Durante 90 minutos los venezolanos olvidaron sus problemas y la cruda realidad política, económica y social que atraviesa su país. Varios de ellos se reunieron para apoyar a su selección en el partido que disputaron contra Perú por la Copa América.
Aunque la situación económica de los migrantes no es la mejor, muchos de ellos se las arreglaron para seguir a su selección. Mientras la pelota rodaba en Porto Alegre (Brasil), el escudo y la bandera de Venezuela y, algunas camisetas vinotinto empezaron a asomar en las calles de Cedritos, un barrio al norte de Bogotá que ha recibido a muchos venezolanos.
Para no perderse detalles del partido estaba la radio, muchos con audifonos sufrían cada vez que había una aproximación de gol y sentados en los andenes de la capital comentaban cada jugada. Con el paso de los minutos el estrés fue aumentando, la necesidad de ver lo que estaba ocurriendo con su selección hacía que se acercaran a un bar o un restaurante con televisor para intentar ver desde la distancia a los referentes de su selección. La potencia de Salomón Rondón, las atajadas de Wuilker Faríñez o al legendario Tomás Rincón.
Osman Rengifo llegó de Caracas hace siete meses, allá trabajaba como auxiliar de autopsia y dejó a su esposa y su hija de cuatro años para buscar un sustento para ellas. Hoy trabaja como domiciliario en moto, por la que debe pagar un alquiler de 120.000 pesos semanales, más la gasolina. “Todas las semanas mandó dinero para mi familia y trabajo duro para responder por la cuota de la moto”, confiesa mientras sigue el partido y espera un domicilio para seguir su camino.
Las calles de Cedritos por 90 minutos se convirtieron en tribunas que los venezolanos usaron para alentar a su selección. © Juan Carlos Sierra/Semana
Por otra parte, Alejandro Méndez, líder de la iniciativa “Cedrizuela”, que busca apoyar de manera integral a sus compatriotas radicados en Colombia, cuenta que en su país el fútbol viene ganando terreno desde hace unos 15 años y hoy es catalizador de su realidad. Sin embargo, él cree béisbol aún es el deporte rey en Venezuela.
A medida que avanzó el partido, la emoción aumentó. “Echen la bola. Vamos corran” se escuchó en las calles del barrio Cedritos. Mientras tenían un ojo en las pantallas de televisión el otro estaba atento a su celular esperando algún servicio de domicilio. Si el deber llamaba, agarraban su bici o moto y arrancaban a trabajar.
Con la camiseta de la selección y una gorra con la bandera Venezolana Jorge Ortiz, llegado hace tres años a Colombia, vio con angustia el primer gol de Perú, casi llora cuando vio que la pelota entró en el arco que defendía Faríñez, pero pronto volvió a la normalidad cuando el arbitro anuló el gol por el VAR. “Yo si creo que vamos a clasificar en este grupo”, dice este hincha del Deportivo Tachira, luego del final del primero tiempo.
El sol en la capital seguía en su esplendor y a pesar del calor, los fieles hinchas estaban de pie sugiriendo cambios a Rafael Dudamel, técnico de Venezuela, para el segundo tiempo. Con el final de la primera mitad, se dispersaron y su atención ahora si estaba al 100 por ciento en sus celulares y la posibilidad de trabajar.
Mientras disfrutaban del partido, estaban atentos a sus celulares, atentos por si el deber llamaba. © Juan Carlos Sierra/Semana
Tensión, emoción, sustos y más emociones vivieron estos fieles hinchas durante los 90 minutos del partido. © Juan Carlos Sierra/Semana
Jairo Bravo, en su bicicleta dice que su meta es hacer 35.000 pesos diarios “Uno echa pedal todo el día y a veces se pone duro el trabajo. Por eso no puedo quedarme viendo todo el partido, tengo que trabajar mucho para poder enviar algo a mi familia allá”.
Empezó el segundo tiempo y nuevos hinchas ocupaban una grada improvisada para seguir el partido, esperando ver un gol de la Vinotinto. Jugadas sin mucha trascendencia, hacía que el silencio desapareciera. Los chistes y risas salieron para calmar los nervios. Celebraron a rabiar la múltiple salvada de Fariñez que sacó aplausos de los espectadores.
Osman asegura que en Venezuela no se ve tanta gente apasionada al fútbol. “En un partido de Leones de Caracas si es común ver a mucha gente con la camiseta por las calles”.
El segundo susto del partido llegó con otra anotación de Perú. De nuevo caras largas y manos a la cabeza, pero la tristeza duró poco el VAR otra vez hizo que se anulara el gol. Los que se quedaron hasta el final del partido quedaron un poco inconformes pero tranquilos porque no perdieron.
Final del partido, todos alzan sus maletas y cada uno coje su camino. Se dispersan y nuevamente vuelven a su realidad. Más allá del empate, por 90 minutos estuvieron los venezolanos unidos. El fútbol y su selección les permiten alivianar cargas, aunque ellos nunca olvidan sus responsabilidades.
Por: Leonardo Numpaque Moreno @leonumpaque