Con frecuencia se reportan episodios lamentables contra niños, niñas y adolescentes, pero hay que saber diferenciar cuándo se trata de un episodio genuino y cuándo corresponde a un cambio de comportamiento.
Cuando suceden hechos muy visibles como un cambio súbito de comportamiento en el menor, los padres, hermanos mayores o cuidadores suelen asumir de inmediato que están frente a un caso de abuso; pero no necesariamente es así.
Expertos con décadas enteras de análisis de estos casos tienen claro que el hecho de que un pequeño esté retraído o triste no implica que haya sido abusado; lo que realmente constituye una señal de alarma es que tenga comportamientos realmente extraños en situaciones y ante personas determinadas.
“Quiere decir que, desde el momento de los supuestos hechos, es importante que haya un cambio: por ejemplo, permanecía alegre, y frente a una persona en específico cambió su comportamiento. Esa es la señal más importante”, asegura Ricardo Suárez, perito forense y experto en abuso infantil.
Según los expertos en la materia, el comportamiento de un niño puede cambiar por muchas situaciones y circunstancias, y por eso la segunda señal de alerta es que debe haber diálogo directo para indagar lo qué pasa y estar muy atento a signos físicos de un eventual y real abuso.
“Puede ser maltrato físico o psicológico que no necesariamente implican un abuso sexual, salvo que el menor presente lesiones físicas evidentes; en ese caso, hay que reportarlo inmediatamente a Medicina Legal, para que se le haga la valoración y hacer la denuncia ante la Fiscalía”, insiste Suárez.
La tercera señal de alerta es cuando los niños hacen relatos de un presunto abuso de manera excesivamente elaborada, es decir, usando palabras y lenguaje que a su edad no conocen o manejan. Suele pasar, según los expertos, cuando algún padre lo alecciona en contra del otro y manipula al niño para que invente una historia y mienta. Pero los peritos forenses lo detectan enseguida.
Lo que sucede habitualmente es que se entabla una demanda que tiene bases en una sospecha, y cuando le menor es evaluado por las autoridades toda la mentira se descubre y él puede sufrir un trauma de consecuencias funestas.
“Eso implica un proceso demasiado difícil para los menores porque los llevan a Medicina Legal, a entrevista con el CTI y eso no es conveniente para el niño; es mejor que un profesional que conozca sobre esos temas pueda evaluarlo adecuadamente”, asegura el perito.
Lo ideal, entonces, es escuchar siempre al niño, evaluar su comportamiento y si podría estar inventando una historia aconsejado por alguien, y estar atento a signos evidentes de abuso o a comportamientos extraños frente a un posible agresor.
Los expertos insisten en que el diálogo con los hijos es el mejor camino para la prevención, y en la medida en que en el hogar exista un ambiente de confianza, padres e hijos encontrarán un espacio para ventilar lo que sucede.
Ahora bien, es clave escuchar al niño en todo momento y estar muy pendientes de él porque, si bien hay señales muy claras de abuso infantil, hay situaciones que también son igualmente graves y perjudiciales como el maltrato físico o el abuso psicológico.
Por otro lado, resulta clave que, en caso de confirmar el abuso con el asesoramiento de un experto, los padres o cuidadores no callen, recurran a las autoridades y entablen la denuncia para que el presunto agresor sea procesado y castigado.
Insisten también loe expertos en tener bajo control las relaciones cercanas de los niños con personas del entorno, pues está probado que la gran mayoría de responsables de abuso infantil son familiares o amigos íntimos.
Por: Mario Villalobos @maritovillalobo