Carolina Briceño y Eumar Esaá representan dos caras opuestas de lo que significa para los periodistas venezolanos tener un trabajo en Colombia.
Por Angélica Antía Azuaje – Periodista ‘Te lo Cuento News’
No es un secreto que el periodismo es una labor muchas veces subestimada. Los medios de comunicación han vivido cambios drásticos por el auge de las redes sociales y su situación económica no ha sido la mejor en los últimos años.
Si a eso se le suma el intentar ejercer la profesión en otro país, puede tornarse cuesta arriba. De acuerdo al Mapa de Periodistas de IPYS Venezuela, al menos 477 periodistas están fuera del país. Aproximadamente 219 de ellos residen desde 2018 en países de Latinoamérica: Chile, Argentina, Colombia, Perú, México y Ecuador. Fuera de la región, otros destinos han sido Estados Unidos y España.
Según el ‘Knight Center for Journalism in the Americas’, la mayoría de los periodistas venezolanos migrantes, los denominados autoexiliados, escapan de la crisis económica y cierre de medios de comunicación tradicionales que han ocasionado un dramático deterioro del empleo, salarios, poder adquisitivo, condiciones de seguridad para el ejercicio periodístico y de la calidad de vida en general. Un grupo mucho menor de reporteros se ha visto forzado a solicitar asilo en otros países por persecución, intimidación, y amenazas de parte del régimen.
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Ejercer en Colombia
En el caso de quienes han intentado ejercer en Colombia, el panorama es variado. Algunos han logrado el objetivo con éxito, para otros, como Carolina Briceño, quien forma parte de la unidad de investigación del diario El Nacional, y directora de un medio de comunicación independiente, ha sido una odisea.
Carolina vive en Colombia desde 2019. Primero trabajó en TV Cúcuta, antes de la pandemia, ahí comenzó a hacer un programa sobre el tema migratorio. Después se cambió a Panampost, hasta que resolvió montar su propio portal.
“Ha sido complejo, muy duro. Conseguir oportunidades en Colombia no es sencillo ni para los propios colombianos. En Bogotá es un poco más fácil porque la gente es más abierta, pero en el interior, en las zonas de territorios, sobre todo en las zonas fronterizas, es complicado porque los recursos son muy limitados y la gente tiene reservas con los extranjeros porque cree que vienen a quitarles los puestos de trabajo”, dijo a MigraVenezuela.
A pesar de ello, admite que sí hay medios de comunicación que dan oportunidades. “No son muchos porque la cantidad es limitada”.
Briceño argumenta que en algunos territorios las condiciones laborales son precarias, un poquito más del salario mínimo, por lo que la mayoría de los periodistas trabajan por su propia cuenta. Ni siquiera montan portales, sino que a través de su Facebook van informando y transmitiendo sucesos locales.
Cuando logró abrir el portal ‘En frontera’ recibió un pequeño financiamiento de la USAID, que le permitió contratar a una periodista local.
“El acceso a medios grandes de comunicación no es tan fácil, pues el periodista tiene que estar residenciado en Bogotá y debe tener una serie de documentos y credenciales. Hay quienes se les facilita más, pero ese no ha sido mi caso”.
Como trabajadora independiente, Carolina no tiene el apoyo necesario para realizar trabajos de investigación. Incluso su situación se ha complicado recientemente. Ella tenía un Permiso de Protección Temporal (PPT) al que renunció días atrás para solicitar refugio y garantizar así el principio de “no devolución”.
Sin embargo, actualmente dice estar en un “limbo jurídico” y ha pedido apoyo al Gobierno colombiano después de que publicara un trabajo de investigación periodística sobre unos venezolanos sancionados por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos que presuntamente actúan como testaferros del diputado Nicolás Maduro Guerra, hijo del presidente Nicolás Maduro.
La otra cara de la moneda
Agobiada por la crisis económica, las incesantes fallas en los servicios, la inseguridad, los bajos sueldos, la periodista, Eumar Esaá, renunció a su trabajo en Venezuela y aprovechó la oportunidad que le ofreció France 24, (un canal gubernamental de televisión por suscripción de origen francés), para trabajar en Bogotá.
Ya contaba con una gran trayectoria. Se graduó de la Universidad Católica Andrés Bello, una de las más prestigiosas del país, tenía experiencia como cronista de deportes y es especialista en ciclo olímpico. “No vine como la mayoría de migrantes, que llegaron a pasar trabajo y a buscar una mejor calidad de vida. Yo migré a Colombia por una oferta laboral que me ofreció France 24 para su sede en Bogotá. Ellos cubrieron todos mis gastos, incluso la legalización”.
Por tanto, explica, no ha tenido inconvenientes para ejercer el periodismo ni las vicisitudes que sí han vivido algunos de sus paisanos colegas.
“Me habían recomendado para que estuviera de analista en un programa sobre los Juegos Olímpicos, a ellos les gustó mucho mi trabajo, y justo en ese momento se iba uno de los cronistas de deporte y me ofrecieron el cargo, entonces dije que sí, me interesó mucho la propuesta”.
En torno a su experiencia en France 24, Essá señala que “ha sido extraordinaria, con un trato excelente, respetuoso y de estar en un medio lleno de proyectos, que capacita, paga bien y donde aprendes”.
La comunicadora no planea regresar a Venezuela. Solamente ha ido de vacaciones, a pasar navidades, a ver a su familia y a sus amigos, “pero no regresaría, porque siento que cuando uno se va y retorna como que no termina encajando de vuelta y la verdad es que yo me siento muy tranquila aquí en Colombia”.