Enrique Ascanio es sigiloso y calmado. En su carrera ha aprendido muchos trucos e incluso a ‘cortar’ su respiración por segundos para no ahuyentar a su objetivo. A veces no duerme en las noches esperando el momento oportuno a que el ave llegue, soporta el clima de los reservorios y busca el mejor ángulo. Eso lo llevó a convertirse en Venezuela, y ahora en Colombia, en un fotógrafo especialista en captar imágenes de pequeños colibrís dignas de postales gigantes.
Su afición por la fotografía la descubrió en las calles del barrio Pedregal, en el municipio Chacao de Caracas, cuando por razones económicas sus padres no podían comprarle una patineta para jugar con los vecinos y entonces un amigo le prestó una cámara fotográfica compacta de película para que se entretuviera.
Enrique Ascanio es el hijo número 14 de 15 hermanos. Creció en una familia con muchas limitaciones y por eso no pudo continuar sus estudios al finalizar el bachillerato. Comenzó a trabajar desde los 15 años, pero nunca dejó a un lado esa pasión por la fotografía que había nacido en las calles de su barrio.
Apenas reveló y copió en papel sus primeras fotos, los ojos se le iluminaron. Ese primer clip le anunciaba que se convertiría en un talentoso migrante profesional en Colombia tras 20 años de experiencia recorriendo las regiones de Venezuela, en donde registró con su lente decenas de paisajes, actos culturales y bailes típicos.
Con su inseparable cámara descubrió un mundo inimaginable en el Jardín Botánico de Caracas. Durante 13 años, en la laguna Venezuela de estas instalaciones se especializó en fotografiar plantas acuáticas, con la ayuda de su mentor Miguel Castillo, quien lo ayudó a afinar sus técnicas.
En el mundo hay 365 especies de colibríes, y Colombia cuenta con gran diversidad de fauna. De las 163 especies que se encuentran en el país, 40 de esas aves están en el pueblo Jardín, de Antioquia. Fotos ENRIQUE ASCANIO
“Les puedo jurar con todos mis sentidos, que en todas mis imágenes, de mi corazón tienen un latido”, escribió Ascanio en su cuenta de Twitter tras publicar la foto de un colibrí orejivioleta grande Coruscans (Sparkling violetear).
Espontáneo y genuino. Así es al interactuar con sus miles de seguidores en todas sus redes sociales, una empatía cultivada desde el año 2008 cuando publicó en Facebook la foto de un par de guacamayas unidas por el pico, casi besándose. La imagen, que capturó en la azotea de un edificio de Caracas, ha sido compartida más de 500 mil veces en la red social.
“Este es el caraqueño al igual que yo, aunque ya se le ve comúnmente en Trinidad y Tobago y Granada. Nos tocó irnos, parce…”, escribe en otro trino con la foto del colibrí Amazilia tobaci, un pequeño pájaro bronceado de cola azul.
Cuando la situación económica comenzó a degradarse en Venezuela, se suscitaban marchas y enfrentamientos entre estudiantes y guardias nacionales, Enrique escribía constantemente en su muro de Facebook lo que padecían los venezolanos. Muchos de sus seguidores le expresaban solidaridad.
Una amiga de Estados Unidos que viajaba a Cúcuta lo invitó a compartir con su familia en Norte de Santander. Quería que Enrique despejara su mente de lo que vivía en Venezuela. Él aceptó y viajó, y por azares de la vida terminó en Medellín haciendo fotos de la tradicional Feria de Las Flores.
Sin proponérselo, el viaje a Colombia le duró más de dos meses, pues de Medellín se trasladó hasta el pueblo de Jardín (Antioquia) con el deseo de fotografiar colibrís. Allí, Ascanio pensó que si en algún momento decidía emigrar de Venezuela se radicaría en este municipio rodeado de reservas ecológicas con gran variedad de aves y plantas.
La fama de fotógrafo naturalista lo conectó una vez más con el dueño de un hotel de aviturismo ubicado en Manizales y desde allí emprendió una expedición con dos fotógrafos colombianos al Nevado del Ruiz, una zona montañosa tan impresionante y hermosa como la Sierra Nevada de Mérida, en su natal Venezuela.
En Casa Tomada, sede de la Corporación Cultural de Jardín, el fotógrafo venezolano Enrique Ascanio expone una selección de sus mejores fotografías de plantas acuáticas y colibríes. Fotos Archivo personal
Enrique regresó a Caracas con la memoria de su cámara repleta, fascinado con los escenarios naturales que conoció en Colombia. Siguió con su vida. Trató de luchar como la mayoría de los venezolanos, pero no podía cubrir los gastos más básicos con su trabajo. Entonces, empacó su cámara y 24 plantas de su jardín familiar, y partió a la frontera. Al pueblo Jardín llegó decididó a reconstruir su vida en agosto del 2018.
Una vez en Antioquia contactó a la gente del Jardín Botánico de Medellín para establecer una alianza de conocimientos a fin de incentivar la cultura de plantas acuáticas. Pero no pudo concretar nada. Con algo de desilusión, decidió crear un emprendimiento que lo ayuda a mantenerse vendiendo sus fotografías en cuadros, portavasos, y postales, y recientemente sacó una línea de rompecabezas de 1.000 piezas. Hoy, desde todas partes del mundo compran sus fotografías digitales para imprimirlas en grandes formatos.
Este caraqueño no ha parado de trabajar en Antioquia y desde el 10 de abril presenta su primera exposición fotográfica llamada ‘Pasión, plantas acuáticas y colibrís’, en la Casa Tomada de Jardín, la cual estará abierta al público hasta mediados de junio. Parte de las ganancias de la exposición de Ascanio estarán destinadas a niños de escasos recursos de las veredas de Jardín para que tomen talleres de arte, pintura, teatro y manualidades en estas instalaciones culturales.
Con recursos muy limitados comenzó a viajar por su cuenta a las reservas ecológicas del país a fotografiar imágenes inéditas para su primer libro, un sueño que espera cumplir pronto. En este texto contará su lucha por aportar con su trabajo a la economía del país que lo acogió, y las historias que hay detrás de su lente para captar la imagen de un colibrí, como una especie de bitácora de viaje.
En el Jardín Botánico de Caraas se especializó en plantas acuáticas durante 13 años ininterrumpidos. logrando crear sus propios híbridos de plantas. Sus fotos han recorrido todo el mundo, como la hoja de la victoria amazónica, el lirio de agua más grande.
Su inclinación por las fotos de colibrís surgió hace ocho años. Se enteró que en la Ciénaga de Zapata, en la isla de Cuba, habitaba el picaflor más pequeño del mundo, el colibrí zunzuncito, y se fue a fotografiarlo.
Ha pasado casi una década y dos tipos de cáncer de mama que lo tuvieron al borde de la muerte, pero las ganas de seguir fotografiando aves y paisajes naturales solo han crecido. Dice que el arte y la naturaleza han sido escenciales para superar la enfermedad, un carcinoma papilar intraquístico y un carcinoma papilar intraductal extremadamente extraños entre la población masculina.
“Este arte es luz, esperanza, creación. Significa todo para mí en mi vida”, dice Enrique frente a su exposición de cuadros, mientras la gente de Jardín se acerca para observar su impecable trabajo. Una de las visitantes es Olga Lucía Henao, quien luego de detallar cada pieza, grita emocionada al público: “Estoy supremamente feliz y orgullosa de tener a este venezolano en Colombia”.
Esta especie es Long-tailet sylph (Aglaiocercus Kingii), un colibrí coludo azúl. Es muy especial para el fotógrafo venezolano porque ha conseguido más de 8 mil likes en su cuenta de Instagram. Foto ENRIQUE ASCANIO
Por: Milagros Palomares @milapalomares