La oficial de reserva con corazón de yotojoro

Sandra Milena Rodriguez Lizarazo llegó a Uribia hace tres años para trabajar en la atención a los migrantes. | Por: ANDRÉS BOSCAN

En medio del inclemente sol se escucha a lo lejos la enérgica voz de Sandra Milena Rodríguez: “¡a ver, los quiero ordenaditos para poder atenderlos y aligerar la fila!”, dice mientras acomoda a los migrantes que llegan al comedor comunitario de la Fundación Guajira Naciente, en Uribia. Este lugar está ubicado a tan solo unos metros de La Invasión, un barrio de casas de lata, trapos y cartón donde viven más de 7.000 wayuus y arijunas (colombianos y venezolanos que no hacen parte de la etnia) provenientes de Venezuela.

Sandra Milena es una forastera más en la capital indígena de Colombia. Su piel carmesí, pintada por el desierto, contrasta entre las pieles amaderadas de los wayuu. Muchos saben que no es de allí por su acento pero, aunque la llaman paisa, nació en Funza, Cundinamarca, y llegó hace tres años a Uribia.

“Ser de afuera es bastante raro en un lugar como este”, asegura mientras cuenta la cantidad de platos de comida que quedan de los 1.200 que sirve a diario para el desayuno y el almuerzo. Más allá de los cardones que resguardan el lugar, la fila es interminable.

La oficial de reserva con corazón de yotojoro
La oficial de reserva con corazón de yotojoro En medio del inclemente sol se escucha a lo lejos la enérgica voz de Sandra Milena Rodríguez: "¡a ver, los quiero ordenaditos para poder atenderlos y aligerar la fila!", dice mientras acomoda a los migrantes que llegan al comedor comunitario de la Fundación Guajira Naciente, en Uribia. Este lugar está ubicado a tan solo unos metros de La Invasión, un barrio de casas de lata, trapos y cartón donde viven más de 7.000 wayuus y arijunas (colombianos y venezolanos que no hacen parte de la etnia) provenientes de Venezuela.

El comedor comunitario de la Fundación Guajira Naciente, en Uribia, entrega en promedio 1.200 platos de comida diaria.  ©Andrés Boscan

En el sitio, equipado con carpas donadas por el Programa Mundial de Alimentos (PMA), se atiende a población prioritaria: niños, mujeres embarazadas, madres lactantes, personas de la tercera edad y discapacitados.

Sandra es oficial de la Reserva de las Fuerzas Militares colombianas. Aunque la disciplina militar la convirtió en una mujer fuerte, se ha ganado el cariño del pueblo indígena que recibe su ayuda. “Los wayuu son como el cardón: espinosos. Pero cuando se les sabe tratar tienen en su interior el yotojoro (madera) que es muy noble”, dice.

Aunque está lejos de sus hijos, que viven en Bogotá, ella reconoce que Uribia le ha permitido hacer lo que más le gusta: servir a quienes lo necesitan. Cada día empieza su jornada a las 3:30 de la mañana.


«Creo que es necesario que se abra otro comedor, porque manejar más de 1.200 comidas en este sitio es imposible. » 


Debido a la escasez de agua potable y las precariedades de la zona, son frecuentes los casos de desnutrición en niños y mujeres gestantes. Por eso, el proyecto Vamos Colombia de la Fundación Andi* llegó a Uribia, con su grupo de voluntariado.

 

*Durante cuatro días, cerca de 300 personas se sumaron a la iniciativa de voluntariado corporativo Vamos Colombia, que busca inspirar al sector privado a trabajar por la reconciliación y la inclusión en diferentes regiones del país. La iniciativa cuenta con el apoyo de Usaid, AcdiVoca, Andi, Más País y Fundación Andi.

Por: Andrés Boscan