“96 por ciento de las empresas encuestadas no produjeron o disminuyeron su producción”, dijo Juan Pablo Olalquiaga, presidente de la Confederación Venezolana de Industriales (CONINDUSTRIA), al presentar el estudio a la prensa. Un 14 por ciento, agregó, detuvo por completo sus actividades.
La situación es aún más crítica considerando que cuatro quintas partes de las compañías del país cerraron desde el ascenso del chavismo al poder hace dos décadas, señaló Olalquiaga. El dirigente apuntó que las empresas activas apenas operan al 18 por ciento de su capacidad instalada, frente a 81 por ciento y 78 por ciento de las industrias de las vecinas Colombia y Brasil, respectivamente. Un 84 por ciento, en tanto, debió despedir trabajadores.
Olalquiaga vinculó el retroceso con masivos apagones que golpean al país desde marzo pasado y con la falta de combustible para el transporte. El desabastecimiento de gasolina es crónico en zonas fronterizas desde hace años, pero se ha extendido a varias regiones del interior.
El problema empeoró tras la entrada en vigor, en abril, de un embargo de Washington que prohíbe negociar petróleo venezolano en el sistema financiero estadounidense y vender al país combustibles y diluyentes para procesar su crudo pesado. Las medidas se enmarcan en sanciones de la Casa Blanca para sacar del poder al presidente Nicolás Maduro, a quien califica de “dictador”, que incluyen restricciones al transporte aéreo y marítimo de carga.
“Las navieras han dejado de venir”, expresó Olalquiaga, lo que amenaza con profundizar la caída de las exportaciones no petroleras privadas, que pasaron de 1.718 millones de dólares en 2013 a 699 millones en 2018, según el Banco Central. A la vez, las importaciones no petroleras, en las que el Estado es el principal actor, se derrumbaron de 44.067 millones de dólares en 2013 a solo 5.835 millones en 2018, lo que sumado a la deficitaria producción nacional ha provocado una severa escasez de bienes básicos.
La restricción de créditos también impacta a la industria, según Olalquiaga, después de que el gobierno aumentara el encaje, fondos que los bancos deben colocar ante el BCV para respaldar sus depósitos. COINDUSTRIA reportó además una contracción del consumo, en una debacle económica marcada por una hiperinflación que el FMI proyecta en 10.000.000 por ciento para 2019.
Hay un “bajo nivel de ventas” en medio de un “proceso de empobrecimiento” de la sociedad, manifestó Olalquiaga. En este contexto, 68 por ciento de las empresas que sobreviven podrían cerrar en un plazo de un año, advierte el informe.
*Con información de AFP
Por: Proyecto Migración Venezuela @MigraVenezuela