Para el vocero del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, Colombia dejó de liderar la respuesta internacional frente a la migración venezolana y el tema se trata con tibieza en la agenda bilateral.
Por Ronal Rodríguez *
Al cumplirse el primer año de la retoma de relaciones diplomáticas, consulares y comerciales con Venezuela, llama la atención la ausencia del tema migratorio en la agenda bilateral y sorprende que las autoridades del Estado colombiano, teniendo más del 40% de la diáspora venezolana, repitan las narrativas del régimen venezolano sobre el tema: “que la migración paró”, “que los venezolanos se están regresando”, “que la migración es producto de las sanciones internacionales”.
Dicha postura ya ha tenido efectos negativos en la recolección de recursos de la última conferencia de donantes, en medio de un contexto internacional en el cual aumentan las crisis migratorias, a los casos de la migración africana, siria y de los Rohinyás, se han sumado el ucraniano, el año pasado, y ahora se incorpora el caso de la crisis en Níger.
Sin embargo, la crisis venezolana continúa siendo la más grande con los 7.320.225 migrantes. Y Colombia, el país con más migrantes venezolanos, no está liderando la respuesta internacional, la caída en la búsqueda de recursos para la atención de dicha diáspora es una consecuencia directa de la falta de una política exterior en la materia y de la denominada “desvenezolanización” de la migración promovida por las autoridades colombianas.
En el pasado el tema migratorio fue parte de la relación bilateral, pero a la inversa. La migración colombiana en Venezuela era un tema permanente en la agenda en los años 80 y 90, las autoridades venezolanas siempre reclamaron la falta de compromiso del Estado colombiano, a pesar de los procesos de amnistía y regularización el tema sólo se resolvió hasta que el presidente Hugo Chávez instrumentalizó la regularización migratoria con fines políticos en el marco de la misión identidad de cara al referendo revocatorio de 2004.
Ahora las cosas han cambiado, la diáspora venezolana se ha convertido en la migración más grande en Colombia, y a pesar de la respuesta inicial de las autoridades colombianas durante la administración Santos y Duque, marcadas por la voluntad política y la solidaridad con un abordaje de atención humanitaria y de integración, la falta de liderazgo y de una política migratoria del actual gobierno durante su primer año ya evidencian un retroceso en la materia.
La migración está ausente en la agenda bilateral, de hecho, a pesar de los múltiples encuentros presidenciales, el tema consular, que es fundamental para la administración de los flujos migratorios, es uno de los más rezagados. Los diplomáticos colombianos en Venezuela se han encontrado con un país sin estadísticas, ni datos y una estructura institucional disfuncional. Es muy difícil desarrollar la operación consular en Venezuela. Asimismo, los gastos en dólares y la seguridad del cuerpo diplomático y de los funcionarios de la embajada son un reto porque la empatía entre los presidentes no se refleja en el día a día de la misión diplomática.
Del lado colombiano las cosas no son mejores, el nuevo embajador de Venezuela en Colombia, Carlos Martínez Mendoza, está concentrado en las negociaciones con el ELN en el marco de la “Paz Total” y la atención a la diáspora venezolana en nuestro país no es una de sus prioridades. De hecho, parece que ha pasado más tiempo en las negociaciones en Cuba que en Colombia. En la misma línea hay muy poca información sobre la resolución del asunto del consulado venezolano en Bogotá, el cual fue vandalizado durante los años de la ruptura, al Estado colombiano le corresponde la recuperación del mismo.
Es una obligación de las autoridades colombianas incluir el tema migratorio en la relación bilateral, no hacerlo para complacer al régimen venezolano es un error que ya está teniendo efectos negativos en la respuesta colombiana a la crisis migratoria venezolana.
La tibieza para abordar el tema ha significado una ausencia de políticas públicas para la administración de la migración pendular en las zonas de frontera, la migración en tránsito en dirección a los Estados Unidos y la migración irregular que ha ingresado después del 31 de enero de 2021, y que está por fuera de la cobertura del Estatuto Temporal de Protección para Migrantes Venezolanos (ETPV). Todos estos temas se deben abordar corresponsablemente con el régimen venezolano, de lo contrario, sería como si se mantuvieran rotas las relaciones.
* Investigador y vocero del Observatorio de Venezuela de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario, de la Bitácora Migratoria en alianza con la Fundación Konrad Adenauer y miembro de la red Charlas de la Bitácora Migratoria
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