El ‘rebusque’ de médicos venezolanos en el país

En Venezuela, Adolfo trabajaba como médico. En Colombia, como obrero en una construcción. | Por: CORTESÍA ADOLFO QUIROZ


Adolfo Quiroz toma su hora de descanso luego de una mañana de trabajo duro. El golpeteo y el “bramar” de maquinaria pesada se detiene momentáneamente. Algunos obreros cucharean de portacomidas o de pequeñas ollas. Otros duermen bajo el casco y tirados en el suelo.

Adolfo conversa con un compañero, que se queja de un dolor intenso en el estómago. Dice que tiene dolores fuertes, con retorcijones agudos. Adolfo se sacude las manos del polvo y lo examina. Minutos después dice: “Señor, eso es apendicitis”.

“Él había ido a un centro médico muy reconocido acá y le diagnosticaron algo que no era”, agrega el obrero de 26 años y quien es, además, médico cirujano oriundo de Barquisimeto, en el Estado Lara, Venezuela.  


Lo que siguió fue buscar un sitio para acostar al paciente. Una tabla para llevar escombros resultó útil para el exámen que confirmó la valoración: apendicitis aguda.


“Menos mal pudo contar lo que le sucedía… si se le revienta el apéndice, las consecuencias son graves”, sentencia Adolfo, uno de los tantos médicos venezolanos que se encuentran desempleados o ejerciendo otras labores debido a la imposibilidad de poder trabajar en el sistema de salud colombiano.


El diagnóstico del joven cirujano, que escribió en un pedazo de papel y en medio del polvo y de escombros, fue acertado“El diagnóstico fue correcto, el señor pudo verse con un cirujano que al final lo operó, aunque al principio no reconoció mi dictamen”, relató Adolfo. Y agregó: “Yo no debería estar dando valoraciones en un papel, yo debería estar trabajando en un consultorio”, reflexionó.


En 2019, junto a su esposa, Adolfo cansado de la dura crisis en Venezuela y observando que con su sueldo como médico raso no podía comprar para comer de forma decente, decidió emigrar hasta Manizales, en Caldas, ciudad donde viven sus suegros. Allí trabajó los primeros meses como mesero, luego fue ascendido a la administración. “Uno sabe trabajar, se gana a la gente y con el sentido de servicio que tiene, es fácil ganarse la empatía”.


El restaurante donde trabajó no aguantó los embates de la covid-19, pero su suegro pudo conseguirle ese trabajo como depositario en la construcción de un edificio de 13 plantas. “Es un trabajo pesado ya que debo estar cargando cemento, bloques y ayudar en cualquier cosa, incluso, en corregir diagnósticos de salud”, bromeó Adolfo.


Para poder ejercer como médico en Colombia, Adolfo debe apostillar sus documentos, es decir, legalizar su título de bachiller, su diploma de medicina, sus notas y su partida de nacimiento entre otros documentos. Sin embargo, los altos costos de ese trámite, la corrupción y la usura en Venezuela se lo han impedido.

Cada ciudadano venezolano que quiera apostillar un documento debe cancelar 381.542 bolívares (unos cuatro mil pesos colombianos), cerca del 50 por ciento del sueldo mínimo en ese país. Otro de los inconvenientes es que la diligencia debería permitir hacerse en línea por el canal regular, pero la página deja de funcionar o no hay citas para finalizar la convalidación del documento. Aún así, Adolfo está decidido a lograrlo por lo que, según dice, trabaja en lo que sea. 

El 'rebusque' de médicos venezolanos en el país
El 'rebusque' de médicos venezolanos en el país Adolfo Quiroz toma su hora de descanso luego de una mañana de trabajo duro. El golpeteo y el "bramar" de maquinaria pesada se detiene momentáneamente. Algunos obreros cucharean de portacomidas o de pequeñas ollas. Otros duermen bajo el casco y tirados en el suelo.

Adolfo Quiroz ha tenido que dedicarse a la construcción en la ciudad de Manizales. (Foto/Cortesía Adolfo Quiroz). 

Intentos fallidos


Para convalidar un título extranjero, el Ministerio de Educación en Colombia exige que se presenten, apostillados, el título original y las notas certificadas entre otros documentos. Se debe cancelar 643 mil 400 pesos colombianos para títulos de pregrado y 731 mil 200 pesos para los postgrados. Luego de presentar toda la documentación y validar información, el proceso pasa a evaluación, que podría tener una extensión de entre 60  y 180 días calendario.
 
Todo este recorrido lo ha hecho en tres ocasiones Laura Castaño, una joven médica de 28 años que cuenta con especializaciones en medicina ocupacional y urgencias médicas. Laura se instaló en Manizales con su esposo en abril de 2017En tres ocasiones ha sido rechazada por el estado colombiano para poder trabajar como una profesional acreditada. “Una vez me dijeron que faltaban algunos papeles, y en otros dos momentos me la rechazaron porque sí”, contó Laura, quien nació en La Victoria, en el Estado Aragua.
 
La profesional médica ha contado con el apoyo de la familia de su esposo, quienes son pobladores de Manizales y que retornaron de Venezuela. “Aquí gracias a Dios mis suegros tienen sus raíces y un sitio dónde vivir. Por eso acá he podido trabajar sin mayores problemas, pero en otras áreas”, afirma. 

Laura siempre con vocación de servicio ha podido laborar desde hace tres años con la fundación ‘Aires de Esperanza’, organización sin fines de lucro que brinda atención a la población migrante venezolana en Manizales. “Siempre estoy dispuesta al servicio, nunca he dejado de estar muy cerca de la gente, me hubiese vuelto loca si me hubiese dedicado a otra cosa”, expresa emocionada, aunque consciente de que su deseo mayor es poder ejercer la medicina. “Por eso lo he intentado tanto. En este momento estoy a la espera de una cuarta respuesta, esperando que no sea otra traba”, añade.


Uno de los motivos por el cual a los médicos venezolanos se les niega la solicitud es por la presión que hace el Colegio de Médicos de Colombia, según analiza Castaño. “Definitivamente ellos ejercen presión para que, a nosotros, los médicos venezolanos que venimos muy bien preparados, se nos tranque la cuestión. Pero estamos peleando por ser reconocidos”, puntualizó.

El 'rebusque' de médicos venezolanos en el país
El 'rebusque' de médicos venezolanos en el país Adolfo Quiroz toma su hora de descanso luego de una mañana de trabajo duro. El golpeteo y el "bramar" de maquinaria pesada se detiene momentáneamente. Algunos obreros cucharean de portacomidas o de pequeñas ollas. Otros duermen bajo el casco y tirados en el suelo.

Laura trabajó ejerceiendo la medicina en el estado Aragua, en Venezuela. (Foto/Cortesía Laura Castaño). 

Desconfianza


Un censo realizado por la Coalición por Venezuela reveló que 948 profesionales de la salud venezolanos han presentado problemas a la hora de ser aprobada su tarjeta profesional y que al menos 1843 se encuentran en el proceso.


Graduado de la Universidad Central de Venezuela como médico general, Roger Fajardo, ha intentado en par de ocasiones convalidar su título, pero el sistema se lo ha negado.


Acompañado de su esposa llegó desde Venezuela y se instaló en Cali. Luego, desde Bogotá le hicieron una mejor oferta económica“He desarrollado varios trabajos, estuve como repartidor de comida, también entregando volantes”, comentó Roger, que actualmente trabaja activo con la fundación Salud Feta, organización de especialistas en ginecoobstetricia. Allí tiene labores administrativas. También emplea parte de su tiempo a la práctica del yoga.


Con su bicicleta, Roger recorría la ciudad para llevar los pedidos a hogares. A veces imaginaba las calles como pasillos del hospital. “A pesar de no estar ejerciendo como es debido, nunca pierdo la esperanza y esperaré la oportunidad para hacerlo de nuevo”. Mientras la condición económica de Roger mejora, aguarda para volver a introducir los recaudos en un sistema que no le genera mucha confianza.

“Ahora se debe realizar el pago primero y luego te piden los papeles. Esto me genera desconfianza. Pero cuando tenga el suficiente ahorro, lo volveré a intentar”, sentenció Roger esperando poder cumplir su deseo y servir a la sociedad colombiana que tanto lo demanda.

Por: Rafael Sulbarán @RafaelDSulbaran