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El baloncesto une los sueños de los migrantes en un barrio de Bogotá

En una cancha de 28 metros de largo por 16 de ancho, 80 chicos colombianos y 26 venezolanos se reúnen cuatro días a la semana en el barrio Mortiño, en el noroccidente de Bogotá. El baloncesto estableció  entre ellos una conexión sagrada: comparten como hermanos, se sincronizan en cada juego y se esmeran por cumplir sus sueños. 

Cada uno llega vestido con  su uniforme rojo y negro, a las 5:00 de la tarde.  Rigurosamente hacen calentamiento, luego comienzan a practicar los drills, que son los ejercicios  de defensa para mejorar las habilidades individuales donde elevan su nivel de exigencia.

Son un engranaje en la cancha. El equipo “Toros” hace actividades colaborativas, y entre compañeros se ayudan corrigiendo movimientos y posturas para  promover el trabajo en equipo.  

Esta historia de integración es posible gracias a la iniciativa del joven venezolano Luis Andrés Romero, de 22 años, estudiante de Educación Física en la Universidad Libre de Colombia, quien creó la  Fundación Club de Baloncesto Toros, en la que están inscritos 106 niños y adolescentes de 8  a 17 años.

Luis Andrés es un entrenador avalado por la Federación Internacional de Baloncesto (Fiba). En el 2017 inició este proyecto de manera informal, pero hace un año y medio registró legalmente la fundación ante la Cámara de Comercio de Bogotá. Verla consolidada es el aporte que este deportista le regala como migrante al país que lo acogió hace seis años.

“Ha sido un camino muy duro concretar esta fundación, porque no es tan fácil que aquí apuesten por los proyectos nuevos y por el deporte”, cuenta el entrenador a la vez que explica que el programa se enfoca en el desarrollo físico e intelectual de cada participante.  

El baloncesto une los sueños de los migrantes en un barrio de Bogotá
El baloncesto une los sueños de los migrantes en un barrio de Bogotá En una cancha de 28 metros de largo por 16 de ancho, 80 chicos colombianos y 26 venezolanos se reúnen cuatro días a la semana en el barrio Mortiño, en el noroccidente de Bogotá. El baloncesto estableció entre ellos una conexión sagrada: comparten como hermanos, se sincronizan en cada juego y se esmeran por cumplir sus sueños.

Cada entrenamiento es dinámico y estratégico según explica el entrenador. 

Desde niño, Luis Andrés Romero fue atleta de alto rendimiento en Venezuela. Perteneció a la selección de Baloncesto del estado Zulia, y a los 13 años tuvo la oportunidad de entrenar en Estados Unidos y de aprender el idioma inglés.  

El mayor logro del Club de Baloncesto Toros, hasta el momento, es que el  joven colombiano Edgar Cañas, de 16 años fue becado por la escuela Miami Dade Chistrian School para terminar su bachillerato allá, jugar en el equipo del colegio, y luego tendrá la oportunidad de optar a una beca en una universidad de Estados Unidos. 

En Colombia, estos muchachos también han sabido dejar el nombre de su club en alto. Durante dos años consecutivos han ganado el campeonato de Basketball en Villa de Leyva, Boyacá. Además del festival de Colsubsidio en las categorías minibasket y juvenil, sumado a esto consiguieron el año pasado el  tercer lugar en el torneo distrital de baloncesto, en la categoría juvenil.


«Nosotros concebimos la disciplina del baloncesto como una herramienta para salir adelante, no es solo correr detrás del balón», dice  el venezolano con la convicción de ser un factor de cambio en la sociedad colombiana.  

Luis Andrés Romero, entrenador de baloncesto 


Para que los entrenadores o captadores de talentos deportivos se interesen por los chicos del Club de Baloncesto Toros, estos tratan de asistir  a eventos en Estados Unidos. El año pasado viajaron tres chicos venezolanos y tres colombianos a Miami. La fundación recaudó fondos a través de bingos y rifas para ayudarlos con los trámites de la visa, además de darles un aporte para su estadía.  

El entrenador Romero refiere que este año se les presenta el inconveniente de que 20 chicos venezolanos, que son muy buenos jugando baloncesto, no tienen pasaporte. “Así es muy difícil que los ayudemos a tramitar la visa. Cómo le decimos a los padres de estos chicos que regresen a Venezuela a sacarse el pasaporte, es algo prácticamente imposible”.


La motivación está siempre presente en cada encuentro. Así lo deja ver en sus palabras el adolescente Juan Manuel Buitrago, de 13 años, quien no se pierde un entrenamiento de baloncesto. “El profesor nos exige bastante para que mejoremos, en la fundación he aprendido  a respetar a mis compañeros, a jugar mejor y eso se lo debo al profe Andrés. Mi sueño es ser deportista y obtener una beca para poder estudiar ingeniería de sistemas”, expresa con entusiasmo.

El baloncesto une los sueños de los migrantes en un barrio de Bogotá
El baloncesto une los sueños de los migrantes en un barrio de Bogotá En una cancha de 28 metros de largo por 16 de ancho, 80 chicos colombianos y 26 venezolanos se reúnen cuatro días a la semana en el barrio Mortiño, en el noroccidente de Bogotá. El baloncesto estableció entre ellos una conexión sagrada: comparten como hermanos, se sincronizan en cada juego y se esmeran por cumplir sus sueños.

El venezolano Luis Andrés Romero se formó como entrenador de baloncesto en Estados Unidos. Está avalado por una federación internacional.

«Los entrenamientos son muy interesantes, nos divertimos y  aprendemos a ser mejores personas a través del juego. No solo somos un equipo sino una familia. La aspiración que tengo es ser profesional en el baloncesto, aunque nos digan que es difícil llegar lejos con este deporte estoy segura de que sí lo voy a lograr».

Lisset Ulloa Hernández, 14 años


La sinergia que hay en la cancha es producto del trabajo constante. El pequeño Andrés David Blanco Ortiz,  de 13 años, lo transmite cuando afirma que el profe les exige más para que den el 100%. “Nuestro entrenador siempre nos dice: si uno no se esfuerza, si no lo intentamos nunca vamos a mejorar, y aquí una de las frases que nos repite en cada encuentro ‘No le preguntes  a tus compañeros qué pueden hacer por tí, pregúntate lo que tú puedes hacer por ellos”. 

Los principios de la fundación están basados en el aprendizaje, la competencia y los estudios. Desde que ingresan, los participantes tienen claro que para ser un jugador de baloncesto profesional, en Colombia o en el exterior, hay que llegar a la universidad.  Y este es precisamente el sueño del adolescente venezolano Germaín González, de 17 años, quien llegó hace dos a Bogotá.  “En esta fundación me han brindado todo el apoyo y  estoy muy agradecido, los entrenamientos son dinámicos. El coach nos motiva para que le echemos más ganas, a cada entrenamiento voy con la disposición de aprender”, completa.

Esta fundación deportiva se ha convertido en un espacio para el crecimiento de jóvenes dentro y fuera de la cancha. El baloncesto los unió sin importar su nacionalidad o su situación socio económica. 

El baloncesto une los sueños de los migrantes en un barrio de Bogotá
El baloncesto une los sueños de los migrantes en un barrio de Bogotá En una cancha de 28 metros de largo por 16 de ancho, 80 chicos colombianos y 26 venezolanos se reúnen cuatro días a la semana en el barrio Mortiño, en el noroccidente de Bogotá. El baloncesto estableció entre ellos una conexión sagrada: comparten como hermanos, se sincronizan en cada juego y se esmeran por cumplir sus sueños.

Los chicos son motivados con disciplina, amor por los estudios y el deporte.

Para contactarlos:

Instagram @toros.bc

Facebook  Club de Baloncesto Toros

Por: Milagros Palomares @milapalomares