Tener creyones de múltiples colores sobre una mesa para dibujar hizo sentir a la niña venezolana Fabiana Carrillo, de 11 años, como en un pequeño paraíso. Pintó a su familia en una hoja blanca y por un buen rato disfrutó de los libros ilustrados y los legos del espacio protector de la Casa Volver Normandía, que brinda alojamiento transitorio a caminantes provenientes de Venezuela.
Fabiana participó junto con su hermanita Fiorela en una actividad organizada por la Cruz Roja Colombiana Seccional Cundinamarca y Bogotá, para conmemorar el Día de la No Violencia y la Paz, que se celebra en el mundo cada 30 de enero.
Ambas niñas llegaron a Bogotá el 24 de enero, de la mano de su mamá Nayeska Carrillo. Caminaron largos tramos y en otros les dieron aventones en vehículos de carga pesada. Las tres ingresaron al alojamiento de la Casa Volver Normandía, donde además les ofrecen alimentos y abrigo de 15 a 30 días, mientras definen su ruta migratoria y su plan de vida.
“La actividad que nos realizaron el día de hoy me pareció muy buena, porque le ayuda a las niñas para que se distraigan un poco después de esta difícil situación, que es irse para otro país”, dice Nayeska a la vez que agradece la ayuda que le dio la Cruz Roja porque el día anterior le tocó dormir en la calle con sus dos hijas.
Darío Ríos, coordinador de Asuntos Humanitarios de la Cruz Roja Colombiana Seccional Cundinamarca y Bogotá, explica que a esta población migrante en movilidad les dan atención en necesidades básicas con un lugar seguro, alimentos, elementos de aseo, asistencia en salud y la participación en escenarios de aprendizaje mediante encuentros lúdicos con enfoque en protección de derechos.
Según su estado de vulnerabilidad, les brindan una atención diferenciada de género, abordando ejes temáticos de derechos humanos, autocuidado, la familia, convivencia, manejo de sus emociones, y proyecto de vida, entre otros.
En los diferentes escenarios que se dan en el alojamiento — agrega Ríos — se promueven comportamientos relacionados con la No violencia y la Construcción de la Paz; mediante espacios donde se interioricen los conceptos de violencia, las formas en las que esta se manifiesta en el ciclo de desarrollo de las personas, dado que los niños, niñas y adolescentes deben comprender las dinámicas de este fenómeno, para reconocerse como sujetos activos y de derechos; capaces de cuidarse, de cuidar al otro y de exigir el cumplimiento de sus derechos.
«En la actividad de hoy lo que más me gustó fue dibujar a mi familia,
quisiera tener otros espacios para poder jugar con los legos y leer libros,
porque me gusta mucho leer»
Fabiana Carrillo, niña venezolana
Niños migrantes venezolanos tienen un espacio protector donde dos profesionales de psicología realizan con ellos dinámicas lúdicas para prevenir la violencia.
El coordinador de la Casa Volver Normandía, Mario Bolívar, expuso que la principal ruta que manejan actualmente para ingresar a este programa es por medio de la Organización Internacional de Migraciones (OIM) que hace una valoración previa y remite a los migrantes beneficiarios.
Con la contingencia sanitaria de la covid-19, personal de la OIM se encarga de realizar un tamizaje en salud a todos los migrantes que están próximos a ingresar. Una vez aprobado, en la Casa Volver Normandía proceden a entregar el kit de aseo y le hacen una caracterización explicándoles las normas y reglamentos.
Dos profesionales en psicología se encargan de realizar actividades en el espacio protector para niños, niñas y adolescentes, donde desarrollan dinámicas de forma lúdica para prevenir la violencia. Además les dan herramientas para saber cómo identificar que una persona está siendo violentada de forma física, psicológica, sexual y económica.
La psicóloga Bibiana Gamboa, vinculada a la Dirección de Asuntos Humanitarios de la Cruz Roja Colombiana Seccional Cundinamarca y Bogotá, precisa que a los niños, niñas y adolescentes migrantes que llegan a este albergue se les explica el tema de la violencia haciendo referencia a todos los actos donde su ser y su bienestar se ven afectados.
Les hacen entender dónde hay dolor, dónde puede haber enfermedad, y que sus emociones se manifiestan a través de la tristeza, el miedo, la rabia, y la angustia. La intención es convertirlos en sujetos de derecho, permitirles hacer una reconocimiento de sus acciones para que crezcan en un contexto adecuado, desarrollarse de manera sana y tener un mejor bienestar.
Por: Milagros Palomares @milapalomares