El Gobierno distrital desarrolló toda una estrategia que permite que cualquier menor proveniente del vecino país tenga acceso no solo al cupo y educación con enfoque diferencial, sino a recibir alimentación y otros servicios, articulados desde la Alta Consejería para Asuntos Migratorios de Bogotá.
Uno de los dramas más intensos de la migración es la desescolarización de miles de niños venezolanos que, una vez llegaron a Colombia, no pudieron continuar con sus estudios.
Gracias al trabajo sostenido del Gobierno de Bogotá, hoy ya hay 66 mil de ellos matriculados en los colegios públicos, haciendo gala de su inteligencia y su capacidad de integrarse a las comunidades educativas y a las de acogida.
Lograrlo fue un trabajo dedicado de la Secretaría de Educación, que privilegió la condición de vulnerabilidad de los niños migrantes y el resultado habla por sí mismo.
Pero, adicionalmente, la Alta Consejería para Asuntos Migratorios, en llave con la propia Secretaría, ha apoyado de manera decidida que los pequeños tengan todo lo que requieren fuera del entorno escolar para que su formación no se detenga y tengan todas las oportunidades de desarrollarse plenamente.
“Están haciendo un trabajo maravilloso en la Secretaría de Educación, y nosotros lo que hacemos es articular todo para que pase lo que ellos ya venían haciendo: articular que Educación pueda tener servicios de Integración Social, pero que tenga ofertas de Recreación y Cultura, por ejemplo, para que los chicos de los colegios puedan acceder a las escuelas deportivas”, asegura Iván Mauricio Gaitán, Alto Consejero para Asuntos Migratorios de Bogotá.
El resultado del trabajo mancomunado de la institucionalidad bogotana ha logrado el milagro de que los niños migrantes venezolanos vuelvan a las aulas con alegría y entusiasmo.
«A veces los cupos sobran, tenemos la capacidad de ubicar niños migrantes por localidad, y eso se une al Plan de Alimentación Escolar y a los Planes Educativos Institucionales, que se están adecuando para que la población migrante sea parte de todo este engranaje escolar».
Iván Mauricio Gaitán, Alto Consejero para Asuntos Migratorios de Bogotá
Una herramienta que fue creada por el Gobierno distrital para un grupo puntual de alumnos que requerían atención especial de educación fue implementada entre los menores migrantes; la idea era ayudarlos a nivelar sus conocimientos académicos, afectados por la deserción escolar derivada de la crisis, y evitar que fueran víctimas de matoneo.
“Son los Planes Integrales de Ajuste Razonable, para que los chicos que vienen en extra edad lo que hacen es tratar de nivelarlos, y se hace con cada chico migrante en las escuelas de Bogotá; si tú llegas con extra edad pues te hacen bullying, y nos dijimos: ¡es que los docentes y las directivas docentes tienen que tener un Plan de Integral de Ajuste Razonable!, y eso se está haciendo en los colegios de Bogotá”, explica el funcionario.
Hoy los pequeños venezolanos, que tuvieron que padecer el viacrucis de la migración y el desarraigo de su casa y del entorno en el que crecían, tienen un motivo para sonreír: ir a clase es una de esas alegrías aplazadas que tanto merecen.
Por: Mario Villalobos @maritovillalobo