Wendrys Ávila comenzó en la informalidad, dando clases en parques, pero su constancia mostró el talento y ganas de salir adelante hasta formalizar su academia.
Miguel Cardoza Cadenas – Periodista Te lo Cuento News
En plena pandemia del Covid 19 y con un encierro a cuestas, cuando estaban prohibidas las aglomeraciones y había otras múltiples restricciones, Wendrys Ávila necesitaba salir adelante en Colombia, después de abandonar su natal estado Zulia. También quería poder continuar con su pasión: practicar y enseñar el baile y la danza.
Comenzó con un solo alumno, pero ya tenía una meta trazada y por eso el año 2020, con todos los pronósticos en contra, fue su referencia para comenzar a construir su proyecto: la Compañía de Danza y Artes Ven Adon que al traducirlo es ¡Ven Señor!
Aunque no hacía eventos masivos y estaba en los parques del barrio Barrancas Norte de Bogotá, tuvo algunos inconvenientes con vecinos que se oponían a su labor porque utilizaba el espacio común para mostrar sus habilidades y capacitar a más personas que era su objetivo. Sin embargo, logró evidenciar que con su tenacidad tenía mucho que aportar y con el tiempo logró el apoyo de Esperanza Riaño, presidenta de la Junta de Acción Comunal (JAC).
Al responder solicitudes y confirmando las habilidades, temple y objetivos de Wendrys, la JAC, por intermediación de Riaño, accedió y le prestó la casa Comunal para que hoy día tenga un techo para su escuela y prepare a sus estudiantes, incluso para eventos de impacto no solo a nivel comunitario sino de ciudad.
Comenzó con un alumno, luego aumentó a cinco, después a 10 y ya son 20. La meta es llegar a 90.
En la actualidad la preparación de sus estudiantes está enfocada en la presentación del 17 de diciembre en el Teatro Belarte de Bogotá, para la cual se les puede apoyar comprando la boleta.
La integración colombo-venezolana
En la escuela también hay estudiantes colombianos, inclusión que le regocija porque, además de un trabajo, es un aporte invaluable para la integración que se busca entre los dos países, principalmente entre niños, adolescentes y jóvenes que llegan a un país desconocido y quieren retomar su vida en comunidad.
Angie Joya es una de las bogotanas que estudia en Ven Adon. Su primera reacción al hablar de esta experiencia es destacar la preparación de Wendrys, al igual que resaltar la contribución para quitar las barreras entre venezolanos y colombianos.
Valentina Pardo, compañera de Angie en la escuela, menciona con vehemencia la disciplina y los valores que les inculca su profesora, siempre impulsándola a cumplir las metas. Argumenta que sigue en su formación por la rigurosidad que se les exige y lo que aprende en capacitación.
El agregado espiritual
Wendrys Ávila es una venezolana fiel creyente de Dios. “Queremos ser una opción para niños, jóvenes y adultos. Somos una escuela que promueve y ayuda a realzar los valores morales y espirituales en ellos”.
No es dogmática ni busca imponer su filosofía de vida a los estudiantes, pero confiesa que, sin limitaciones a las costumbres o estilo de vida secular con su ejemplo y orientación, también tiene la tarea de incidir en positivo en lo que respecta a valores y principios en quienes se integren a su escuela.