Así luchan contra la xenofobia los migrantes venezolanos en Antioquia

Job Licera, armado de una pequeña video cámara, ha visibilizado el trabajo de casi 20 organizaciones de venezolanos que trabajan por sus paisanos en Antioquia | Por: DAVID HERNÁNDEZ | SEMANA

Convencidos de que la unión hace la fuerza, un colectivo de periodistas y los líderes de varias organizaciones de personas venezolanas pusieron manos a la obra y hoy muestran con mucho orgullo que su trabajo redujo la xenofobia en las comunidades, gracias a la firme decisión de romper los prejuicios.

Si algo caracteriza a Job Licera es su pasión por el periodismo y por su gente; por culpa de lo uno y de lo otro, no tuvo ningún miramiento para adaptar un garaje en Medellín hasta convertirlo en un estudio de televisión que nada tiene que envidiarle a las grandes cadenas del mundo.

Sus manos obran prodigios con una cámara, y su convicción fabrica milagros como convencer a sus tímidos cómplices de que le pierdan el miedo a la lente, para contarle al mundo entero que en su lucha contra la xenofobia no se quedaron de brazos cruzados.

En una pausa activa de la grabación de otra de las píezas audiovisuales que produce Comucolven -un colectivo de periodistas digitales venezolanos con sede en Medellín- nos revela los detalles de su receta.

Todo comenzó cuando se preguntó cómo podía ayudar a reducir y prevenir la xenofobia; entonces entendió que si visibilizaba lo que hacían sus paisanos y lo difundía por el mágico mundo de internet la viralidad haría su trabajo.

Nos preguntamos: ¿cómo hacemos para que las fundaciones, los venezolanos se sientan no solo informados sino acompañados? Creíamos fundamental que este proceso de acompañamiento comunicacional no sea solamente hacerles una imagen, o ir y hacerles un reportaje, sino decirles: vengan, qué necesitan, de qué manera podemos trabajar para que las fundaciones logren tener un posicionamiento, una visibilidad“, asegura con una convicción única.

Y lo logró en un santiamén con una mezcla de pasión, ingenio y muchas horas de trasnocho. Hoy, varias de las organizaciones de migrantes más grandes y significativas de Antioquia encontraron en ese ecosistema digital un aliado clave para visibilizar su oferta, sus luchas y explicarles a las comunidades de acogida por qué vale la pena desterrar la xenofobia.

Por ejemplo, María Esmeralda Marcano, de la Fundación Voluntariado Venezolano, que apoya varias causas hunanitarias, logró, gracias al apoyo de Comucolven, hacerles entender a sus vecinos colombianos que no había diferencias entre ellos, porque “vale la pena, somos tan personas como ustedes, estamos trabajando, estamos esforzándonos, estamos aprendiendo, estamos dejando lo mejor de nosotros para ustedes también“.

Mientras tanto, Idaira Salazar, de la Fundación Marcama, relata orgullosa que gracias al apoyo de Job y sus colegas periodistas, logró visibilizar el trabajo que hace en las comunidades: talleres culturales para consolidar la sana convivencia entre migrantes y comunidades de acogida.

Que permitan la integración de niños venezolanos, adolescentes y adultos en actividades artísticas, culturales y deportivas que ayuden al crecimiento y fortalecimiento de nuestras propias raíces y que inviten a la población de acogida a integrarse a nuevas costumbres“, relata feliz y satisfecha.

Job, mientras tanto, no se queda quieto. No sólo quiere visibilizar las organizaciones de la sociedad civil sino que les ayuda en fortalecer su iimagen y les enseña a extender lazos hacia otras ventanas.

Actualmente estamos trabajando la parte de fortalecimiento comunicacional corporativo de las fundaciones, trabajamos en un rediseño del logo, crearles un manual de identidad, unas plantillas para que las publicaciones tengan una sinergia en redes sociales, porque realmente no hay recursos para estas fundaciones. Nuestro lema no es solamente creer sino crear”, explica orgulloso.

En silencio, sin pausa pero sin prisa van creciendo y ganando espacios para contar su nueva realidad, basada en la premisa de que la xenofobia debe quedar desterrada para siempre. 

Con una convicción que raya en la devoción, todos saben que los abrazos y el cariño no saben de pasaportes, ni de documentos, y que el respeto se gana y se cultiva a punta de buen corazón. Ese, dicen, es el mejor argumento para que los  colombianos se fundan en un abrazo eterno con ellos.

Pero para eso hace falta mucha conciencia y demasiada paciencia, dice Job, a quien seguramente bautizaron así porque, al igual que su tocayo bíblico, entendió que constancia vence lo que la dicha no alcanza. Es un hombre sabio, el buen Job.

Por: Mario Villalobos @maritovillalobo