Por primera vez en la historia, un grupo de niños venezolanos desfiló en el Carnaval Infantil, el evento que le da apertura al Carnaval de Barranquilla.
El día avanzaba. Los niños y jóvenes estaban tan emocionados que no sentían el ardiente clima. Para ellos esta era una experiencia inolvidable. Habían empezado a preparar la comparsa desde hacía dos meses y medio, y ya había llegado el momento de mostrar lo aprendido. “Estaba feliz. Imagínate que nunca en mi país salí a bailar, pero aquí en Barranquilla nos contagiamos de la alegría del Carnaval”, expresó Mónica, una de las niñas que conforman la comparsa ‘Chamos a lo Bien’, compuesta por migrantes venezolanos que han encontrado en Barranquilla la oportunidad que por la difícil situación se les niega en su país. Mónica mostraba, con una sonrisa que llenaba su cara, el traje color lila con el que bailó a ritmo de cumbia, porro y otros ritmos típicos de esta fiesta caribeña.
La organización y coordinación de la comparsa estuvo a cargo de Katia Polo, una sicóloga que hace parte del secretariado de Pastoral Social Caritas Barranquilla, la entidad que lleva varios años ayudando a los migrantes venezolanos en la ciudad y procurando que los niños y niñas aprovechen mejor su tiempo libre.
«Este tipo de actividades son un medio para que ellos se expresen culturalmente y se sientan aceptados en un entorno que no es el propio de ellos. Cuando estaban a punto de salir, me decían ‘seño, estamos tan emocionados que queremos llorar’. Yo solo atiné a decirles ‘no, señoritos, no se van a dañar el maquillaje que hoy es un día para ser felices»
contó emocionada Katia.
La organización del Carnaval de los Niños está a cargo de Hugo Diazgranados, quien se muestra entusiasmado de que esta población hermana participe de la fiesta. “Yo soy docente y veo el Carnaval como la mejor herramienta pedagógica que hay. Con él se puede manejar lo que quieras: matemáticas, sociales y más aún la parte de la ética y la humanidad. La situación por la que pasan los hermanos venezolanos no es fácil y esta es una oportunidad para que se sientan parte de esta gran fiesta”, dice.
En el mismo evento, madres venezolanas comercializaron gorras con simbología del carnaval, una iniciativa en la que también venían trabajando desde diciembre del año pasado. Este tipo de proyectos hacen parte de los programas que ofrece ACNUR y la Pastoral Social en búsqueda de la integración local de migrantes venezolanos en Barranquilla.
En diciembre de 2019, este grupo de niños hizo su primera salida pública en el ‘desfile de la luz’.
© ACNUR: Ricardo Rojas
Según Alba Marcellan, jefe de la oficina de ACNUR en Barranquilla, esta es una oportunidad para incluir a los menores en actividades artísticas y culturales que fortalecen la inclusión, teniendo en cuenta que la mayoría de los niños que hacen parte del grupo no están incorporados en el sistema educativo, ya sea por falta de cupos o por los procesos de nivelación que exige el sistema colombiano. De hecho, de acuerdo con cifras del Observatorio del Proyecto Migración Venezuela, en el país el 23 por ciento de los venezolanos no envían a sus hijos al colegio porque no los han aceptado por falta de papeles.
«Son niños que están en proceso de transición y nos parecía muy oportuno involucrarlos en una actividad artística y cultural tan importante en Barranquilla como lo es el carnaval. Darles la oportunidad de contribuir con la ‘maleta’ cultural que ellos traen de Venezuela»
Dice Alba Marcellan
Finalmente le tocó el turno a la comparsa de desfilar por la carrera 54 en medio de la admiración de los espectadores que aplaudían y los avivaban a medida que hacían el recorrido. Sus caritas expresaban la felicidad resaltada por el blanco de sus sonrisas que iluminaban el trayecto y los hacían olvidar de los problemas de su país.
Sus vestidos color blanco y lila iluminaban y daban realce a su presentación, ‘Baile de Tambores’, un ritmo originario de Venezuela con el que le mostraron al mundo que un pedacito de su país recorría y mostraba su cultura en el Carnaval de los niños 2020.
Oriundos del estado de Zulia, en el norte de Venezuela, la mayoría de estas familias encuentran similitudes culturales entre su lugar de origen y el departamento del Atlántico, por lo que estas actividades los hacen sentir “como en casa”, afirman algunos participantes. En general son familias residentes del sector El Ferry, en Barranquilla, uno de los barrios con mayor recepción de población venezolana en la capital del Atlántico.
Por: Lewis Forest y Natalia Prieto