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¡A rodar entre culturas! La historia de un roller llamado ‘Wakanda’

El Estadio Alfonso López y el Anillo Vial son puntos de encuentro de estos patinadores. La práctica busca expandirse a otros municipios cercanos como Lebrija y Barrancabermeja. Suministrada: Ludwyng Corzo / VANGUARDIA

Pertenecer a una comunidad urbana es contar con un espacio usado para el entretenimiento, la apropiación de hábitos saludables y la práctica de habilidades sociales, con el fin de conocer personas y, en algunos casos, adaptarse a una nueva cultura.

Por Vanguardia – Bucaramanga

Por 30 años, Darwin Volcán vivió en el barrio Petare, conocido como uno de los más grandes de la ciudad de Caracas. Desde niño dice sentir afinidad por los patines y rodar por las calles de la capital venezolana, bajo la sombra de las guacamayas que sobrevuelan en el atardecer. “Lo recuerdo perfectamente, éramos felices ahí. Tenía entre 10 y 12 años. Los patines se los trajo el niño Jesús a una prima y yo fui quien los usé porque ella le agarró miedo, entonces los usé hasta que los dañé. Extraño mucho Caracas, salir y mirar las guacamayas volando con su escándalo, es un ave que me encanta”, recuerda hoy en Colombia, su nuevo hogar.

Para el caraqueño cambiar de país y acostumbrarse a una nueva cultura fue todo un reto. Sin embargo, asegura que Bucaramanga lo recibió con los brazos abiertos. Aquí encontró un empleo, sobrevivió a una pandemia y formó una familia a través del deporte.

“En mis tiempos libres me la pasaba encerrado, no conocía a nadie. En cambio, cuando llegué a Rollers Life, poco a poco fui conociendo personas, me enamoré más del patinaje, se convirtió en mi estilo de vida y me cambió totalmente”, expresa.

Entre trucos, frenos y saltos ‘Wakanda’, como lo bautizaron en la comunidad por su parecido con el personaje de Marvel, formó lazos sólidos con personas que le dieron la mano, incluso, en las peores caídas. “Un día hice un frenado y me caí, me lastimé el codo y me agarraron cuatro puntos. Luego de eso, un compañero me dijo: ‘Usted no me patina más sin casco y sin protecciones’, y me los regaló. Eso fue muy especial para mi y desde ese día, no dejo mis protecciones”, comenta.

La constancia de este patinador hizo notable su talento dentro de la comunidad y ahora apoya a quienes inician su proceso de aprendizaje. “Siempre me dicen: “‘Wakanda’, quiero ser como tú”, yo les doy consejos de lo que hice para tener este nivel y ver que mi ejemplo les ayuda a mejorar es algo que me satisface”, expresa.

¡A rodar entre culturas! La historia de un roller llamado 'Wakanda'
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Jefferson Andrés Villamizar, instructor de Rollers Life, asegura que el avance de Darwin fue rápido, en un mes logró un buen dominio de los patines, y su constancia le permitió tener esa fluidez. “Avanzó mucho, inclusive puedo decir que más que yo”, según afirma.

Actualmente, Darwin hizo de los patines su medio de transporte y es común verlo desplazándose por las calles de la ciudad mientras llama la atención de otros conductores con la ayuda de un pito que lleva en su cuello.

“Tomé esa decisión cuando tuve más nivel, y es que es una buena alternativa para ahorrar dinero”, como él explica.

Actualmente, Darwin hizo de los patines su medio de transporte y es común verlo desplazándose por las calles de la ciudad mientras llama la atención de otros conductores con la ayuda de un pito que lleva en su cuello.

“Tomé esa decisión cuando tuve más nivel, y es que es una buena alternativa para ahorrar dinero”, como él explica.
Tal es el caso de Stefano Angotti, visitante italiano, que pasó una larga temporada en este grupo y tuvo la oportunidad de conocer la ‘ciudad bonita’ y varios de sus sectores de una forma particular.

“Te permite dividir la ciudad y conocerla, porque en cada clase se encuentra gente distinta, que vive en barrios diferentes y así puedes tener una idea más abierta de toda la ciudad y sabes que en cada lugar donde vayas encuentras un amigo”, explica el instructor.

¡A rodar entre culturas! La historia de un roller llamado 'Wakanda'
¡A rodar entre culturas! La historia de un roller llamado 'Wakanda' Pertenecer a una comunidad urbana es contar con un espacio usado para el entretenimiento, la apropiación de hábitos saludables y la práctica de habilidades sociales, con el fin de conocer personas y, en algunos casos, adaptarse a una nueva cultura.

Esta es una excusa para salir de casa, que se ve como un beneficio para su salud y una manera fácil y divertida de integrarse a una sociedad. Ayuda a crear conexiones que después pueden aportar en un trabajo o en el intercambio de conocimientos. “Me sentí muy incluido en la comunidad, en la ciudad, volvía a casa con un montón de personas que ahora conozco, entonces también me sentí más tranquilo”, dice Angotti.

“Esperamos abrir nuevos horarios, para personas que no pueden practicar en la noche, queremos expandirnos y ofrecer clases en otros puntos como Piedecuesta y Girón”, agrega Darwin Volcán.

El auge de estas comunidades urbanas es tal que, según Jefferson, han logrado movilizar a más de 200 patinadores en rutas dentro de Bucaramanga y por todo el departamento en municipios como Lebrija, Barrancabermeja, Berlín y Los Santos. También han rodado por otras ciudades del país como Medellín y Santa Marta.