“Colombia en sus falsos positivos y mintiendo, quedó mal diciendo que habíamos cerrado el paso fronterizo. Mentira. Era una operación de limpieza que no pasó de dos horas para que se abriera de nuevo la frontera”, expresó el presidente venezolano, Nicolás Maduro, en una intervención televisiva la noche del pasado viernes.
El mandatario se refiere a la tensa situación que se vivió durante el jueves y el viernes de la semana pasada, cuando Migración Colombia emitió un comunicado en el que aseguraba que las autoridades venezolanas habían cerrado de manera indefinida la frontera para el retorno de sus nacionales, por lo cual no se autorizarían más traslados desde el interior de Colombia hacia los municipios fronterizos.
En efecto, tras una jornada de limpieza en el puente internacional Simón Bolívar, la frontera fue reabierta y se ha permitido el cruce de 200 personas diarias, según ha podido verificar el mismo secretario de Fronteras de Norte de Santander, Víctor Bautista. Sin embargo, la preocupación continúa porque los cupos que dispuso el Gobierno venezolano para retornar de lunes a viernes solo suman mil personas semanales y en la zona hay casi 2.500 venezolanos intentando retornar sin contar los 200 o 300 que llegan cada día.
“La situación es crítica. Para los próximos días esperamos que unas 3.000 personas se acumulen acá en el paso fronterizo”, dice Bautista, quien explica que solo han podido atender aproximadamente a un 35 por ciento de los venezolanos que están represados en la zona, pues cuentan con capacidades únicamente para unas 920 personas: 500 en el albergue de Tienditas, 400 en el refugio de Villa Antigua y 20 con los misioneros Scalabrinianos en Cúcuta.
“Hay dos formas de abordar esto: una, que cada región brinde el mínimo de asistencia humanitaria; y la otra, que se deje de ver esto como un problema político y se tenga más sensibilidad social“, analizó Bautista en un claro mensaje a los mandatarios locales de otros municipios del país y al mismo Gobierno nacional, que ha roto cualquier relación diplomática con el régimen de Nicolás Maduro.
La desprotección en la que están los migrantes es tal que han creado cambuches para pasar los días esperando poder ingresar a su país. Sin embargo, tras el cierre temporal de la frontera, la Red Humanitaria, una organización que trabaja por los migrantes en los santanderes, denunció que alrededor de 1.000 venezolanos habían sido desalojados de estos campamentos improvisados y llevados hasta la autopista internacional, vía que une a las poblaciones de Villa del Rosarios y San Antonio del Táchira.
“Funcionarios policiales destruyeron los cambuches instalados cerca del puente. Pasaron a la gente para la carretera, pero allí no hay nada, no existe la lista, no hay un orden y lo que reina es la confusión. Allí se nota lo improvisado de las medidas”, denunció José Luis Muñoz, miembro de la Red Humanitaria, quien hizo un llamado a las organizaciones internacionales de asistencia, pues en el lugar no cuentan con comida ni agua. Algunos incluso han tomado rumbo hacia las trochas y armado sus cambuches lejos de las autoridades para evitar ser desalojados, lo cual podría aumentar su nivel de desprotección.
Pero la preocupación aumenta ahora con el anuncio de que terminarán las medidas de distanciamiento social que habían imperado en el país en los últimos meses. Sin cuarentenas y restricciones de movilidad, en los municipios de frontera teman un desbordamiento no solo de los venezolanos que estarían intentando retornar a su país y que, según Migración Colombia, son más de 40 mil, sino de aquellos que estarían buscando salir hacia Colombia por cuenta de que la crisis en el vecino país no ha menguado y, por lo contrario, podría agravarse con el coronavirus.
Hasta el momento, Migración Colombia no ha anunciado cuáles serán los protocolos de trasladado una vez retorne la normalidad, pero sí ha hecho un llamado a que los venezolanos eviten desplazarse. “Este no es un momento para movilizarse, es un momento para cuidarnos unos a otros”, dijo Juan Francisco Espinosa, director del ente migratorio.
Por: Rafael David Sulbarán @rafaeldsulbaran