Más de 10 años dedicada a la investigación de los flujos migratorios y 22 a la docencia universitaria, la colombo venezolana Neida Albornoz Arias compartió con el Proyecto Migración Venezuela su perspectiva académica sobre la crisis migratoria que se vive actualmente en Colombia.
Usted que ha investigado sobre la movilidad humana venezolana ¿Cuáles son esas realidades de quienes emigraron y quienes están pensando en emigrar?
Nuestros Informes de Movilidad Humana Venezolana: realidades y perspectivas de quienes emigran en sus versiones de 2018 y 2019 evidencian hallazgos, entre los cuales merece la pena resaltar los siguientes:
Las muestras objeto de estudio están conformadas por 14.578 personas en 2018 y 12.957 en 2019; emigrantes venezolanos regulares y mayores de edad consultados, que salieron de Venezuela con pasaporte, es decir, que en ese momento su estatus migratorio era regular: 73,6% en 2018 y 53,6% en 2019 fueron emigrantes con edades entre 18 y 29 años, lo cual representa en términos de bono demográfico, una triste pérdida para Venezuela y una ganancia para los países receptores siempre y cuando sea aprovechado.
En 2019, un 69,4% del grupo etario de 18 a 29 años son solteros, indistintamente que sean hombres o mujeres.59,2% en 2018 y 48,5% en 2019 tiene estudios universitarios, profesionales, técnicos y de postgrado, pero solo un 14% en 2019 llevan los títulos apostillados, lo cual les perjudica en un posterior proceso de convalidación de sus profesionales en el exterior, pudiendo afectar su desempeño en el área de formación profesional. Esta afectación ha llevado a muchos inmigrantes venezolanos profesionales, a tener que ubicarse en el mercado laboral que no corresponde con su perfil profesional e incluso a la informalidad.
Entre las decisiones previas antes de migrar en 2019 un 46% renunció al trabajo, es decir, no estaban desempleados. Los factores psicosociales que empujan a los venezolanos a abonar el país en ambos años son los mismos. En 2019 un 76,5% señaló que se iba por la desesperación y altos niveles de estrés por lo que sucede en el país; 61,8% por la violencia e inseguridad y 58% por hambre.
Mientras que los factores económicos que expulsan a los venezolanos de su país en 2019 estuvieron relacionados con la búsqueda de nuevas y mejores oportunidades de trabajo (86,2%), ayudar económicamente a un familiar (69,3%), 53,2% Falta de acceso a empleo, vivienda, pensión, bonos, por su posición política entre otras. Tanto en 2018 como 2019 los cuatro principales países receptores han sido Perú, Colombia, Ecuador y Chile.
El rostro de la migración regular ha utilizado distintas redes migratorias que disminuyen los riesgos y costos del proceso. Al respecto, 53,5% en 2018 y 75,9% en 2019 los esperaba un familiar. Asimismo, 31,7% en 2018 y 32,1% en 2019 manifestaron tener trabajo en el lugar de destino. Tanto los encuestados en 2018 como en 2019, más del 90% manifestaron que enviarían remesas para ayudar a quienes quedaron en Venezuela. Más del 80% de los encuestados en ambos años, señalaron que regresarían a Venezuela por su familia y si cambia el gobierno.
¿Cuál es su visión de lo que está ocurriendo en la frontera con el retorno masivo de los migrantes venezolanos?
El fenómeno migratorio venezolano es el más impactante en cifras en América del Sur a lo largo de su historia. Actualmente está ocurriendo el fenómeno de la remigración de algunos venezolanos hacia su país de origen. Esto representa un hito de la crisis de la movilidad humana venezolana que inició a finales de 2016. Este retorno es debido a la crisis sanitaria mundial por la paralización de muchos sectores de la economía, ellos han perdido su trabajo – principalmente en el mercado laboral informal.
La situación de vulnerabilidad de los migrantes venezolanos retornados es la misma de cuándo decidieron emigrar de Venezuela. En su mayoría, se trata del migrante pobre, muchos están indocumentados, mujeres cabeza de hogar con sus hijos, familias nucleares con menores de edad, adultos jóvenes y también adolescentes no acompañados, es decir, personas con necesidad de protección internacional.
A pesar de que Migración Colombia ha organizado el transporte terrestre de venezolanos de distintas ciudades colombianas hasta la frontera con Venezuela, el gobierno venezolano ordenó el cierre de la frontera con Colombia por la pandemia desde el 17 de marzo, y en los últimos días solo permiten el paso los lunes, miércoles y viernes de 300 personas por el Puente Simón Bolívar y 100 personas por el Puente José Antonio Páez , en Arauca. Este volumen de venezolanos que han retornado en los últimos días están inmovilizados en la frontera del lado colombiano con la esperanza de poder regresar, pero de igual manera se encuentran en situación de calle, con los riesgos de afectación de su salud y su vida.
Algunos deciden pasar hacia Venezuela a través de las “trochas” arriesgándose debido a lo que implica hacerlo por esta vía. En la frontera se mantiene la migración pendular, estos pasos ilegales continúan activos así como la presencia de grupos armados ilegales que siguen controlando esas zonas y por lo tanto, también la movilidad humana. Uno de los riesgos a los que se exponen las personas que utilizan las trochas es a ser reclutados por estos grupos.
Una vez que logran entrar al territorio venezolano, por la vía regular los remigrantes están sometidos a programas de cuarentena obligatoria por parte del gobierno venezolano, que según Amnistía Internacional, la capacidad es para 9.000 personas. Ciertamente han ingresado muchas más personas, razón por la cual, el gobierno venezolano, ha endurecido en los últimos días las restricciones de entrada, limitando el ingreso y vulnerándose entre muchos otros, el derecho a la libre circulación: “toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso el propio, y a regresar a su país”, (artículo 13 de la Declaración Universidad de los Derechos Humanos.
«La vulnerabilidad por falta de dinero y acceso a derechos también expone a los migrantes venezolanos a riesgos tan graves como contraer la covid-19, como por ejemplo el caso de ellos en condición de mendicidad, hacinados, sin agua y expuestos a la violencia en todas sus manifestaciones»
Neida Albornoz, docente e investigadora de la Universidad Simón Bolívar, de Cúcuta
El fenómeno migratorio desde Venezuela podría convertirse en el mayor del mundo, si supera los niveles de movilidad forzada como el de Siria. ¿Cree que se está cerca de llegar a ese punto?
Una cosa es comparar la movilidad humana de dos países en términos de cifras y otra es compararla desde sus causas y otra en términos de respuesta internacional.
En cifras, la cantidad de venezolanos en el mundo reportada por la Plataforma de Coordinación para Refugiados y Migrantes, Refugiados y solicitantes de asilo de Venezuela en América Latina y El Caribe es de 5.082.170 al 5 de junio de 2020 y mientras no mejoren las condiciones de vida de los venezolanos estas cifran o se van a detener. Por su parte, según Amnistía Internacional habían más de 4,8 millones de refugiados sirios en sólo cinco países: Turquía, Líbano, Jordania, Irak y Egipto y según Datos Macro de Expansión el número de emigrantes sirios se ubica al 2019 en 8.225.499 personas refugiadas. En términos numéricos pudiera decirse que es parecida.
Desde sus causas, los sirios huyen de una guerra civil, un conflicto armado que inicio en 2011 y más adelante un conflicto internacional con la presencia de países que son potencias mundiales, existiendo migración interna y millones de personas con necesidad de ayuda humanitaria que aún se encuentra en ese país.
En el caso de Venezuela, siendo un país donde no existe ningún conflicto interno, razón por la cual los migrantes venezolanos no son reconocidos como refugiados, pues sus causas para emigrar están marcadas por el deterioro de sus niveles de vida. Se van porque tienen sueldos mensuales entre 3 USD a 5 USD que no les alcanza para cubrir las necesidades básicas y también huyen por la violencia e inseguridad, por ser uno de los países con mayor violencia en el mundo.
Aunque las causas de la movilidad sean distintas, la situación de vulnerabilidad y desarraigo que viven los migrantes tanto sirios como venezolanos es similar. La diferencia está en la respuesta internacional, según informe del Instituto Brokings; mientras que fueron movilizados 7.400 millones de dólares en cuatro años dirigidos a la crisis Siria, para Venezuela han sido destinados 580 millones de dólares en ese mismo período, siendo mucho menor y es una crisis que demanda una ayuda internacional global.
¿Qué opinión le merece el manejo que le han dado las autoridades colombianas a la crisis migratoria venezolana?
Colombia alberga 1.809.872 venezolanos, es decir, aproximadamente el 35% del total de los migrantes internacionales y ha sido un verdadero reto el esfuerzo de atender esta crisis como país receptor de migrantes. La posición del gobierno colombiano ha sido con una política de puertas abiertas creando diversos mecanismos para fomentar la regularización y acceso a algunos servicios.
A su juicio, ¿cuáles son los puntos clave para atender la migración en Colombia?
Coincido con el informe que publicó recientemente Equilibrium Cende sobre la inclusión laboral de la población migrante venezolana en Colombia. Los principales desafíos para la inserción laboral de esta población son: la temporalidad de los documentos migrantorios, irregularidad migratoria, dificultades para convalidad títulos profesionales, desconocimiento sobre los procesos de contratación laboral, barreras para acceder a redes de protección social y para formalizar emprendimientos.
La pandemia por la covid-19 dejó al descubierto la vulnerabilidad de los migrantes y refugiados. La ONU ha señalado que estas personas actualmente enfrentan tres crisis que se combinan en una: la sanitaria, la socioeconómica y la de protección. ¿Cómo buscar soluciones?
Ese aumento de vulnerabilidades para el migrante internacional ha causado el incremento del tráfico ilegal de migrantes y la trata. La ONU ha afirmado que este fenómeno aumentó en las fronteras de América del Norte y Europa (migrantes a lo largo de las rutas del Mediterráneo occidental y central), pero es una realidad que están viviendo todos los migrantes en el mundo.
Esto ocurre debido al cierre de fronteras aéreas, marítimas y terrestres y al mismo tiempo existiendo personas con necesidad de emigrar forzadamente porque huyen de la violencia, conflictos armados en sus países o por la pobreza. Existe otro riesgo socioeconómico que es la explotación del migrante con necesidades económicas; incluso, se exponen a contraer el virus de la covid-19 porque trabajan o viven en lugares sin acceso a la protección sanitaria necesaria.
¿Es la pandemia una oportunidad para replantear la movilidad humana y atender los altos flujos migratorios que se mueven en Latinoamérica?
Sí. Es una forma de ver este fenómeno desde una perspectiva de los riesgos que implica tener a los inmigrantes pobres en condición de calle, hacinamiento e inseguridad. Ellos son seres humanos y con necesidad de refugio y protección. Las medidas deben ser pensadas y enfocadas de manera más efectiva, inclusiva y apegadas al respeto de los Derechos Humanos y protocolos de Derecho Internacional Humanitario.
Por: Milagros Palomares @milapalomares