Colprensa y Te lo Cuento News, con el apoyo de USAID, administrarán este espacio que busca comprender mejor la migración y la integración, y combatir con información e historias de vida la discriminación, los prejuicios y la xenofobia.
Search
Close this search box.

El béisbol venezolano, una aventura insostenible

| Por: ALVARO CARDONA / REVISTA SEMANA


Silvino Bracho tiene la pelota en sus manos, debe ponchar a los últimos tres bateadores para que las gradas revienten de alegría. Lo veo pensar esa jugada desde el palco de prensa. En mis 15 años como periodista nunca había pisado un palco de prensa. Mi trinchera es la calle, la oficina o mi propio cuarto. Pero esta vez me tocó. Me siento incómodo, es difícil estar allí calladito sin poder expresar muchas emociones. Quiero gritar, estar entre el público. Quiero ser otro venezolano más en el estadio Luis Aparicio, de Maracaibo, durante la gran final de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional (LVBP) en su temporada 2016/2017.

Veinte mil personas le piden un ponche a Silvino, cerrador estelar de las Águilas del Zulia que buscan el campeonato ante los Cardenales de Lara. Silvino logra el primer out, el bullicio es enorme. El tercera base de Lara, Carlos Rivero, alarga la espera con un jonrón. El marcador no peligra. Llega el segundo out. Yo no aguanto más, me quito la identificación y me dirijo a las gradas. Soy un fanático más a punto de ver a su equipo ganar el título por primera vez en 17 años. Silvino lo hace, poncha a su rival y las Águilas del Zulia logran el campeonato frente a su público.
 

Ese fue mi último juego en vivo.

El béisbol venezolano, una aventura insostenible
El béisbol venezolano, una aventura insostenible Silvino Bracho tiene la pelota en sus manos, debe ponchar a los últimos tres bateadores para que las gradas revienten de alegría. Lo veo pensar esa jugada desde el palco de prensa. En mis 15 años como periodista nunca había pisado un palco de prensa. Mi trinchera es la calle, la oficina o mi propio cuarto. Pero esta vez me tocó. Me siento incómodo, es difícil estar allí calladito sin poder expresar muchas emociones. Quiero gritar, estar entre el público. Quiero ser otro venezolano más en el estadio Luis Aparicio, de Maracaibo, durante la gran final de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional (LVBP) en su temporada 2016/2017.

Silvino Bracho después del último out del juego en el que las Águilas del Zulia ganan el campeonato después de 17 años  © Twitter @AguilasDelZulia

Entre el 2017 y el 2018, más de 500 mil venezolanos cruzaron la frontera con Colombia y yo soy uno de ellos. Luego de celebrar con todas mis ganas el título, de luchar con la resistencia durante las protestas antigubernamentales y de no ver ningún fruto decidí emigrar. Y acá estoy, en Colombia, con mi maleta llena de gorras y franelas de mis equipos queridos. También estoy con mi gusto intacto por este bello deporte, pero como aquella noche de Maracaibo, sufro por no poder disfrutarlo.

El béisbol venezolano, una aventura insostenible
El béisbol venezolano, una aventura insostenible Silvino Bracho tiene la pelota en sus manos, debe ponchar a los últimos tres bateadores para que las gradas revienten de alegría. Lo veo pensar esa jugada desde el palco de prensa. En mis 15 años como periodista nunca había pisado un palco de prensa. Mi trinchera es la calle, la oficina o mi propio cuarto. Pero esta vez me tocó. Me siento incómodo, es difícil estar allí calladito sin poder expresar muchas emociones. Quiero gritar, estar entre el público. Quiero ser otro venezolano más en el estadio Luis Aparicio, de Maracaibo, durante la gran final de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional (LVBP) en su temporada 2016/2017.

Radio en las calles

No recuerdo cuál fue el último juego de béisbol venezolano que vi por televisión. Desde que llegué a Bogotá en septiembre de 2017 no pude ver ninguno. Durante mi estadía he seguido los juegos por internet solo, en silencio, en un ambiente insólito.

Nunca pensé que en mi vida iba a estar por las calles de la capital colombiana escuchando un juego de mis Águilas por radio. Fue una de las formas de estar pendiente de la temporada. El circuito radial a través de radio web transmite los partidos. Varias de mis noches se vieron acompañadas por los outs y los batazos, muchas veces caminando entre el frío de Bogotá, o tratando de hacer ejercicio.

Así resolví mi temporada. En otras ocasiones intenté sintonizar los juegos por YouTube. Solo hay dos canales venezolanos que usan esa plataforma para transmitir los partidos.

Esa misma táctica aplicó Eduard Ortega, un joven comunicador social también fanático de las Águilas del Zulia. Eduard llegó hace dos años, también huyendo de la crisis. Un día tomó su gorra, su franela, su maleta y partió con la familia. Se radicó en Bogotá, extrañando mucho las visitas al Luis Aparicio.

“Yo iba todos los años a los juegos, desde pequeño, pues. Era una tradición familiar. Por eso, he sufrido mucho porque estoy acá muy lejos de mi béisbol…”


…comentó Eduard, que trabajó más de cinco años en el periodismo deportivo de su natal Maracaibo.

Eduard resolvió como pudo esa ausencia de los partidos en su vida. “Bueno, estuve cazando casi toda la temporada por las redes sociales hasta que finalmente pude conectarme con algunos enlaces y bueno, por el canal de Youtube de algunos medios venezolanos”. Le pregunté a Eduard cómo se sentía siendo un fanático beisbolero viviendo en un país de fútbol y me dijo que es muy raro, “porque todo el mundo habla es de fútbol. En Venezuela también lo hacemos, pero es por temporadas, cuando está la Liga de Campeones, los mundiales o la Copa América, pero cuando hay béisbol, el béisbol es el rey”, analizó Eduard que es padre de un niño y espera transmitirle su sentimiento por este deporte.

Felipe Méndez, un seguidor de los Navegantes del Magallanes también tuvo que arreglárselas para seguir la temporada. Su equipo llegó a las semifinales y ha fue uno de los más sólidos de la temporada. “Durante meses estuve buscando enlaces por internet para poder seguir los juegos, también me conecté por el circuito radial en varios de los partidos”, expresó. Felipe.

Una de las cosas buenas de usar una franela de béisbol en Colombia es que otro venezolano te reconoce y se arma la discusión. Así lo recuerda Felipe:
 


“Una vez me bajé de la estación Héroes con mi camisa del Magallanes, me vieron unos caraquistas y me gritaron: ‘Magallanero chimbo, ve a pulir banca…’ y bueno, se armó una polémica sana, terminamos riendo y saludándonos como hermanos, como esperamos todos los venezolanos que ocurra de nuevo en el país”.

El béisbol venezolano, una aventura insostenible
El béisbol venezolano, una aventura insostenible Silvino Bracho tiene la pelota en sus manos, debe ponchar a los últimos tres bateadores para que las gradas revienten de alegría. Lo veo pensar esa jugada desde el palco de prensa. En mis 15 años como periodista nunca había pisado un palco de prensa. Mi trinchera es la calle, la oficina o mi propio cuarto. Pero esta vez me tocó. Me siento incómodo, es difícil estar allí calladito sin poder expresar muchas emociones. Quiero gritar, estar entre el público. Quiero ser otro venezolano más en el estadio Luis Aparicio, de Maracaibo, durante la gran final de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional (LVBP) en su temporada 2016/2017.

Se complica el béisbol
Que el venezolano viva alejado de un ambiente beisbolero es algo nuevo y complicado. “Extraño estar en un juego de béisbol rodeado de todas las incidencias que son un alivio en medio de todo el pesar que vivimos. El béisbol es esa buena noticia que siempre esperamos”, expresó Felipe quien reside en Bogotá hace seis meses.

El béisbol es un alivio, un break en medio de tanta penuria. Este año se ha visto complicado jugar la temporada por razones mayores. La zafra 2018-2019 inició contra todo pronóstico en medio de una crisis económica que, según los datos del Fondo Monetario Internacional, para el 2018 presentó un porcentaje de inflación superior a un millón por ciento.

La realización de la liga quedó en veremos el año pasado, y la desconfianza se extendió a un evento todavía más importante: la Serie del Caribe, que reúne a los equipos campeones de la Confederación compuesta por México, Puerto Rico, República Dominicana y Venezuela. Es como la Copa Libertadores del béisbol latino. Se lleva a cabo anualmente y los países se van rotando la sede. Para 2018 le correspondía a la ciudad de Barquisimeto, en Venezuela, pero la confederación decidió otorgarle el honor a México, en parte por razones de seguridad y por motivos económicos.

El béisbol venezolano, una aventura insostenible
El béisbol venezolano, una aventura insostenible Silvino Bracho tiene la pelota en sus manos, debe ponchar a los últimos tres bateadores para que las gradas revienten de alegría. Lo veo pensar esa jugada desde el palco de prensa. En mis 15 años como periodista nunca había pisado un palco de prensa. Mi trinchera es la calle, la oficina o mi propio cuarto. Pero esta vez me tocó. Me siento incómodo, es difícil estar allí calladito sin poder expresar muchas emociones. Quiero gritar, estar entre el público. Quiero ser otro venezolano más en el estadio Luis Aparicio, de Maracaibo, durante la gran final de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional (LVBP) en su temporada 2016/2017.

©  Alvaro Cardona / REVISTA SEMANA

El béisbol venezolano, una aventura insostenible
El béisbol venezolano, una aventura insostenible Silvino Bracho tiene la pelota en sus manos, debe ponchar a los últimos tres bateadores para que las gradas revienten de alegría. Lo veo pensar esa jugada desde el palco de prensa. En mis 15 años como periodista nunca había pisado un palco de prensa. Mi trinchera es la calle, la oficina o mi propio cuarto. Pero esta vez me tocó. Me siento incómodo, es difícil estar allí calladito sin poder expresar muchas emociones. Quiero gritar, estar entre el público. Quiero ser otro venezolano más en el estadio Luis Aparicio, de Maracaibo, durante la gran final de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional (LVBP) en su temporada 2016/2017.

El béisbol venezolano, una aventura insostenible
El béisbol venezolano, una aventura insostenible Silvino Bracho tiene la pelota en sus manos, debe ponchar a los últimos tres bateadores para que las gradas revienten de alegría. Lo veo pensar esa jugada desde el palco de prensa. En mis 15 años como periodista nunca había pisado un palco de prensa. Mi trinchera es la calle, la oficina o mi propio cuarto. Pero esta vez me tocó. Me siento incómodo, es difícil estar allí calladito sin poder expresar muchas emociones. Quiero gritar, estar entre el público. Quiero ser otro venezolano más en el estadio Luis Aparicio, de Maracaibo, durante la gran final de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional (LVBP) en su temporada 2016/2017.

© Kelseyannvere / PIXABAY

El béisbol venezolano, una aventura insostenible
El béisbol venezolano, una aventura insostenible Silvino Bracho tiene la pelota en sus manos, debe ponchar a los últimos tres bateadores para que las gradas revienten de alegría. Lo veo pensar esa jugada desde el palco de prensa. En mis 15 años como periodista nunca había pisado un palco de prensa. Mi trinchera es la calle, la oficina o mi propio cuarto. Pero esta vez me tocó. Me siento incómodo, es difícil estar allí calladito sin poder expresar muchas emociones. Quiero gritar, estar entre el público. Quiero ser otro venezolano más en el estadio Luis Aparicio, de Maracaibo, durante la gran final de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional (LVBP) en su temporada 2016/2017.

© Kelseyannvere / PIXABAY

Pero Barquisimeto sí recibiría la serie en este 2019, y por eso la LVBP hizo hasta lo imposible por arrancar el torneo. Lo logró. El espaldarazo de Petróleos de Venezuela (Pdvsa), con un patrocinio de 12 millones de dólares a cada uno de los ocho equipos le sirvió de catapulta. Con ese dinero los dueños pudieron invertir en la compra de jugadores, pagar sueldos, hacer mejoras en los estadios, entre otros gastos.

Se dio la voz de play ball y el público, golpeado por la crisis, tuvo que pagar entradas que costaron 10 veces o más sobre su valor la temporada anterior. Hasta el cierre de estas líneas, la LVBP no ha brindado el informe sobre la asistencia en la zafra, sin embargo, un reporte del portal web venezolano Líder detalla que la asistencia durante el primer mes (octubre) se mantuvo en comparación al año anterior, unos ocho mil fanáticos por partido. El promedio de la liga en otros años fue de 11 mil.

El beísbol, en todo caso, no escapó de la crisis económica y la inseguridad. El pasado 7 de diciembre, luego de salir de un partido en Caracas, la camioneta donde viajaban Luis Valbuena, grandeliga de los Angelinos de Anaheim y Luis Castillo, extoletero de los Piratas de Pittsburgh, se volcó y les causó la muerte. Unos hombres habían puesto obstáculos en la vía para robarles y terminaron causando el accidente. Voces de protestas se levantaron exigiendo la suspensión de la temporada, pero no sucedió: el show debía continuar.

Mientras escribo este texto, en Venezuela se juega la final de la temporada y se debate entre dos presidente: Juan Guaidó, que se juramentó como presidente encargado y denunció de “usurpador” a Nicolás Maduro, el presidente en el papel. El 23 de enero se jugó el segundo partido de la gran final entre Leones del Caracas y Cardenales de Lara. Ese día, según reportes del Foro penal Venezolano, 16 jóvenes murieron en las calles producto de la represión por parte de fuerzas del estado. Jesús Guzmán, estrella del equipo Caracas anunció que el equipo se retiraría por respeto a las víctimas.

“Mis compañeros y el cuerpo técnico decidimos no salir a jugar. No es fácil lo que estamos viviendo en este momento”, escribió en su cuenta de Instagram el ex grandeliga de los Padres de San Diego. A raíz de la situación, varios jugadores importados abandonaron el país. Los señalamientos llegaron y Cardenales no se retiró, pidió jugar. La liga les hizo caso y el segundo partido de la final se llevó a cabo en medio de las revueltas. Las críticas han llovido y el estadio Universitario de Caracas no se llenó para el tercer partido de esta “final indolente”, como le han llamado.

Finalmente, la Serie del Caribe de 2019 fue suspendida, ya no será en Venezuela. Podrían no ser malas noticias, después de todo, en estos momentos el fanático también está con la cabeza puesta en el futuro. “Ya tendremos tiempos mejores y podremos disfrutar de nuestro deporte como es”, comentó Jorge Chirinos, un seguidor del equipo del Zulia. Vivir el béisbol en este momento no es una prioridad para el fanático venezolano. Por ejemplo, para esta crónica nos trazamos la idea de visitar algún sitio nocturno bogotano donde se reunieran los venezolanos para ver los juegos, pero eso no ocurrió. Los emigrantes siguen minuto a minuto las incidencias de la situación política por las redes o pegados a la señal de canales internacionales. Los bates y guantes están a un lado en este momento.

Por: Rafael Sulbarán @RafaelDSulbaran