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Mujeres migrantes venezolanas, beneficiarias de nueva huerta urbana en Soacha

La autosostenibilidad en el campo se convierte en sinóminomo de seguridad alimentaria y empleo para las personas venezolanas, especialmente las mujeres | Por: ANDRÉS CAMILO GONZÁLEZ - SEMANA

Gracias al apoyo de Empropaz, la empresa privada y la cooperación internacional, ya están sembrando lechuga orgánica y dentro de poco comenzarán a producir leche vegetal. El proyecta busca que trabajen en llave también con las comunidades de acogida, en los sectores más vulnerables del municipio cundinamarqués.

La iniciativa se llama “Sembrando conciencia ambiental”, y propende por garantizar la seguridad alimentaria de las mujeres venezolanas y que también en el mediano plazo puedan tener un excedente de productos para comercializar.

En esa tarea unieron esfuerzos Enmpropaz, y  varias fundaciones que trabajan en la Comuna 6 de Soacha, que colinda con el sector de Cazuca, donde se asentó la mayoría de la migración venezolana que llegó al municipio.

Las mujeres trabajan en cinco camas de cultivo con compostaje y lombrices, que les permiten producir lechuga sin químicos, ajo, perejil, remolacha, cebolla, frijol, brócoli, repollo y acelgas.  Pronto tendrán tres más para seguir expandiendo el proyecto.

Ignacio Ávila, repsonsable de Funda Revivir, asegura que están felices de respaldar el proyecto “porque hemos podido proteger y ayudar a migrantes venezolanos, les dimos la oportunidad -bajo el enfoque ambiental- para que contribuyan con el reciclaje y continuaremos fomentando el trabajo conjunto”.

Una de las características más importantes es cómo mujeres venezolanas y colombianas de comunidades acogida trabajan en llave. Al respecto, Elicena Martínez, desplazada por la violencia y quien cultiva con compañeras venezolanas, afirma que “este proyecto ha permitido que pueda volver a hacer lo que tanto amo: sembrar, y esto me hace feliz y me fascina”.

Sandra Gaitán de Corpomynga, otra de las entidades que apoyan a las mujeres migrantes venezolanas, cree firmemente que este ejercicio de catarsis colectiva y trabajo mancomunado será exitoso y se replicará porque “detrás de la siembra está el diálogo que permite la construcción con el otro y compartir la vida, ese es el impacto clave”.

El proyecto también comenzó a implementar su presencia en Bogotá, en las localidades de Kennedy, Suba y Usaquén, y a mediano plazo espera ofrecer unos kits de siembra y construir un aula ambiental para incentivar el aprendizaje ecológico entre sus clientes.

Por: Mario Villalobos @maritovillalobo