Migrar significa, de algún modo, dejar de pertenecer. Esta es la realidad de unas cuatro millones de personas que han escapado de Venezuela en los últimos cinco años a raíz de una crisis económica que parece no tener fin.
Ante la complejidad de este fenómeno y de lo que los migrantes enfrentan emocionalmente para reconstruir su vida, resulta necesario que los periodistas aprendan a contar sus historias desde un enfoque de derechos.
Con esa premisa, Camila Esguerra , Javier Antonio Garcia, José Enrique Guarnizo, Ronal Rodríguez y otros escritores y periodistas lanzaron Pistas para contar la migración: historias en movimiento. Es una guía y una crítica al periodismo -y su forma de abordar la diáspora venezolana- que busca educar a quienes siguen los pasos de los migrantes.
Consejo de Redacción, la Fundación Konrad Adenauer Stiftung, la Cruz Roja y la Universidad Javeriana apoyaron esta publicación, convencidos de la pertinencia de un manual que dé cuenta de la responsabilidad de los periodistas al hablar de migración.
Este tema resulta cada vez más importante, sobre todo ante el aumento de la xenofobia en el país. Según la última encuesta de Invamer, el 62 por ciento de los colombianos desaprueba la acogida de venezolanos en Colombia.
Estas son algunas ideas que propone el texto para cubrir las migraciones:
Desde siempre, las mariposas y las golondrinas y los
flamencos vuelan huyendo del frío, año tras año,
y nadan las ballenas en busca de otra mar y los salmones
y las truchas en busca de sus ríos. Ellos viajan
miles de leguas, por los libres caminos del aire y del agua.
No son libres, en cambio,
los caminos del éxodo humano.
Los emigrantes, ahora, de Eduardo Galeano.
(Prólogo ‘Pistas para contar la migración’)
1. Dominar las palabras:
Los medios construyen la agenda de información, y las palabras que más replican quedan en la mente de los ciudadanos. De ahí surge su responsabilidad. Por ejemplo, el uso de etiquetas puede reforzar estereotipos y prejuicios sobre las personas. Decirle a un venezolano “emigrante”, “exiliado” o “refugiado” genera reacciones variadas, pero utilizar palabras peyorativas como “criminales”, “terroristas” y “empobrecidos”, ligadas con la nacionalidad, sin duda reproduce discursos de odio. Por eso, cuando los periodistas cubren un suceso como el éxodo venezolano, tienen que informar y analizar el fenómeno sin reproducir el rechazo.
2. Construir una mirada:
La falta de perspectiva del reportero puede provocar que se pierdan grandes historias. Por ejemplo, utilizar la palabra inmigrante significa ponerse del otro lado del protagonista de la historia, y decir emigrante lleva a examinar el relato desde el país de origen.
En cambio, cuando los periodistas utilizan la palabra migrantes, inicia una nueva posibilidad de narrar que busca ponerse en los zapatos de quienes salieron de su tierra para establecerse en otro lugar.
Los escritores del libro creen que quienes cubren la migración deberían pensar desde qué perspectiva quieren narrar la historia. Esa pregunta puede puede marcar la diferencia entre “producir” y “contar”.
3. “Si quienes migran se aburren, los periodistas también deben aburrirse”
Los autores del libro creen que una buena escritura depende del tiempo de investigación y reportería. Sin embargo, por las nuevas dinámicas de los medios esto, en ocasiones, no es posible. Por eso, uno de los retos más importantes para los periodistas consiste en entender la profundidad de las historias que quieren contar.
Para Guarnizo, Esguerra, García, Rodríguez y los otros autores del libro, “el tiempo largo siempre tiene más verdad”. Si alguien quiere hablar de migración, debería sumergirse en las historias y encontrarles rostros a las cifras.
4. Los periodistas deben pensar con perdón:
La reportería también hace la diferencia al contar la migración. Muchos periodistas refuerzan miles de estereotipos y clichés en sus relatos, como que los migrantes están en situación de vulnerabilidad, no tienen recursos o sufren. Aunque miles de extranjeros viven esta situación, existen otros rostros e historias por contar.
Los autores proponen huir de la estética del sufrimiento y darles voz a los migrantes. Además, consideran importante reflexionar sobre el cómo, dónde y por qué se cuenta una historia en particular.
5. Las migraciones no son un subtema de la seguridad:
Los medios también tienen la responsabilidad de publicar información veraz, sobre todo al tratar temas con los que muchas personas tienen prejuicios o promueven la desinformación, como la migración venezolana.
Por ejemplo, los periodistas podrían contar que, contrario a lo que creen muchos colombianos, el fenómeno migratorio no inició con la diáspora venezolana. Existen 8 millones de desplazados y cerca de 4.7 millones de colombianos en el exterior.
Si los colombianos creen que la única migración viene de Venezuela, entonces puede aumentar la discriminación hacia esta población, que se ha convertido en un ‘chivo expiatorio’ para explicar -sin datos que lo comprueben- aspectos negativos en la sociedad colombiana.
El corazón del libro son investigaciones de migrantes que usan a Colombia como país de tránsito.
©Dora Montero
Pistas para contar la migración: historias en movimiento, demuestra que tiene que ocurrir un cambio en el discurso de los medios que dé paso a discusiones incluyentes y aterrizadas a la realidad. Para los autores, los medios tienen una gran responsabilidad de ayudar a naturalizar la migración.
Para leer la versión online visite: https://consejoderedaccion.org/webs/Pistas-Migracion/
Por: Brenda Guerrero @brendiska_