José Luis Álvarez, que trabajó con el célebre Osmel Souza en Miss Venezuela, viajó por Estados Unidos, Panamá, Curazao, Argentina, Chile, Perú y Ecuador, hasta que logró reunir a su familia en Colombia.
Por Diliver Uzcátegui – Periodista Te lo Cuento News
“Emigrar teniendo claro qué te impulsa a salir de tu país y, sobre todo, qué te motivará cuando estés fuera de él, puede hacer la diferencia en lo que a la sobrevivencia se refiere”, le dice José Luis Álvarez, un locuaz peluquero del Barrio Guaimaral de Cúcuta, a un joven que conversa con él.
Tiene acento venezolano, así que no puedo evitar intervenir en la conversación, para confirmar su nacionalidad. De ese encuentro fortuito surgió el relato que comparto a continuación, que resume la historia de una persona que estuvo en el centro de su industria, pero que lo cambió todo por estar tranquilo con su familia.
“Nací en Caracas, soy descendiente de españoles que llegaron a Venezuela presintiendo la Primera Guerra Mundial. Soy de la tercera generación de aquellos ibéricos que llegaron a la pequeña Venecia, y que jamás pensaron salir de ese hermoso país lleno de gracias”, confiesa José, con los ojos aguados.
Nos muestra unas fotos en la que se ve mucho más bajito de lo que nos parece ahora, rodeado por dos espigadas reinas de belleza y, empieza a relatarnos su historia.
“Mi infancia fue feliz, crecí en el mejor país del mundo. Estudié psicología en el Instituto Central de Educación, pero mi pasión por el estilismo me alejó del diván y me enganchó a las sillas de peluquería, las tijeras, las brochas de maquillaje con su colorido, y todo cuanto puedo lograr en materia de belleza con mis manos y talento”, dice.
En su país, fue parte del equipo de estilistas del Zar de la Belleza, Osmel Sousa, en el Miss Venezuela y con diseñadores de moda de renombre como Guy Meliet, en muchos desfiles.
“Tengo 34 años como estilista, de los cuales 20 fueron fabulosos en Venezuela, los restantes 14 años los he vivido entre: Estados Unidos, Panamá, Curazao, Argentina, Chile, Perú, Ecuador y Colombia”, explica.
¿Por qué no te quedaste en ninguno de esos países?, le pregunto. Y responde: para él, si no está su familia feliz, ningún país representa mayor riqueza.
“En mí transitar por todos los países en los que trabajé, no encontré ninguna nación que en un corto plazo me permitiera reunir legalmente a mi familia esparcida por diferentes rincones del mundo, y padeciendo, en aquel entonces, la tristeza de extrañarnos tanto. Ante aquel hecho, como familia unida y con valores, decidimos optar por un lugar donde estuviésemos todos. Ese país que nos reunió, fue Colombia”.
¿Ha logrado ser feliz aquí en Cúcuta?, le pregunto:
“Gracias a que ellos (sus tres hijos) tienen la nacionalidad por mi esposa, que es colombiana, tienen garantizada la educación, salud, trabajo y todo lo que viene con esto. Para nosotros estar juntos nos fortalece. Unidos como familia somos más fuertes y sobretodo felices. Después de tanto recorrer, llegué a dónde todos estamos bien, y eso es un tesoro invaluable”, concluye.