Un matrimonio al servicio de los migrantes

Según Migración Colombia, y con corte al 31 de octubre de 2019, hay 37.937 venezolanos en Bucaramanga en condición regular e irregular. | Por: ARCHIVO PERSONAL


La primera vez que Venezuela se coló entre Maria Eugenia y Jesús fue en una invitación a comer arepas. Ambos estudiaban su posgrado en la Universidad de Salamanca: él, su maestría en Ciencias Políticas y ella, su doctorado en Procesos Políticos Latinoamericanos. Durante el 2010, coincidían en el campus o en los pasillos de la universidad. Hoy, comparten un proyecto de vida posible gracias a la migración.

“Sabía que ningún venezolano fuera del país, como nos pasa a los colombianos, se puede resistir a comer arepa”, cuenta entre risas Maria Eugenia: su táctica de conquista funcionó y hoy cumplen siete años de casados. Antes de coincidir en Salamanca, fueron nómadas por cuestiones laborales o académicas. Entendieron qué es ser migrante y extrañar los olores, los sabores, los colores de su tierra.

Maria Eugenia es de Ocaña, Norte de Santander. Es directora del Instituto de Estudios Políticos (IEP) de la Universidad Autónoma de Bucaramanga (UNAB). En el 2017, creó el Programa de Acción Universitaria sobre Migración, un ejercicio pionero en la ciudad que trata este tema transnacional.


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Un matrimonio al servicio de los migrantes
Un matrimonio al servicio de los migrantes La primera vez que Venezuela se coló entre Maria Eugenia y Jesús fue en una invitación a comer arepas. Ambos estudiaban su posgrado en la Universidad de Salamanca: él, su maestría en Ciencias Políticas y ella, su doctorado en Procesos Políticos Latinoamericanos. Durante el 2010, coincidían en el campus o en los pasillos de la universidad. Hoy, comparten un proyecto de vida posible gracias a la migración.

 “Era muy fácil enamorarme de este país con una anfitriona como ella”, dice Jesús.

Jesús es de Valencia, Venezuela, y entregó su primera hoja de vida en Bucaramanga, una vez llegó a Colombia en el 2012. Al poco tiempo, la Universidad Santo Tomás le dio un voto de confianza que permanece hoy en día. Es director del Departamento de Admisiones y Mercadeo. ¿Su anhelo? Ser un buen representante de su país.

En el 2010 se conocieron y se enamoraron. Con amor, Maria Eugenia cuenta que aún tiene la foto del primer beso. Ese día también inició un proyecto en conjunto. Decidieron vivir juntos y nació un deseo de contar y tratar la migración.



Migración desde el coaching 

Jesús llegó a Colombia el 19 de mayo de 2012. Era invitado a la fiesta de cumpleaños de Maria Eugenia. Aún recuerda ese primer día: el jolgorio, las canciones vallenatas y la preocupación por el dinero. Tenía dos maletas llenas de libros y ropa. Con 120.000 pesos en su bolsillo se sentía millonario.

Es politólogo de la Universidad Central de Venezuela. Su pasión son las relaciones internacionales, área que logró ejercer durante su pasantía en la Organización de los Estados Americanos (OEA). “Para mí, fue tocar el cielo”, dice.

Su sueño de ejercer la carrera diplomática sigue pendiente debido a las trabas que hay en Venezuela. Su experiencia más cercana fue en la Cancillería, una labor que desempeñó hasta 2009. En los pasillos de la Casa Amarilla de Caracas se encontró un par de veces con el canciller de la época y hoy presidente, Nicolás Maduro. Cuenta su anécdota entre risas por esas “vueltas de la vida”, como las llama.

Lleva siete años en la ‘Santoto’ y ya dejó un legado. Fundó la cátedra ‘Características de los Líderes del Siglo XXI’, una asignatura que empezó con charlas de 50 minutos y terminó en conferencias de hasta 1.000 asistentes. Para Jesús son importantes, además de los conocimientos técnicos de un pregrado, las habilidades blandas como el trabajo en equipo, el liderazgo y la negociación.

Jesús aborda la migración desde el coaching, otra de sus pasiones. Extraña Venezuela pero su consejo es el mismo: “mantener la mente abierta y no torturarse”Quiere combatir esas percepciones que los colombianos tienen sobre los venezolanos basadas en la desinformación. Aparte de sus conferencias, trabaja la migración fuera de las aulas y acompaña las labores de Maria Eugenia en el IEP. Con una sonrisa de complicidad, cuenta que conocer a Maria Eugenia fue su tiquete para llegar a Colombia.

Un matrimonio al servicio de los migrantes
Un matrimonio al servicio de los migrantes La primera vez que Venezuela se coló entre Maria Eugenia y Jesús fue en una invitación a comer arepas. Ambos estudiaban su posgrado en la Universidad de Salamanca: él, su maestría en Ciencias Políticas y ella, su doctorado en Procesos Políticos Latinoamericanos. Durante el 2010, coincidían en el campus o en los pasillos de la universidad. Hoy, comparten un proyecto de vida posible gracias a la migración.

Maria Eugenia cuenta que su matrimonio con Jesús le ha regalado una nueva familia

El complemento académico

Desde 2017, Maria Eugenia trabaja en el Instituto de Estudios Políticos de la UNAB. Cuenta con orgullo los logros del Programa de Acción Universitaria sobre Migración, un centro líder en la región que ha realizado la caracterización de la población migrante y ha procurado combatir el desconocimiento y la estigmatización.

La docencia y la investigación han sido las bases de actividades académicas, brigadas de salud, trabajo con familias y alianzas estratégicas con la Organización Internacional para las Migraciones y ACNUR, la agencia de Naciones Unidas que trabaja este tema. El Programa también ha creado un punto de atención permanente para migrantes y dicta capacitaciones en Derecho Internacional Humanitario a ocho consultorios jurídicos.


« El Instituto quiere ser un actor protagónico que atienda las necesidades específicas que la gestión pública enfrenta en este fenómeno social tan complejo. Quiere dar una respuesta responsable a la búsqueda de soluciones o estrategias para enfrentar de mejor manera esta situación»

 dice Maria Eugenia.


Sobre sus motivaciones apela a la responsabilidad social, reflejada en su trabajo, y la experiencia personal de haber sido migrante durante cuatro años en España. “Pude comprender lo que es sentirte intruso en otro país”, dice. Además, se considera integrante de un familia colombo-venezolana. Recuerda la nostalgia de esas despedidas familiares y la felicidad al conocer a la familia de Jesús. Su relación ha complementado ese trabajo que hace desde la academia.

Un proyecto compartido

Jesús reconoce que está enamorado de Bucaramanga. Si le preguntan por sus razones, no las alcanza a enumerar con ambas manos. Disfruta los parques, las obleas de Floridablanca y la ausencia de trancones. Maria Eugenia piensa igual y añade otra razón: la ciudad es el lugar perfecto para que crezca su hogar.

En cuanto a su proyecto compartido tienen algo claro. Cada uno, desde su profesión, seguirá trabajando a favor de la población migrante, ya sea desde conferencias, investigaciones o propuestas en políticas públicas. Quieren promover la premisa de que la migración es un asunto de todos y que es necesario luchar contra la discriminación y la xenofobia.

Mientras, Jesús seguirá apostándole al empate cuando la Tricolor y la Vinotinto se enfrenten en la cancha, y esperará a que aprueben su petición para obtener la nacionalidad colombiana. “Me quiero llamar colombo-venezolano —dice— por el amor que le tengo a mi patria natal y a esta que me adoptó y me abrió las puertas para siempre”. Por su parte, Maria Eugenia y el Instituto tienen proyectos para presentar soluciones a temas como el trabajo formal e informal, la documentación y la creación de bases de datos que traten la migración desde la cultura y la integración.

Ni Maria Eugenia ni Jesús olvidan que el corazón y el trabajo de ambos coinciden en Colombia y Venezuela.

Por: Ángela María Agudelo @_angelamariaa