántropa fue la directora de la Fundación Hashoo, en Estados Unidos, durante 12 años, cumpliendo labor social en Pakistán. En Colombia ha trabajado de la mano con la Iglesia, en beneficio de los más necesitados.
Lo otro que la llena de orgullo es el trabajo de los voluntarios que pertenecen a la denominada Red Humanitaria, en Norte de Santander. Con ellos, ‘Hope for Venezuelan Refugees’ ha entregado más de 70 toneladas de alimentos en 14 centros de distribución, 7 comunidades en Cúcuta y 6 albergues, en un periodo de poco más de 10 meses. “Yo creo que muchos de esos voluntarios no son humanos, para mí son ángeles terrenales. Tienen una fortaleza increíble”, reflexiona Cristal. “El trabajo de ellos no tiene valor en oro, porque salvan vidas dignificando el paso de los caminantes venezolanos, con abrigo y comida caliente. Además, proveen información 24 horas al día, siete días a la semana”, agrega.
“Se puede tener mucho dinero, mucha comida, pero si no se cuenta con un grupo de personas dedicadas, nada de esto sería posible”, afirma la caraqueña, quien ha recibido una larga lista de reconocimientos internacionales por su activismo. Entre ellos, el premio Hispanic Women in Leadership.
Antes de la pandemia, en febrero, la exreina vino a Colombia a monitorear la ejecución del proyecto. Le gusta quedarse en Pamplona y visitar los albergues. Observa con detenimiento a los migrantes, habla con ellos, les entrega osos de peluche a los niños y le duele la incertidumbre en los ojos de los adultos. Los escucha, les pone una mano en el hombro y, cuando se lo permiten, los abraza.
“Pregunto: ¿de dónde vienes, a dónde vas, por qué te fuiste de Venezuela? Las respuestas casi siempre son una sola: porque estaban pasando hambre. ¿Cómo es posible que en el país más rico del mundo en reservas de petróleo esté ocurriendo esto?”, expresa indignada.
Así como agradece la receptividad del pueblo colombiano con sus paisanos, Montañez vaticina una nueva ola migratoria, tan pronto termine la pandemia; por eso le recomienda al Gobierno considerar soluciones y estrategias a largo plazo para enfrentar esta crisis de refugiados y migrantes.
Desde su casa en Houston, Cristal reza todas las noches, ora por los caminantes venezolanos. Le reconforta la ayuda brindada a los colombianos retornados y a la población vulnerable de las zonas de acogida. Anhela con fervor que la democracia vuelva a Venezuela para que sus hermanos nunca más tengan que huir por sus fronteras.
Cuando habla de su proyecto en Colombia, la exreina asegura que no basta con tener mucho dinero o mucha comida. “Si no cuentas con un grupo de personas dedicadas, nada es posible”, sostiene.
Por: Milagros Palomares @milapalomares