Noche de las velitas: La celebración hace que todos nos unamos

Alumbrado Navideño y Día de velitas en Usaquén (Colprensa)

Migrantes venezolanos en Colombia han adoptado como suya la tradición que marca el inicio de la Navidad en el país y los colombianos han abierto su hogar para integrarse.

Por Nora Sánchez – periodista Te lo Cuento News 

Sólo luz para el mundo. El 7 de diciembre en Colombia se encienden millones de luces, las calles y hogares son alumbradas con velas y faroles de colores y en vigilia todo el país festeja el día de la Inmaculada Concepción de la Virgen María que se celebra cada 8 de diciembre.

Esta solemnidad comienza la víspera, por lo que la fecha es propicia para el encuentro de la familia, para compartir con amigos y vecinos y a propósito de la migración venezolana, para integrar a esta población de 2 millones 894 mil 593 migrantes que residen en Colombia.

Desde la religión católica la celebración además marca el inicio del tiempo de Navidad en este país y en torno a ella, se juntan millones de ciudadanos que con el encendido de las velas agradecen, elevan oraciones y piden con fervor a la madre de Jesús.

Con amor no hay diferencias 

Las velitas se encienden para la virgen, así lo explica el padre Juan Diego Ruiz, párroco de la iglesia Santa Juana de Arco, en Medellín. Alumbrarla la víspera de la celebración es una tradición que se remonta al dogma o principio innegable de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María, proclamado por el Papa Pío IX.

Encender una luz y tener la capacidad de hacerlo es muy importante, lo asegura el padre Juan Diego, quien no duda que una luz encendida puede encender mil velas apagadas y por eso “mantener la luz encendida, la luz de la vida, encender la velita, es el reflejo de la luz que debemos irradiar, ser luz siempre será valioso para la vida y una vida que ilumina otras vidas es una vida que es luz”.

La Noche de las velitas es un acto de fe, esa fe que a decir del párroco hace que todos seamos uno, aprendamos a caminar juntos y tengamos la oportunidad, en distintos idiomas, lugares, tradiciones y culturas, ser hermanos e integrarnos.

Así lo cree, pues al hablar de la integración de la comunidad migrante venezolana a la comunidad del país de acogida, el padre destaca que estas tradiciones ayudan a la unión de quienes llegan a Colombia para que “se sientan más nuestros, como nosotros. Nos vamos integrando y vamos haciendo que no haya diferencias, vamos haciendo que la vida de la fe nos haga hermanos, que aprendamos, que los cristianos no nos toleramos, los cristianos nos amamos, porque es el amor lo que nos mueve”.

Luces que unen

Los venezolanos residentes en Colombia hacen suya la celebración de la Inmaculada Concepción. Las manifestaciones de fe y devoción, celebrar el inicio de la Navidad son actividades propicias para integrarse a la comunidad colombiana que ha abierto las puertas de su hogar a migrantes.

Doña Ofelia Escobar, una mujer de 84 años, medellinense, celebra desde niña la tradición de las velitas, primero con sus padres y desde que formó su hogar lo hace junto a su esposo e hijos.

Desde hace un par de años, Doña Ofe, como es conocida entre su familia, ha contado con invitados venezolanos migrantes a la celebración que realiza a las afueras de su hogar reunida con la familia, comida en la mesa y una profunda devoción religiosa.

Para ella, compartir la fecha con extranjeros es una forma de evangelizar y difundir su fe católica con otras personas y hacerlas partícipes “del amor que le debemos a la Santísima Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra”.

Recuerda gratamente los años en los que ha contado con migrantes venezolanos como invitados, “ellos han hecho bellos comentarios de felicitaciones y han quedado admirados por la celebración, aparte de la espiritualidad de la celebración, nosotros nos sentimos muy complacidos de celebrar nuestra fiesta de reunión familiar con personas de otras nacionalidades”, dijo.

Hacen suya la tradición

Marta Morales, venezolana, llegó de Maracaibo a vivir a Medellín hace 5 años, conoció en Colombia la tradición de la Noche de las velitas y junto a su familia ha celebrado la misma con el significado de fe y devoción que tiene. “Es una tradición muy linda, he seguido la costumbre, el encendido de las velitas, además de honrar y pedirle a la Virgen María, significa iluminar el camino hacia el día del nacimiento del Niño Jesús”.

Para María Eugenia Farías, la Noche de las velitas fue algo nuevo que conoció hace 7 años cuando llegó a Colombia. Se integró a la celebración gracias a la invitación de compañeras de trabajo y desde ese momento la realiza en su hogar o con amistades colombianas, con mucha fe y pidiendo de corazón a la Virgen cuando enciende cada llama.

A María Eugenia no le faltan los buñuelos y la natilla, comida típica de la navidad en Colombia, a la hora de celebrar el día de la Inmaculada Concepción.

Desde diciembre del año 2012 Adriana Hernández, venezolana con 11 años de residencia en Colombia, celebra la Noche de las velitas, una tradición que no conoció en su país pese a la cercanía geográfica y cultural, “eso me llamó mucho la atención que siendo tan cercanos no había conocido ni escuchado de ella”.

La esencia de su celebración es la Virgen María, la fe, el encuentro en familia, agradecer, recibir y acoger amigos y personas para “que no pasen ese día solos. Es una noche de unión, de compartir y agradecer, es para mí el verdadero inicio de la Navidad”.

Las velitas fortalecen lazos de integración

“Es la segunda celebración navideña más importante” eso es para Patricia Sánchez, medellinense, la Noche de las velitas, “una hermosa costumbre que hacemos en familia y rodeados de personas cercanas que consideramos de la familia y en la que principalmente compartimos con los niños el encendido de las lamparitas para transmitirles la devoción a la Virgen María y el amor que le profesamos, al final, los niños se divierten armando las bolas de esperma y disfrutando de los buñuelos y la natilla”.

Patricia ha compartido con migrantes venezolanos en esta actividad de fe, “hemos venido acogiendo a personas muy valiosas y lindas en nuestras familias, e igualmente se han realizado uniones entre venezolanos y colombianos, no siendo este hecho extraño para nosotros, pero sí se han fortalecido los lazos con nuestros hermanos venezolanos al integrarlos a nuestras costumbres y festividades”.

Aunque no cree que la alegría y la devoción que llena las calles de todas las ciudades de Colombia en la celebración de la Inmaculada Concepción sea comparable con la que se pueda sentir en otros países, Patricia se siente orgullosa de compartir sus costumbres nacionales con personas de otras nacionalidades, “especialmente con nuestros hermanos venezolanos quienes también tienen ese chip de alegría como nosotros”.

Celebrar con los migrantes venezolanos la Noche de las velitas es para Patricia Sánchez, “una forma de decirle a los venezolanos cuanto los apoyamos, y demostrarles nuestra hermandad como pueblos vecinos. Siempre serán bienvenidos en nuestros hogares porque sabemos que la mayoría son gente trabajadora y honesta que debieron salir de su país por razones ajenas a su propia voluntad”.