Las autoridades de Antioquia y Medellín confirman que lo que sucede es escalofriante y explican cómo están atendiendo a quienes emprenden la travesía. Colectivos de periodistas del vecino país radicados en Medellín organizan una campaña para disuadir a sus paisanos de viajar hacia una muerte segura.
Gracias al trabajo en campo, la Gobernación de Antioquia ha logrado establecer que la crisis de personas que se agolpan en Necoclí a la espera de viajar hacia Panamá por el Darién es mucho más grave que la que protagonizaron las personas haitianas hace unos meses.
Nadie sabe con certeza absoluta cuántos migrantes venezolanos están cruzando a diario porque la mayoría lo hace en embarcaciones ilegales, de noche y a escondidas de las autoridades, transportados por mafias y bandas locales.
“Los datos que tenemos de las empresas formales en Necoclí son 800 migrantes diarios, la mayoría venezolanos. Hay que regular toda esta salida de embarcaciones irregulares, el Ejército y Migración Colombia están muy en el tema, pero creería que se necesita una regulación mucho más fuerte”, asegura Luz Patricia Correa, secretaria de Gobierno (e) de Antioquia.
Saber que al menos 600 personas venezolanas se embarcan de forma legal hace suponer que el número de quienes lo hacen a escondidas de las autoridades y transportados ilegalmente no se puede calcular.
Pero el drama apenas empieza, porque las autoridades departamentales le toman el pulso a diario a la situación y lo que les han relatado es escalofriante. Quienes deciden devolverse relatan que en la selva se ve de todo.
«Nos encontramos personas enfermas de malaria, niños sin acompañamiento –eso es una gran preocupación-, mujeres solas en condiciones muy difíciles, porque hay, digamos, actores armados ilegales dentro del sector».
Luz Patricia Correa, secretaria de Gobierno (e) de Antioquia
La Gobernación de Antioquia, con ocasión de la migración haitiana instaló un Puesto de Mando Unificado que se convirtió en una Mesa de Gestión de Migración, en la que participan diferentes actores, desde organismos de atención humanitaria hasta la iglesia católica. Todos han oído relatos desgarradores.
“Son ocho días de tránsito que son absolutamente difíciles y tortuosos para quienes intentan hacer esto, son demasiados kilómetros y en la selva, digamos, no hay total control de la fuerza pública en el sector, entonces están, digamos, con todos los riesgos de violación de derechos humanos, con todos los riesgos de homicidios, de violaciones”, explica Luz Patricia Correa
Antioquia tiene la disposición para compartir lo aprendido durante la experiencia de la migración haitiana del año pasado para que el Gobierno entrante pueda garantizar los derechos humanos de las personas venezolanas que transitan por el Tapón del Darién
“Yo sí creo que hay una cosa que podemos hacer entre todos y es que la coordinación entre Chocó y Antioquia sea mucho más efectiva en materia de este flujo migratorio, e incluso con Panamá; ya antes con la migración haitiana lo trabajamos mucho, es decir determinar cuántos pueden pasar”, dice la funcionaria.
Job Licera, es director de Comucolven, una organización que reúne a periodistas venezolanos radicados en Antioquia y que, entre otras cosas, tiene estrecho contacto con organizaciones de ayuda que sus mismos paisanos formaron para visibilizar sus luchas.
Y fueron precisamente ellos quienes le dispararon las alarmas sobre lo que está pasando con quienes se aventuran a cruzar el Tapón del Darién.
En las últimas semanas, Job ha escuchado historias tan terribles como el relato de un hombre que presenció cómo violaban a una mujer y a su hija, pero tuvo que permanecer callado sin ayudarlas para salvar su propia vida.
Por eso que cree que hace falta una estrategia de comunicación fuerte para disuadir a los migrantes de comprar un boleto al infierno.
“Nos estamos preguntando qué debemos hacer para que el venezolano deje de pensar en el sueño americano; se están viniendo a Colombia, están perdiendo sus recursos, están llegando al muelle de Necoclí, donde hay una situación penosa, pues hay más migrantes que población, y ya los entes de atención internacional se están viendo desbordados. Podemos pensar en unas estrategias suficientemente efectivas, comunicacionalmente hablando, para disuadirlos del viaje.”, asegura el periodista.
Pero la situación es mucho más penosa por el paro nacional que tiene paralizado a Panamá; quienes logran atravesar la selva y llegar a ese país no tienen cómo seguir su viaje por Centroamérica hacia Estados Unidos.
Por eso se agolpan en Necoclí a esperar que las cosas en Panamá mejoren, o en las terminales de transporte, esperando que les avisen que podría haber paso y así seguir su camino.
La Alcaldía de Medellín, al igual que todos los entes departamentales, está pendiente de lo que sucede, y tiene claro que lo único que puede hacer es advertirles a los migrantes del peligro que corren en el infierno del Darién y disuadirlos del viaje en las propias terminales, donde trabajan con las empresas de transporte para, por lo menos, lograr que los viajeros vayan con comodidad y legalidad.
“Hacemos una articulación con las empresas de transporte, que estén totalmente certificadas y que se haga un acompañamiento, y adicionalmente explicar las diferentes circunstancias que se están presentando en Necoclí para tratar de disuadir a quienes llegan allá”, explica Javier Ruiz, director técnico de la Secretaría de Inclusión de Medellín.
El funcionario agrega que no pueden impedir que los migrantes viajen pero que, muy a pesar de eso, les prestan toda la atención personal y familiar mientras están en Medellín.
“Estamos con el acompañamiento humanitario a través del 123 Social en las terminales para activar esas acciones con los que tengan problemas de salud o una dificultad mayor para hacer ese acompañamiento”, explica.
Lo único cierto, por ahora, es que las autoridades departamentales y locales siguen con las alarmas prendidas, gestionando acompañamientos y ayudas a los migrantes, pero que esa decisión de viajar hacia el infierno de la selva es, en muchas ocasiones, la única salida a la terrible situación que viven en Venezuela.
Por: Mario Villalobos @maritovillalobo