El duelo migratorio es una experiencia profundamente transformadora y desafiante para quienes abandonan su hogar en busca de un nuevo comienzo. Este reportaje explora cómo el proceso emocional de adaptarse a un nuevo país se ve intensificado por la pérdida de identidad y pertenencia, y cómo la arteterapia emerge como una herramienta crucial para la sanación.
Por José Ignacio Estupiñán*
Fotos: Janett Teresa Heredia Mendoza y Jose Ignacio Estupiñan Martinez.
El duelo es una parte inevitable de la vida. Aunque comúnmente se asocia con la pérdida de un ser querido, puede surgir también por otras razones: la pérdida de un empleo, una crisis financiera, o un cambio drástico en la vida, como la migración.
Para la psicóloga María Cota, terapeuta en el Centro Intégrate de Cartagena, el duelo migratorio es uno de los más difíciles de procesar, ya que está intrínsecamente ligado a la identidad. “Cuando hablamos de identidad, no solo nos referimos al autoconcepto y a cómo la persona se presenta ante los demás, sino también a la construcción de su autoestima”, explica Cota.
El curso y desenlace de este duelo dependen en gran medida de cómo la persona enfrenta su nueva realidad. Algunos se ven abrumados desde el principio, pero con el tiempo alcanzan la aceptación; otros manifiestan sus emociones de manera retardada, y hay quienes viven altibajos constantes y desorganizados.
En cualquier caso, es normal experimentar sentimientos de ira o tristeza. Sin embargo, la complejidad del duelo migratorio puede llevar a una susceptibilidad extrema, intensificando estas emociones. Cota subraya la importancia de manejar adecuadamente estas situaciones: “Toda acción comienza con un pensamiento”, advierte, ya sea un suicidio, un evento cerebrovascular o incluso una simple gastritis.
Según la experta, el duelo migratorio también se presenta de manera diferente según el género. En las mujeres, por ejemplo, la violencia basada en género y la violencia institucional en el acceso a servicios de salud son problemas significativos. “Hemos observado casos dolorosos de mujeres con enfermedades graves que, tras enfrentar una falta de atención en su país de origen, llegan a un estado avanzado de la enfermedad al migrar”, señala.
Por su parte,Ayda Pantoja, especialista Senior de Salud Mental y Apoyo Psicosocial en Heartland Alliance International (HAI), explica que quienes atraviesan el duelo migratorio suelen experimentar síntomas como estrés crónico, pensamientos de culpa, alteraciones en el sueño, tristeza e ira. “Existen manifestaciones psicológicas cognitivas, emocionales y relacionales que reflejan un malestar debido a la incapacidad de adaptarse plenamente. Además, los procesos migratorios suelen implicar una ruptura de los proyectos de vida a nivel individual y familiar”, señala Pantoja.
El proceso migratorio también enfrenta a los individuos con barreras en el país receptor. “La irregularidad migratoria, la imposibilidad de validar títulos profesionales, y las carencias económicas afectan directamente la salud mental y física de las personas. El estrés crónico puede llevar a dolencias psicosomáticas como migrañas o úlceras gastrointestinales. La preocupación constante por la seguridad y el futuro tiene un alto costo para la salud integral”, explica.
Las etapas del duelo
El proyecto “Pasos para la Integración” ha identificado que una de las principales fuentes de estrés para las personas migrantes es la falta de ingresos y vivienda adecuada. “La imposibilidad de encontrar una comunidad de acogida o empleo refuerza el sufrimiento y el sentimiento de ser extranjero. Esto intensifica el malestar emocional”, destaca Pantoja.
Las etapas del duelo migratorio comienzan con la negación, en la que las personas migrantes intentan ignorar o minimizar la realidad de su pérdida, experimentando una sensación de irrealidad o desapego debido al impacto emocional de dejar el hogar. Luego llega la ira, donde pueden surgir frustración y resentimiento hacia ellos mismos, su situación o los demás. En la etapa de negociación, los migrantes buscan equilibrar su nueva realidad con sus expectativas previas, adaptándose al nuevo entorno y manteniendo conexiones con su cultura de origen para encontrar control y esperanza. La depresión puede aparecer al enfrentar la realidad de las pérdidas y cambios, generando tristeza, nostalgia y desesperanza, lo que hace esencial buscar apoyo emocional.
Finalmente, la aceptación implica integrar la experiencia migratoria en la identidad y la vida cotidiana, adaptándose a los cambios y reconstruyendo una vida significativa en el nuevo país, sin olvidar el pasado, pero aprendiendo a vivir con él de manera constructiva. La forma en que las personas atraviesan estas etapas varía según sus características personales y las redes de apoyo que encuentren, y pueden experimentar desorientación, dificultades en la comunicación, aislamiento, y una sensación de fracaso, así como tristeza, soledad, fatiga, y en casos graves, ideas de suicidio, que requieren atención profesional, según afirma la experta.
A largo plazo, el estrés agudo no tratado puede evolucionar hacia un trastorno de estrés postraumático, lo que subraya la importancia de una atención oportuna y adecuada. Ambas expertas coinciden en que la adaptación exitosa y el bienestar en un nuevo país requieren comprensión, apoyo y atención profesional. En este contexto, la arteterapia se presenta como una herramienta valiosa. Esta disciplina, desarrollada en la segunda mitad del siglo XX, utiliza la pintura para transformar la percepción de las circunstancias adversas. Facilita la comunicación, el autoconocimiento y la autoaceptación, al mismo tiempo que estimula el pensamiento creativo. De este modo, ofrece alternativas innovadoras para enfrentar y resolver problemas más allá del razonamiento lógico, apoyando así el proceso de adaptación y el bienestar emocional de quienes buscan un nuevo comienzo en tierras ajenas.
Cómo el arte transforma el duelo y fomenta la integración
Al sacar la resolución de problemas del contexto clínico tradicional, la arteterapia derriba barreras de estigmas y prejuicios, explica Cota, lo que la convierte en una herramienta poderosa para replantear la identidad de manera saludable. “Una persona será más receptiva al cambio si no siente que está siendo atacada directamente. A diferencia de otros métodos en psicología, la arteterapia guía hacia el autoconocimiento a través de las propias habilidades y elecciones de cada individuo”, añade.
Para Wilma Jímenez, una mujer migrante venezolana que ha encontrado en la arteterapia un camino hacia la sanación emocional, esta disciplina ha sido clave para reconectar con una parte de sí misma que creía perdida.
En el año 2000, Wilma participó en talleres de pintura y dibujo en Venezuela, donde desarrolló su habilidad y pasión por el arte. Sin embargo, la llegada a Colombia significó dejar atrás sus pinceles y obras. “Cuando llegué, todo quedó allá. Me quedó el deseo de continuar, y eso me llevó a motivar a mi nieta a pintar. Aunque al principio no quiso seguir mis enseñanzas, decidí retomar el arte por mi cuenta”, recuerda.
El regreso al arte fue una forma de reencontrarse con su equilibrio emocional. Tras años de ausencia, asistió a un taller en el Centro Intégrate, donde logró recuperar su técnica y controlar su pintura. “El taller me ayudó a estabilizar mi estado emocional. Logré crear obras que transmitían un mensaje y que colgué en mi hogar, en lugares estratégicos para que todos puedan verlas”, explica.
Wilma recuerda que su vida en Venezuela era estable y llena de satisfacciones profesionales, con un reconocimiento estatal por su labor como docente. Sin embargo, la situación en su país comenzó a deteriorarse en 2019, lo que llevó a su hijo a advertirle sobre la gravedad de la crisis. “A pesar de mis esperanzas de que la situación mejoraría, la realidad me obligó a actuar”, señala.
En su llegada a Cartagena, enfrentó retos inesperados. A pesar de las advertencias de los vecinos sobre la cultura local, logró integrarse y hacerse conocida en su nuevo entorno. “Me llamaban la abuela de Celeste. A través de mi nieta, empecé a conectar con la comunidad y a animar las relaciones entre los vecinos”, relata.
“Mis pinturas se convirtieron en un refugio para mí y para mi nieta. Ella también comenzó a pintar, y a través de ello, liberó sus propias tensiones”, añade. La experiencia del taller le permitió conectar con otros participantes y compartir un espacio de crecimiento colectivo. “En el taller, todos nos unimos. Cada uno puso su toque personal en las obras, y eso reflejó la diversidad de nuestras experiencias y sentimientos”.
En cuanto a sus planes futuros, Wilma tiene una visión clara. “Mi objetivo ahora es avanzar, adaptarme completamente y establecer un emprendimiento que me permita vivir con estabilidad y dignidad. Quiero continuar haciendo lo que amo y asegurarme de que todo lo que emprenda tenga calidad y seguridad”, afirma con determinación.
Su aspiración refleja una búsqueda de estabilidad y éxito similar a la experiencia de Sendy Galvis, una colombiana retornada que, tras pasar 25 años en Venezuela, ha regresado a su país natal.
Conocida cariñosamente como Nikky, Sendy comparte su historia destacando los desafíos y esperanzas que enfrentan los migrantes que vuelven a su tierra. Madre de siete hijos, ella se define como una mujer de carácter fuerte, una fortaleza forjada en los años de trabajo en Venezuela, donde se desempeñó como auxiliar de cocina en diversos ambientes culinarios, desde comida árabe y china hasta restaurantes gourmet.
“En Venezuela, mi vida era muy tranquila y cómoda. Trabajaba y cuidaba de mis hijos, con pocas preocupaciones sobre arriendos y costos de vida, ya que allá no se pagan arrendamientos como aquí. La vida era relativamente fácil en comparación con los desafíos que enfrentaríamos más tarde”, relata.
El regreso a Colombia no fue sencillo. Ha estado de vuelta en su país natal durante cinco años y medio, y su adaptación ha sido complicada. “El duelo migratorio es fuerte. Regresar a tu propio país y sentirte sin identidad es un proceso doloroso. Has perdido una vida en otro lugar y te enfrentas a nuevas dificultades aquí”, explica.
Para ella, uno de los mayores desafíos ha sido la adaptación a un nuevo entorno laboral. Las puertas de empleo se le han cerrado debido a la limitación de edad y la falta de estudios formales. ” Muchas veces se me limita a trabajos para personas de 20 a 30 años”, cuenta.
Además de los retos personales, Sendy también enfrenta dificultades con su familia, particularmente con su hijo autista, quien ha sido víctima de acoso escolar y ha mostrado signos de querer abandonar la escuela para ayudar a su madre a trabajar. “Es doloroso ver a mi hijo querer dejar sus estudios por la presión que enfrenta. La maternidad aquí, con un niño con necesidades especiales, ha sido un desafío inmenso”, añade.
Pese a todo, ha encontrado consuelo y alivio en los talleres y espacios de arte que ha descubierto en su comunidad. “Los talleres son un respiro para nosotros. Me han permitido expresar mis sentimientos y encontrar un equilibrio emocional. Plasmar lo que siento en una obra de arte me ha ayudado a manejar el estrés y la ansiedad”, comenta. Sendy sugiere que se deberían abrir más espacios similares para ayudar a los migrantes a lidiar con su adaptación y bienestar psicológico.
“Nos tomó cuatro días llegar, pasando de peaje en peaje y con solo efectivo para sobrevivir. Llegamos el 1 de enero de 2015, y fue un shock ver que éramos los únicos en los albergues”, recuerda. En Venezuela, la vida se volvió insostenible con la crisis económica y la creciente inseguridad. “La situación era desesperada. Los precios eran altísimos y el gobierno presionaba por todos lados. Decidí irme porque no podía más”, señala.
Reconoce que la vida en Colombia le ha dado nuevas oportunidades para explorar el arte y participar en espacios sociales que antes no había experimentado. “Disfruto mucho del arte y de los talleres. Son oportunidades para nutrirme como persona y encontrar alivio en medio de las dificultades”, afirma.
También ha sido testigo de cambios en las percepciones hacia las personas migrantes. Relata un momento conmovedor y gracioso con una compañera colombiana que inicialmente tenía prejuicios contra “los venezolanos”. “Ella solía decir que odiaba a los venezolanos que llegaban a su ciudad, pero después de conocer a los venezolanos que vivían aquí, cambió su perspectiva y pidió disculpas públicas. Reconoció que las personas colombianas también enfrentaron discriminación en Venezuela hace décadas”, concluye.
La compañera es Norelis Domínguez, una cordobesa de 52 años, madre de dos hijos y una fiel devota de Dios.
Antes de conocer el Centro Intégrate, Norelis tenía una visión negativa de las personas migrantes venezolanas, influenciada por experiencias personales, las noticias falsas y la xenofobia. “Las noticias y la xenofobia afectaron cómo veía la migración, percibiéndola como una amenaza para la seguridad y la economía de nuestro país”, comenta.
La motivación para unirse al taller fue su amor por la pintura y el deseo de conocer más sobre las historias de los migrantes. “Conocí muchas historias tristes que me hicieron replantear mis conceptos preconcebidos sobre las personas migrantes. Empecé a verlos no como una amenaza, sino como seres humanos con necesidades y desafíos”, señala.
Las experiencias compartidas en el taller la ayudaron a humanizar su visión de las personas migrantes. “Ellos son personas maravillosas. Ahora los veo como pares que necesitan ayuda, no como una categoría estigmatizada”, añade.
Según Norelis, “el arte nos conecta con emociones y experiencias ajenas, permitiéndonos ver el mundo a través de los ojos de otras personas. Nos ayuda a romper estereotipos, explorar culturas y construir un mundo más inclusivo. El taller me brindó herramientas para comprender mejor las experiencias y desafíos de los migrantes. Ahora soy más consciente de los estereotipos y busco crear un ambiente inclusivo. He aprendido a escuchar y apoyar, lo que ha enriquecido mis relaciones con la comunidad migrante”.
Para aquellos que aún tienen prejuicios contra las personas migrantes, ofrece un consejo: “Los invitaría a conocer las historias y experiencias de vida de los migrantes. Ellos buscan una vida mejor y enfrentan desafíos con valentía. Al conocer sus contribuciones y entender sus luchas, podemos romper estereotipos y fomentar la empatía. La diversidad cultural enriquece nuestras comunidades y promueve el crecimiento. Todos merecemos respeto y oportunidades, sin importar de dónde venimos”.
Superando el desafío emocional de emigrar
Astolfo Matheus, originario de Maracaibo, Venezuela, es licenciado en educación con mención en desarrollo cultural. Desde su llegada a Cartagena, se ha dedicado al arte, incluyendo dibujo, pintura y literatura, y también a predicar la palabra de Dios en su comunidad. Fue precisamente en esta faceta que decidió acercarse al Centro Intégrate y disponer su conocimiento para el beneficio de la comunidad.
En Venezuela, Astolfo enfrentó severas dificultades económicas y sociales, incluyendo la pérdida de beneficios y una crisis de salud que requirió una intervención médica urgente. Esta situación lo obligó a buscar refugio en Colombia, donde ha encontrado una experiencia positiva y enriquecedora en su nueva vida. “La acogida en Cartagena ha sido maravillosa. He sentido una verdadera hermandad y apoyo tanto del pueblo cartagenero como de las instituciones y fundaciones locales”, expresa.
Liderar el taller de dibujo y pintura del Centro Intégrate ha sido un punto de inflexión para él. “El motivo principal para dictar el taller fue mi vocación de servicio y el deseo de integrarme creativamente con la comunidad colombiana. Considero que el arte nos permite expresarnos libremente y fortalecer nuestra conexión con la comunidad”, comenta.
Durante el taller, Astolfo experimentó momentos memorables que cambiaron su percepción sobre la migración y la integración. “Conocí y me conecté profundamente con Norelis, Wilma, Sendy y otros participantes. No solo compartimos una experiencia artística, sino también una amistad y un entendimiento mutuo que superó barreras culturales y geográficas. Fue conmovedor ver la creatividad y el deseo de conexión en todos los participantes”, relata.
Según Astolfo, el arte juega un papel crucial en la construcción de puentes entre diferentes comunidades y en la promoción de la empatía, ya que nos permite conectar con los demás de una manera significativa, rompiendo estereotipos y fomentando la comprensión mutua. De esta manera, su experiencia en el taller ha influido en su vida cotidiana, impulsándolo a involucrarse más en la comunidad y a utilizar sus habilidades y conocimientos para el beneficio de los demás. “Soy un luchador social y un emprendedor nato, y veo en el arte y en el desarrollo cultural una oportunidad para contribuir al crecimiento y bienestar de la sociedad. El turismo y el trabajo con jóvenes en Cartagena ofrecen oportunidades para desarrollar iniciativas creativas y culturales que beneficien a la comunidad. Estoy comprometido en seguir aportando mi experiencia y pasión para fomentar el crecimiento y la cohesión social”, concluye.
La psicóloga María Cota subraya que manejar el duelo migratorio de manera saludable requiere tiempo y paciencia. “Es clave permitirse sentir y expresar las emociones en cada etapa”, recomienda no ignorar los sentimientos ya que puede alargar el proceso de adaptación y generar malestar emocional. Conectar con personas que compartan experiencias similares y buscar apoyo de amigos, familiares o grupos en la comunidad es esencial para afrontar los desafíos. Celebrar tradiciones y mantener contacto con seres queridos puede ofrecer consuelo y un sentido de conexión mientras se integra al nuevo país. Aprender sobre la cultura y las costumbres locales ayuda a reducir la sensación de alienación y fomenta una mayor integración. El duelo migratorio es un desafío significativo, pero con comprensión y estrategias adecuadas, es posible superar las dificultades y construir una vida plena en un nuevo hogar.
Esta nota de prensa y los talleres sobre narrativas periodísticas se realizaron gracias al generoso apoyo del pueblo de Estados Unidos a través de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). Los contenidos son responsabilidad de sus autores y no representan necesariamente los puntos de vista o posiciones de USAID o del gobierno de Estados Unidos. * Periodista y participante de los talleres de formación en narrativas periodísticas inclusivas sobre migración y salud liderados por el Programa Comunidades Saludables de USAID. Los talleres de formación en narrativas periodísticas inclusivas sobre migración y salud fueron realizados en 11 ciudades por el Programa Comunidades Saludables de USAID en alianza con Colprensa y MigraVenezuela.