Javier Hernández, contador público, luego de repartir volantes en las calles de Medellín, cargar cajas de frutas, entre otros oficios, ahora saca cuentas de los pasos que debe dar para participar en la Maratón CAF 2024 en Venezuela.
Nora Sánchez – Periodista Te lo Cuento News
Javier Hernández corrió recientemente la maratón de Medellín 2023. Se le midió a la carrera completamente, los 42 kilómetros, y los hizo en 3 horas 13 minutos. Llegó a la meta entero, consciente, sin hormigueo en las manos, relajado, caminando y saltando.
Para él ha sido la mejor maratón en la que ha participado, tanto por su condición física y mental, como por la organización. Hoy día es un corredor profesional, pero hace cinco años atrás no tenía idea que correría la carrera más importante de su vida, la de migrar a otro país.
Este hombre alto, delgado y moreno es contador público, egresado de la Universidad de Los Andes (ULA) en Mérida-Venezuela. Corrió su primera maratón en el año 2018 cuando decidió salir de Venezuela, tanto por la situación país como por ver su libertad y sus derechos en riesgo, ya que fue un ciudadano activo en las protestas de los años 2014 y 2017 que dejaron decenas de fallecidos y detenidos.
En su natal, Mérida, fue scout e hizo montañismo. Dejó la actividad física porque se fue a Caracas a trabajar y al regresar a Mérida, en el año 2013, comenzó a correr de lleno. A raíz de una fractura de tobillo y por recomendación médica, terapias y asistencia psicológica, se le midió al running para no quedar lesionado de por vida.
Javier suma una década corriendo. Ahora vive en Medellín y desde hace un lustro comenzó a correr de nuevo por las calles de la ciudad de la eterna primavera, luego de que un amigo lo convenciera de entrenar y participar en carreras profesionales.
Controlar los pensamientos es otra carrera
Correr es para este migrante una vía de escape y de crecimiento. Javier es hoy día el presidente del club A Fondo Runners, a través del cual ha logrado relacionarse con atletas de talla olímpica y corredores profesionales de los que dice aprender en lo físico y en lo sentimental. “Con el club yo he crecido”, asegura.
Ha conocido Medellín entrenando diariamente y corriendo. Le gusta la ciudad, dice que se presta para la actividad física, motivo por la cual la eligió como destino al emigrar, así como por su cambio, “de una ciudad violenta en los años 80 y 90 a una ciudad con un crecimiento sorprendente en lo económico, cultural y deportivo desde el año 2000”.
Los pensamientos están presentes en cada entrenamiento y carrera que hace Javier, no hay duda que controlarlos y dejar su mente en blanco durante su actividad física es un reto, sobre todo cuando eres migrante y estás allí en el asfalto, corriendo, sudando y recordando tu vida en tu patria.
Esos pensamientos le llegan a su mente todos los días, “recuerdos de lo que se vive, de la niñez, de la familia, incluso llegan esos sabores y aromas de la infancia o de lo que viví, pienso: quisiera estar allá en este momento, pero no, no puedo desmayar, tengo que demostrar de qué estamos hecho nosotros los venezolanos y que realmente podemos seguir adelante”, se repite cada vez que un recuerdo le quiere frenar su paso.
Una carrera por Yolanda
A escasos 28 días de correr la Maratón de Medellín, Javier Hernández participó en la Carrera de las Rosas, el evento deportivo que tiene como propósito llevar un mensaje de vida y de esperanza a miles de mujeres en cuanto a la detección del cáncer de mama.
El nombre de su madre, Yolanda, de 71 años de edad, estuvo en el número dorsal de su camiseta. Javier hizo 15K en honor a su mamá, a quien tiene lejos, en México y padece de fibrosis pulmonar, recuerda con lágrimas en los ojos precisamente el día del cumpleaños de Yolanda.
Javier sigue corriendo, en su cabeza rondan frases como la del emperador romano Julio César “Veni, vidi, vici” (Vine, vi, vencí) y del merideño ejemplar Juan Félix Sánchez, quien dijo “porque uno por donde pasa debe, más que sea, rastro dejar, una huella…”, y eso es lo que quiere dejar Javier Hernández desde Medellín a través del running, una huella, demostrar que todo se puede.