Venezolano ganó premio nacional de literatura con el cuento de un niño caminante

El cuento de Fanuel Hanán Díaz será publicado en un libro en conjunto con los otros dos ganadores. | Por: CORTESÍA JOSÉ GREGORIO TORO

‘Hemos llegado a Berlín’ relata la travesía de un pequeño que sale de su país caminando hacia el páramo colombiano, lugar donde muchos migrantes desafían difíciles tramos y las bajas temperaturas.

¿Qué es lo que un niño de 10 años que viene de Venezuela puede sentir en medio de su caminata desde la calurosa ciudad de Cúcuta hasta los más de 3 mil metros sobre el nivel del mar en donde está el páramo de Berlín, en Santander? ¿qué podría ver, qué comentarios podría escuchar o simplemente, qué pensaría sobre todo ese desplazamiento? Será que recordaría los abrazos de sus familiares en el momento de la despedida, o quizás se daría cuenta de que olvidó darle el adiós a uno de sus amigos.

Todas estas preguntas que se gestaron en la cabeza del escritor y académico venezolano Fanuel Hanán Díaz, resultaron explícitas en el cuento Hemos llegado a Berlín, uno de los tres ganadores del Premio Nacional de Literatura Infantil Pedrito Botero, en el que participaron más de 400 escritores colombianos y extranjeros residentes en el país, y que fue organizado por la Secretaría de Cultura de Medellín, la Biblioteca Pública Piloto y los Eventos del Libro de Medellín. 

‘Hemos llegado a Berlín’ es la historia de un niño venezolano que dejó su casa y que comandado por su madre inicia un viaje sin destino fijo. Contado desde la primera persona, este infante relata lo que se le va atravesando en el camino de la migración forzada, pero también abre el panorama a lo que sucede en su mente. 

Imagínate tú caminando y caminando por días y por días… Va maquinando tu mente: oye me tuve que ir, y como me vine de madrugada no me despedí de mis amigos. ¿Por qué estaré aquí? ¿hacia dónde vamos?, qué bonito es el páramo. Por el camino en una casa, donde hay otros migrantes se queda contando toda esa tristeza profunda que tiene…”, describe Fanuel.

La pluma de este escritor quiso dar una voz a aquellos pequeños que no han tenido, en su concepto, la misma visibilidad que los adultos, buscó ponerse en los zapatos de un niño migrante que solo obedece las órdenes de sus padres. Para Fanuel, siempre hay una zona invisible en la migración, “a la vista salta la forma en que visten o hablan, cómo se ganan la vida”. Sin embargo, el desarraigo, el dolor, el recuerdo de lo que se deje atrás, lo mucho que se extrañe a la familia; este tipo de sentimientos no son visibles ante los otros, y son los que plasma en su obra.

Fue crucial en este proceso creativo el ponerse en la piel de un niño, posiblemente el “hombrecito de la casa”, un pequeño que tiene la fuerza para seguir a pesar, del cansancio, el hambre, el frío, de tener los pies reventados y aún así poderle sonreír a su madre para que no se angustie. En palabras de Fanuel “son niños que tienen la conciencia de saber que deben ocultar su propio desfallecimiento porque, saben que su posición es ser un chico que acompaña a su mamá con la fortaleza que se necesita”.

Venezolano ganó premio nacional de literatura con el cuento de un niño caminante
Caminantes venezolanos que huyen de la crisis de su país, y se arriesgan a cruzar el páramo de Berlín. Foto: Red Humanitaria

El desafío era entender la niñez contemporánea, inmersa en tecnologías y lejos de la infancia que todas las personas mayores de 30 años han vivido. Reto que Fanuel aceptó justamente, porque tenía algo qué contar, un sinsabor que no lo dejaba tranquilo y que lo perseguía en cada una de sus caminatas rutinarias, en sus viajes a Ibagué, Neiva o Pasto. A cualquier lugar que fuera se encontraba la caravana de compatriotas con sus hijos pasando hambre y dolencias. 

Me costó mucho…Habían momentos en los que no podía escribir, podía pero estaba muy triste, hasta que un día me senté  y la escribí, me salió como de un solo tirón pero no quedé emocionalmente limpio, o sea, fue doloroso, lloré”, expresa Fanuel, quien también se sintió identificado en esos niños indefensos que huyen a pasos pequeños. 

Sin embargo, uno de los antecedentes más importantes para que esta historia ganadora del premio nacional naciera, fue una entrevista televisada en la que un periodista interroga a un niño venezolano sobre su caminata y el pequeño comienza con toda la energía y actitud, hasta que le preguntan ¿cómo se siente?, entonces se quiebra en llanto y, según cuenta Fanuel, manifiesta que no entiende porqué le toca caminar y estar en medio de esas circunstancias, que aunque no le dice a su mamá, tiene los pies con llagas. Tal escena conmovió tanto al escritor que decidió hacer algo al respecto.  

A través de la literatura buscó crear lazos empáticos entre los mismos niños para luchar en contra de la xenofobia y el rechazo hacia los venezolanos, para enaltecer la solidaridad entre pueblos hermanos y evidenciar que más allá de los estereotipos o prejuicios hay seres humanos que tienen una piel, que tienen recuerdos y que sufren también. 

“Yo creo que la literatura si tiene algo hermoso, es crear empatía, y si un niño lee un cuento sobre otro niño que está sufriendo, y que tiene recuerdos pero también, que ve al mundo como otro niño se pondrían en el papel de ese migrante… “, reflexiona Fanuel.

El centro del cuento es el páramo de Berlín, una zona que hace parte de las más altas y frías montañas de Colombia, donde la temperatura puede llegar hasta los 2° centígrados, y donde presuntamente muchos migrantes han muerto de hipotermia intentando cruzar con mínimos elementos de protección y ropas poco abrigadas. Como lo califican muchos, entre ellos Fanuel, Berlín es el “gran monstruo de la travesía”, por lo que atravesarlo es como una gesta en medio de la extensa caminata.

Entre tanto, el relato ofrece varios recursos con los que se puede relacionar este punto de inflexión. “Una metáfora que se puede prestar para interpretaciones es Berlín como muro, como llegar a un sitio inalcanzable… Todo allí está contenido y es un recurso para poder hablar del viaje, como un hemos llegado al fin del mundo o algo así. Berlín es un lugar incierto y ese punto de vista no es tan literal, ya pasa a ser un poco más simbólico”, explica Fanuel. 

De hecho, este cuento galardonado está lleno de recursos literarios que dejan un espacio a la imaginación del lector, y que según su escritor, son necesarios para cautivar a los niños y jóvenes con la lectura. “Escribir para niños es un asunto serio”, insiste Fanuel; quien también refiere el error de creer que la literatura infantil es “fácil”, ya que estos estereotipos pueden llegar a caer en un discurso “aniñado”.

La literatura infantil que se escribe con altura es una literatura compleja porque tiene retos, por ejemplo, hablar sobre el tema de la realidad pero no de manera descarnada y abierta, entonces tienes que utilizar recursos como la elipsis, crear espacios simbólicos, la intromisión de la fantasía en parte de la realidad, metáforas visuales o generales”, añade Fanuel desde sus conocimientos teóricos.

Las tres páginas que tenía como límite este autor impidió que desarrollara más el contexto del cuento, en el que le hubiera gustado hablar sobre el pasado de este pequeño para complementar su ciclo de vida, ese pasado, presente y futuro. Ya que a la hora de la verdad, el lector no sabe si el niño viene caminando desde Caracas o Táchira, no se sabe si fue de un barrio popular o de qué zona, qué dejó atrás, cuánto le costó empacar, entre otros aspectos. Sin embargo, eso no fue impedimento para que se creara un estilo propio, así entonces, se utilizaron palabras del vocabulario venezolano para indicar que eran recién llegados, por ejemplo, el uso de la palabra “papelón” que es como se le dice a la panela en Venezuela.

Esta historia tan desgarradora fue un hito en la carrera de su escritor, su primer salto a la ficción, y para ello, tuvo que “matar a pepe grillo”, el crítico interno que casi todos los escritores tienen y hace que se juzguen y se limiten, más de lo que deberían. El resultado fue un premio nacional, y gracias a ese impulso, Fanuel ahora está motivado a seguir explorando ese mundo de la ficción con tramas que broten del realismo. Para él, el galardón fue la luz verde o el mensaje del universo que le decía: “oye, hazlo, lo haces muy bien”

Además, también siente que fue una retribución a su experiencia, ya que Fanuel ha tenido una extensa carrera como académico en la literatura infantil. Ha publicado libros como Sombras, censuras y tabús en los libros infantiles; Semillas de México; No, tú no!; Panorama breve de la literatura infantil en Venezuela, que según dice, de breve no tiene nada; entre otros. 

Este escritor llegó a Colombia hace siete años, luego de que Editorial Norma lo invitara a trabajar en su línea infantil desde Bogotá. Con incertidumbre, tristeza y confundido, agarró dos maletas y bordeando la ciudad, ya que justo en ese momento había un pico de violencia en Venezuela, por las protestas del 2014 en contra del régimen de Nicolás Maduro, tomó un avión y comenzó su proceso de adaptación aquí en la capital colombiana. “La ciudad estaba como en una guerra campal, a veces nosotros pensábamos que se iba a convertir en una guerra civil, ya no había transporte público, mientras tanto las vías principales estaban destruidas, habían batallas entre estudiantes y la guardia nacional ”, recuerda Fanuel. 

Al inicio, se sorprendió cuando iba al mercado de Paloquemao, sobre todo con las frutas que no son comunes en Venezuela,  como la curuba, la feijoa o el mangostino. Quedó maravillado con las flores, pero extrañaba los productos que no llegan hasta este lado de la frontera. En su percepción,  ha sentido la amabilidad del pueblo colombiano, en su trabajo dice que ha sido respetado, valorado y querido por sus compañeros, empero, en las calles a veces se siente inseguro al hablar y al escuchar los comentarios, que más que todo, se perciben en el transporte público. 

No obstante, ‘Hemos llegado a Berlín’ refleja ese sentimiento de solidaridad y amabilidad que no solo recibió Fanuel, sino también, muchos otros caminantes en su travesía. Según este escritor, cuando se entrevista a los migrantes venezolanos, estos expresan su gratitud con el pueblo colombiano y aunque, no se puede negar ese lado oscuro de la migración, hay muchos nacionales que extienden su mano con bondad hacia los extranjeros.

En el camino se encuentra gente que ha acomodado sus casas para darles refugio y se encuentran casas donde se les da comida, un plato de sopa, una arepa… La gente se para en el camino y les da agua, un sándwich, eso es también un lado hermoso de esta migración y es la solidaridad con la que el colombiano ha apoyado a estos caminantes ”, cuenta Fanuel.

Para este autor, el flujo de migración actual es una explosión incontrolable de circunstancias sociales, que si bien, ha traído problemas como el hacinamiento o la pobreza, incertidumbre o miedo por las expresiones desconocidas; más adelante se reflejarán también, las riquezas del intercambio cultural, esas zonas comunes que se construyen a partir de la integración o de la convivencia con el otro. En palabras de Fanuel: “Hay otro país que surge, el país colombo venezolano”.


Venezolano ganó premio nacional de literatura con el cuento de un niño caminante
Desde marzo del 2020 hasta febrero del 2021, más de 51.250 menores de edad cruzaron la frontera entre Venezuela y Colombia, en un desplazamiento forzado y bidireccional. Unos retornaron a su país, otros huyeron. Foto Milagros Palomares

Por: Debbie Gámez