Hubo momentos en los que Nancy Tibisay Cacua se preguntó si debía regresar a Venezuela o quedarse batallando en una tierra que le era ajena. Un lugar donde no tenía familia, donde al principio vio muchas puertas cerrarse frente a sus ojos y donde la ayuda a los venezolanos comenzó a escasear debido a la gran cantidad de población migrante que día a día llegaba a tierras araucanas. Ella hace parte de los más de un millón 770 mil venezolanos que están en Colombia, según cifras de Migración Colombia. Llegó a Arauca hace dos años junto a sus tres hijos de 3, 8 y 12 años.
Esta es su historia de renacimiento, gracias al apoyo que le brindó el Programa de Respuesta de Emergencia en Arauca (ERA), una iniciativa de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y la ONG ACDI/VOCA.
“En Venezuela viví momentos difíciles. Vi a familiares morir de hambre, personas diabéticas. En mi país esa era una enfermedad que se podía tratar. A muchos jóvenes los vi morir porque no había medicamentos. Yo era funcionaria pública y me vine a Colombia sin renunciar. Era perseguida política porque soy opositora. Aún trabajando allá, perdí mucho peso. Pasé de 63 a menos de 45 kilos. Me vine enferma, la niña también me llegó enferma y flaquita”, inció Nancy su relato.
— Llegué a Arauca el 3 de marzo de 2018. No fue nada fácil. Al principio fue bastante rudo. En el caso de los niños me costaba conseguirles cupos en el colegio, porque llegaba y decía: ¡no me van a dar el cupo porque soy venezolana! ¡No valgo nada! Así era que yo me sentía. Eso fue lo que nos hicieron sentir allá en mi país. La ropa de mis niños estaba viejita. Aquí en Arauca casi nos igualaban a unos indigentes por la forma como estábamos vestidos. Yo soy una mujer profesional. Me gradué como oficial de policía. Dejé la carrera de Derecho en el 7mo. Semestre. Tenía un trabajo próspero. Entonces, llegó este gobierno y todo cambió porque lamentablemente tenemos un mal gobernante.
En Venezuela, esta mujer vivía en la ciudad de Maracay, en el centro del país. Tenía casa propia, vehículo y podía darse uno que otro lujo. Para irse a la localidad de Arauca debió venderlo todo para emprender un camino de quince horas por tierra y hacer algunos transbordos.
« El viaje fue largo. Me vine solo con el uniforme que traía puesto. Esa fue una gran ventaja porque estaba vestida de funcionaria. Me vine con esa intención para que no me fueran a quitar los implementos que traía a Arauca para trabajar».
Nancy Tibisay Cacua, venezolana
Nancy Cacua agradece a USAID por incluirla en un programa social que mejoró su calidad de vida. @ACDI VOCA
En el bus donde venía y luego en la canoa para cruzar el río Arauca, otros traían queso, carne, cualquier cosa para vender aquí. Debíamos cuidar con celo nuestras cositas porque la situación del país llevó a todo el mundo a cometer locuras.
Si bien Nancy Tibisay cuenta que al principio recibió mucha colaboración de los araucanos, esta situación poco a poco fue mermando:
—Las cosas luego se pusieron muy fuertes en Arauca por la cantidad de venezolanos que venían. El ambiente se fue poniendo muy tenso. Muchos venezolanos habían venido a Arauca y habían matado. Entonces, la gente ya no quería colaborar debido a todas estas cosas que iban ocurriendo. En la alcaldía hicieron una manifestación contra los venezolanos. Hasta el alcalde nos llamó “plagas”. El mismo alcalde estaba pidiendo una solución y generalizó como ocurre en muchos otros países. No saben que los buenos siempre somos más. Debido a esto, las ventas fueron menguando.
Cuando llegaba a una casa para ofrecer mis servicios de peluquería la gente ya no me abría las puertas, por temor. Yo entendía eso. Cuando caminaba por una calle e iban unos hombres venezolanos con actitud sospechosa, hasta yo misma me asustaba. Trataba de esconder mis cosas. No culpo a la gente por el temor que tenían, pero ya era más difícil conseguir la comida. Ahí empezó mi frustración, me sentía como estancada, la moral la tenía por el piso. Ya había perdido a las pocas clientas que tenía. No le ponía un precio justo a mi trabajo, ni yo misma lo valoraba. Lo que querían pagar eso agarraba y no me alcanzaba.
Una oportunidad en medio de la crisis
El Programa de Respuesta de Emergencia en Arauca – ERA – se creó hace dos años con el apoyo de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional – USAID- y ACDI/VOCA para generar oportunidades de sostenibilidad económica, brindar apoyo psicosocial y humanitario a la población migrante venezolana, retornada colombiana y de acogida en siete asentamientos del municipio Arauca.
—Yo había visto el programa de ERA que estaba en ciertas partes de Arauca. Veía lo que sembraba la gente, la cantidad de cosas que tenían: berenjenas, cilantros, cebollín, tomate y otra cantidad de hortalizas. De hecho, cuando ellos iban a visitar los hogares les preguntaba cómo hacía yo para pertenecer a ese programa. Ellos me decían que debía esperar por si volvían a lanzar el programa. Que posiblemente, sí.
Hoy día, con Nancy Tibisay ya son 7.401 personas las que se han visto beneficiadas de los tres componentes de ERA: WASH – agua, saneamiento e higiene; Agricultura y seguridad alimentaria; y Protección. Unos 1.840 hogares que dan cuenta de un mejor fortalecimiento de su salud y cuidado del medio ambiente, que tienen asegurada su alimentación diaria producto de la implementación de huertas verticales y cría de pollos de engorde; además, se ha logrado restaurar la cohesión social en los territorios. Nancy asegura que nada de esto hubiese sido posible sin la promoción de la resiliencia individual que adquirió en su paso por la metodología para el cambio social -DecidoSer.
—Sin tener el conocimiento de lo que era el programa ERA fui admitida y sentí una alegría tan grande. Cuando vinieron se presentaron José Ramón, Doris y Javi por los tres componentes, nos explicaron en qué consistía el programa. En ese momento me enamoré más del proyecto porque no eran solo las huertas, también era Wash y Protección. Yo tenía un puntillo y el agua era de muy mala calidad. No servía ni siquiera para lavar la ropa porque quedaba con mancha. Wash nos ayudó con eso. Con la conservación del agua. Con semillas para las huertas.
A parte los talleres que nos daba Doris, de superación, de crecimiento personal, de autoestima, donde hacíamos ejercicios de relajación, me ayudaron muchísimo, sentí tanta confianza con ella porque da unos consejos bárbaros. Le dije que me ayudó a fortalecerme, a decir ¡sí se puede! El componente Protección me ayudó a levantarme. Después de los talleres me fui desenvolviendo. Salí del cascaron. Ya mi actitud, mi pensamiento, mi carácter, mi forma de ser era otra. Hoy puedo decir que soy una persona amigable.
Un total de mil 113 hogares de los siete asentamientos en Arauca donde tiene intervención el programa ERA han recibido la formación del componente Protección.
—Ahora muchos me tienen mucho cariño, confianza. Me piden consejos porque ven en mí esa fortaleza. Porque ven en mí que me pude levantar. Ellos son testigos de cuando llegué, de todo lo que he pasado. Después de sentirme caída, en el suelo. Hoy siento que soy un ejemplo para que otras personas también se levanten. Aquí hay muchos hombres y mujeres colombianos que me dicen: “tenemos toda la vida aquí y seguimos viviendo alquilados y tú ya tienes tu lote”.
Esas palabras bonitas de la gente me ayudan mucho en lo espiritual. Con la llegada de ERA me dieron ganas de salir adelante. Mis niños ahorita están estudiando. Creo que el negativismo que tenía hacía que yo misma cerrara las puertas. Pues, ese negativismo se convirtió en positivismo. El componente Protección me ha ayudado a que hoy en día pueda llegar a un lugar y hablar con seguridad. Mi vida cambió. Ahora nos sentimos capaces de poder emprender cualquier tarea. En mí ya no existe ese no puedo que había antes de la llegada de ERA a la comunidad.
Actualmente, Nancy Tibisay también asiste a los talleres del Programa Alianzas para la Reconciliación – PAR – de USAID y ACDI/VOCA en alianza con la Corporación Minuto de Dios, donde se forma en el área de emprendimiento.
Por: Ana Quilarque